miércoles, 21 de agosto de 2013

Capítulo 6, primera parte

CAPÍTULO 6, PRIMERA PARTE
Entonces, una luz blanca cegadora se adueñó del lugar. Noté la mano con la que Erick me sujetaba el brazo extrañamente caliente. La luz cada vez se hacía más fuerte, por lo que cerré los ojos con fuerza, mientras me soltaba del agarre de Erick.

Solté una palabrota por lo bajo. Y entonces, cuando empezaba a pensar que me ardían los ojos, aquella luz cesó.

Abrí los ojos lentamente, acostumbrándome de nuevo a la oscuridad de la noche. Solté un suspiro de alivio y miré a mi alrededor, buscando la causa de aquella luz.

Lo que vi me dejó petrificada.

Erick se alzaba suspendido en el aire, dos enormes alas blancas salían de su espalda. Todo él brillaba con fuerza. Sus ojos, eran del azul más puro. Él me dedicó una tímida sonrisa cuando vio que le estaba contemplando. Me era imposible dejar de mirarlo, era lo más hermoso que había visto en toda mi vida. Sus alas blanquecinas atraían la atención de mis ojos como si se tratara de imanes.

Entonces Edward soltó una carcajada. Haciendo que volviera a la realidad y desviara mi mirada de Erick.

- Querida, tendrías que haber visto tu cara mientras lo mirabas. Se te caía la baba.-

Pasé mi mano por mi boca, asegurándome de que no hubiera baba en ella.

Él volvió a soltar una carcajada aún más fuerte que la anterior.- Solo estaba bromeando.- se secó las lágrimas que se habían posado en sus mejillas a causa de la risa y me contempló, soltando un suspiro.- ¿Sabes? Eres igualita a tu madre. Su viva imagen.

Fruncí el ceño extrañada. Era la primera vez que alguien me decía que me parecía a mi madre. Normalmente la gente no solía encontrarme parecidos con mis padres.

- ¿ Conoces a mi madre?- pregunté con aparente curiosidad.

- ¿Qué si la conozco? - soltó una pequeña risita- ¡Todo el mundo la conoce!

Entonces, antes de que pudiera replicar, Erick apareció a espaldas de Edward y, con un ágil movimiento, sacó una daga de empuñadora dorada y arremetió contra él.

Este, se apartó rápidamente, de manera que la daga apenas llegó a rozarle.

- Buen intento angelito. - dijo en tono burlón mientras un destello negro aparecía en sus ojos azules- La verdad, empezaba a echar de menos los clásicos, ángel contra demonio.

Entonces dejó que Naomi cayera al suelo. Y, con un grito de furia, arremetió contra Erick.

Yo corrí hasta donde había caído el cuerpo inconsciente de Naomi. Le tomé el pulso, parecía correcto. Ella, por lo general parecía estar bien, no tenía ninguna herida, exceptuando un pequeño arañazo en su mejilla derecha.

Suspiré, aliviada y la abracé.

- Eres estúpida.- le regañé, a pesar de que sabía que ella no podía escucharme.- En cuanto despiertes te vas a enterar.

Entonces pensé en lo ocurrido. ¿Qué iba a contarle a Naomi cuando despertara? ¿Qué el chico del que estaba enamorada es un demonio que me quiere para no sé que? ¿Qué Erick es un ángel y me acompañó a rescatarla? No... Desde luego tendría que inventarme algo mejor, algo que por lo menos resultara creíble.

Un grito proveniente de la pelea que estaba teniendo lugar en el cielo hizo que mis preocupaciones se esfumaran. Alcé la mirada. Tanto Erick como Edward estaban recubiertos de sangre. Ambos se miraban, el intenso odio que desprendían los ojos de ambos hizo que mi cuerpo se estremeciera levemente.

Entonces Edward se avalanzó sobre Erick blandiendo una daga en su mano derecha. Su golpé iba directo al corazón. Por suerte Erick se movió con rapidez, de manera que la daga se hundió en su costilla izquierda. Solté un chillido y rogué a Erick que dejara la pelea. Pero este no parecía escucharme, se abrazaba la costilla con una mueca de dolor en su rostro.

- Eso te ha dolido, ¿verdad angelito?- dijo el demonio, en tono burlón, mientras soltaba una enorme carcajada.

Pude ver el odio intenso con el que Erick miraba a Edward, parecía querer fulminarlo con la mirada.

El demonio aprovechando el estado débil de Erick arremetió de nuevo contra él, consiguiendo alcanzar su pierna derecha. Erick se mordió el labio inferior con tanta fuerza que gotas de sangre empezaron a descender por él.

Solté un chillido.

''Lo va a matar... Como no haga algo lo va a matar...'' pensé mientras contemplaba a Erick.

Entonces, algo extraño pasó. Edward dio un pasó hacia Erick con su daga en mano con intención de atacar cuando chocó con algo invisible que le impedía pasar.

El demonio abrió los ojos como platos, sorprendido, intentó volver a cruzar, pero aquella barrera invisible se lo impedía.

Erick, aprovechando la sorpresa del demonio, arremetió contra él con una rapidez inhumana y clavó la daga en su corazón.

Ahogué un grito, mientras contemplaba como Erick, con el rostro repleto de sangre, sostenía el cuerpo inerte del demonio, apretando su daga en el corazón de este.

Tras unos segundos dejó el cuerpo del demonio caer y guardó su daga en su cinturón. Entonces empezó a descender y, una vez sus pies tocaron el suelo, guardó sus hermosas alas en su espalda hasta que estas desaparecieron por completo, como si nunca hubieran estado allí. Contemplé todo esto con atención, mientras mi cabeza daba vueltas y vueltas a todo lo ocurrido.

Erick alzó la cabeza y me miró, clavando sus hermosos ojos azules en mí, seguidamente se dirigió hacia el inconsciente cuerpo de Naomi que yacía junto a mí y cargó con él en sus brazos. Los músculos de su brazo se tensaron levemente ante el peso de Naomi, pero él la alzaba con facileza, como si apenas pesara.

- Deberíamos irnos.- dijo, mientras se internaba, de nuevo, en el bosque.

Asentí con la cabeza en silencio y corrí, hasta situarme junto a él.

Continuamos en silencio el camino hacia la academia. De vez en cuando no podía evitar mirar de reojo a Erick, tenía tantas preguntas que hacerle, no sabía por donde empezar.

- Lena...- dijo Erick, haciendo que alzara la mirada hacia él- Perdóname. Hoy te he puesto en peligro. Detecté actividad demoniaca a la entrada de la taberna y en vez de dar media vuelta, entré. No pensé que hubiese un demonio dentro, me esperaba encontrar un par de rastreadores quizás...

Me detuve, haciendo que Erick se detuviera también.

- No tienes porque disculparte. Probablemente si me hubieras hecho dar marcha atrás no te habría hecho caso.- dije, soltando un pequeño suspiro.- Todo esto es tan...Raro... Erick, ¿qué son los rastreadores?

Este me dedicó una enigmática sonrisa, mientras metía las manos en sus bolsillos.

-Empezaba a extrañarme que no me preguntaras nada.- dijo él.- Se podría decir que los rastreadores son las mascotas de los demonios. ¿ Te acuerdas de aquellas criaturas rojas que te atacaron?

Asentí con la cabeza, desde luego, no me olvidaría de unas criaturas como aquellas.

- Pues eso son rastreadores. Son los sirvientes de los demonios, les hacen el trabajo sucio, sus recados, también he oído de alguno que les limpia la casa.- solté una pequeña carcajada al imaginarme a una criatura de esas barriendo el suelo mientras un demonio se tumbaba en el sofá y leía el periódico.

- Entonces, tú... Eres un ángel, ¿no?

- Muy observadora.- dijo él con ironía.

Alcé una ceja.

- Y... ¿Por qué estás aquí? ¿ No deberías estar en el cielo? Porque es allí donde viven los ángeles, ¿no?-

Erick sonrió, mostrando sus brillantes y bien alineados dientes.

- Hay varios tipos de ángeles. Yo,provengo de una familia de ángeles guardianes.- explicó, manteniendo esa hermosa sonrisa en su boca- A cada uno de nosotros se nos encomienda un lugar del mundo. En mi caso, el mío es la academia Piñedo. Mi misión es proteger el recinto de demonios.

- Entonces... Si a cada uno de vosotros se les encomienda un lugar del mundo... Debéis de ser millones.- razoné, sorprendida.

- Si solo los ángeles guardianes somos millones, imagínate contando a las otras clases.-

Me detuve a recapacitar durante unos instantes. Si los ángeles se mezclaban entre los humanos para protegernos, probablemente, habría conocido a más de uno en mi vida sin saberlo. Contuve el aliento, asombrada.

- Lo que no entiendo es... ¿Por qué me cuentas todo esto? ¿Soy la primera humana que conoce la existencia de los ángeles?- finalmente solté la pregunta que llevaba en mi cabeza desde que Erick empezó a responderme.

Este clavó sus ojos azules en mí, aquella hermosa sonrisa había desaparecido de su rostro, el cual se mostraba repentinamente serio.

- Lena... Tú no eres humana.-

Sus palabras impactaron en mi corazón como si hubiese sido golpeada por un millón de dagas.

- Entonces... ¿Es...es verdad lo que dicen?-tartamudeé, realmente confusa.- Erick... ¿Tú crees que soy una bruja?

Este alzó una ceja, sorprendido, y tras unos segundos en silencio habló.

- ¿Una bruja? ¡Por supuesto que no eres una bruja!- dijo, como si fuera obvio.- ¿De dónde narices has sacado eso?

Bajé la mirada algo avergonzada. Ahora sí que me sentía realmente estúpida.

- Bueno... Últimamente están pasando cosas raras a mi alrededor. Y... Después de lo que ocurrió con Lauren, muchos pensaron que era bruja, supongo que de tantas veces que lo oí acabé por creérmelo.- murmuré, algo avergonzada.

- Si te sirve de consuelo, las brujas no existen.- dijo, guiñádome un ojo.

Esbocé una pequeña sonrisa. Entonces, contemplé el rostro de Erick y, tras unos segundos, advertí que todas sus heridas exceptuando la de la costilla y la pierna habían desaparecido.

- Erick...- murmuré, haciendo que este se girara para mirarme.- Tus heridas... Han... Han desaparecido.- comenté, asombrada.

- Soy un ángel, mis heridas se curan solas al cabo de unos minutos.- explicó.

Entonces volví a echarle una mirada a la profunda herida de la costilla y luego a la de la pierna, asegurándome de que aún estaban ahí.

- ¿ Y por qué estas no se te van?- pregunté.

- Por que están hechas con armas blancas.- entonces se detuvo, sacando una daga de empuñadura dorada de su cinturón.- Esto es una arma blanca. Son las únicas armas capaces de herir a ángeles y demonios.

La empuñadora dorada de la daga tenía grabada alas de ángel. El filo era realmente fino y brillaba a causa del reflejo de la luna.

Tras unos segundos jugueteando con la daga, Erick la guardó de nuevo en su cinturón.

Entonces, sentí pequeños pinchazos en el brazo en el que me había mordido uno de los rastreadores. Lo agarré con una mueca de dolor, esperando encontrar una costra de sangre en él, pero lo más sorprendente es que el tacto del brazo era totalmente liso. Fruncí el ceño, extrañada, y lo miré.

Lo que vi me heló la sangre. Aquella enorme herida que había tenido minutos atrás en el brazo había desaparecido totalmente.

Erick al ver que me detenía, se paró de golpe y me contempló con aparente preocupación.

- Lena, ¿te pasa algo?-

Yo, que me había quedado de piedra, conseguí articular unas palabras.

-Mi... Mi brazo...- balbuceé- Tenía una herida... Y... Ya no está...

Entonces, las palabras que Erick había dicho apenas unos minutos antes volvieron a mi mente:

'' Soy un ángel, mis heridas se curan solas al cabo de unos minutos.''

'' Esta es una arma blanca. Son las únicas capaces de herir a ángeles y demonios''.

Me paré en seco. Comprendiendo de golpe porque mi herida se había curado.

- Erick...- este se volvió para mirarme- Cuando dijiste que no era humana... ¿Qué querías decir?

Este desvió la mirada al suelo. Era la primera vez que veía a Erick incómodo y sin saber que decir. Una sombra oscura pasó por sus azulados ojos.

- Olvida lo que dije, no tiene importancia.- dijo, tras unos segundos en silencio, mientras continuaba andando.

- Pero... Mis heridas se han curado solas...- murmuré, mientras me colocaba a su altura- ¿Soy...soy un ángel?

Este aceleró el paso, dejándome atrás de nuevo.

- No debería haberte contado nada, aún no estás preparada.-

- Eso no responde a mi pregunta.- dije, frunciendo el ceño.

- En serio Lena, no te conviene saberlo todavía...-

Me paré en seco, cruzándome de brazos.

- Estoy harta de esto. Estoy harta de que no me cuentes la verdad. ¿ Por qué te empeñas en no contarme nada?- pregunté, furiosa. No pude evitar subir mi tono de voz más de lo debido- ¡Quiero saber quien soy! A veces pienso que todo el mundo lo sabe menos yo...

Erick se pasó una mano por el pelo, secándose las gotas de sudor que caían por su frente.

- No lo entiendes...- murmuró.

Me coloqué a su lado, notaba como la vena del cuello me latía con fuerza. Me sentía furiosa, odiaba que no me dijeran la verdad.

- ¡Pues explícamelo!-

- ¡Solo intento protegerte!- gritó él- No soportaría que alguien te hiciera daño.- dijo, en un tono más calmado.

Su última frase hizo que se me estremeciera el corazón, pero aún así seguía furiosa.

- ¿Protegerme de qué?- le grité- ¿ Tienes idea de lo duro que es que todo el mundo sepa quien eres menos tú misma?

Él desvió la mirada al suelo. Permanecimos unos segundos quietos. En silencio.

- Deberíamos irnos. Está amaneciendo.- murmuró Erick, mientras emprendía de nuevo, el viaje.

- ¿Sabes? Odio cuando haces eso.- dije, furiosa- Siempre cambias de tema cuando no me quieres contestar.

Este se giró de golpe, su cara estaba roja de la ira. Su respiración era agitada, de manera que su pecho subía y bajaba con rapidez.

- ¡No tienes idea de lo que estoy pasando por protegerte!- gritó él- Puede que pienses que soy un capullo por no contártelo, pero créeme, si tú estuvieras en mi lugar tampoco lo harías.

Abrí la boca para replicar, pero las palabras no salieron de ella.

El resto del camino lo pasamos en silencio. Estaba tan furiosa que no tenía siquiera ganas de hacerle más preguntas sobre los ángeles y demonios.

¿ Por qué Erick se molestaba tanto en ocultarme la verdad?

¿Qué se supone que soy?



¡Buenas mis queridas lectoras!
¿Qué tal os va?
Siento mucho haber tardado tanto en subir... SORRY
Si supierais lo que me pasó... Me cargué el pen en el que estaba escribiendo la novela, por lo que lo que llevaba escrito del capítulo 6 se me fue a la mierda y me tocó volverlo a escribir, total, que mi cara fue así como:



 
( Jamie está adorable hasta así *.*)
En fiiin queridas, me voy antes de que el puto internet del móvil me falle de nuevo.
Bye, bye :)

PD: ESCUCHAR HEART BY HEART DE DEMI LOVATO
 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 5, segunda parte

CAPÍTULO 5, SEGUNDA PARTE
Empezamos a caminar con la ténue luz que emitía la luna como linterna. Apenas podía ver nada, por lo que andaba a ciegas, sin saber donde me encontraba. En cambio, Erick parecía guiarse realmente bien, andaba con firmeza y seguridad.

De repente, sentí su mano en mi espalda, haciendo que un leve escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Su mano me guiaba hacia el lado opuesto por el que iba.

- Es por aquí.- dijo, soltando una pequeña carcajada- Menos mal que he venido contigo, si no, apuesto a que te habrías perdido.

Sentía su aliento en mi oreja mientras me hablaba, agradecí que fuera de noche y no pudiera ver el intenso rubor que poblaba mis mejillas.

- Vale, lo reconozco, ando algo perdida por aquí.- confesé, dejándome guiar por él.

Seguimos el camino de piedra durante diez minutos más. Entonces, vi unas hermosas flores, parecidas a rosas, pero más grandes y de un color azul eléctrico.

Me detuve a contemplarlas, hipnotizada por su embriagador olor y su aparente hermosura. Alcé mi mano para tocarlas. Pero Erick me detuvo antes de que pudiera siquiera rozar el pétalo.

Me giré para mirarlo. Sus ojos azules brillaban con más fuerza conforme avanzaba la noche.

- ¿Qué pasa?- pregunté, confusa.

- Son venenosas.- explicó, mientras soltaba mi muñeca.- Es irónico como las cosas más hermosas pueden resultar mortales.

- ¿Mortales?-

Él asintió con la cabeza, mientras clavaba sus ojos en los míos.

- Una sola caricia a esta planta y no habrías vivido para contarlo.-

Tragué saliva. Si no hubiese llegado a ser por Erick podría haber muerto.

''Seguro que piensa que soy estúpida'' pensé mientras desviaba la mirada al suelo, algo incómoda.

- No recuerdo haber visto esta planta antes. Cuando fuimos al pueblo estoy convencida de que no estaba.-

- Esta flor solo sale de noche.- explicó él, mientras emprendía de nuevo el viaje, dando por finalizada la conversación.

Le eché un último vistazo a la hermosa flor y corrí, hasta colocarme a su altura.

Erick iba delante, indicándome el camino. El bosque se veía aún más hermoso por la noche, enormes flores parecidas a aquella azul que había visto unos minutos atrás reinaban en el lugar.

- ¿Todas ellas son venenosas?- pregunté, refiriéndome a las flores.

- Bueno... No todas, dependen del arbusto del que provengan lo son o no. Es cuestión de estudiarlo.- entonces señaló un pequeño arbusto que contenía brillantes flores rojas en él.- Estás, por ejemplo, no lo son.- dijo, mientras acariciaba los pétalos de una de las flores.

- ¿Cómo puedes saber cuáles son venenosas y cuáles no?- pregunté, mientras me agachaba junto a él para contemplar la flor.

- Depende del tacto que tenga las hojas del arbusto.- sus ojos brillaban mientras hablaba, lo que daba a entender, que aquel tema le fascinaba.- Este, por ejemplo, tiene un tacto suave y liso. Normalmente los arbustos de flores venenosas tienen un tacto más áspero y suelen presentar pequeños pinchos.

Acaricié el pétalo de la flor, que era realmente suave.

- ¿Esto es igual con todas las flores?- pregunté con aparente curiosidad.

- ¡Por supuesto que no! Esto que te he dicho solo se aplica con las flores que salen de noche.- explicó mientras se levantaba- Deberíamos continuar. Tu amiga...

Entonces volví a la realidad, dejando de lado las hermosas flores, y levantándome del suelo de un salto, mientras me colocaba junto a Erick.

- Tienes razón.- dije, mientras emprendía de nuevo el camino con Erick rozándome los talones.- ¿Queda mucho para llegar?

- No, ya estamos cerca.-


Y, en efecto, tras unos minutos pude visualizar la hermosa plaza del pueblo. Guié a Erick hasta la taberna.

Desde la ventana pude ver como las desgastadas butacas estaban encima de las mesas, dando a entender que la taberna estaba cerrada. Además, todo el local se encontraba a oscuras, salvo una pequeña vela, que estaba extrañamente encendida.

Miré a Erick, quien estaba tenso y miraba con atención, como si estuviera buscando algo.

- No... No puede ser...-murmuró por lo bajo.

- ¿Qué pasa?- le pregunté.

- Lena, prométeme que te quedarás aquí mientras investigo dentro.-

Sus ojos, de haber presentado ese color azul puro, pasaron a tener una sombra oscura en ellos.

Su expresión era seria, por lo que decidí no cuestionarle y asentí con la cabeza.

Me senté en un banco pegado a la pared de la taberna, esperando a que Erick saliera. Me envolví con fuerza entre mi capa, un frío gélido se apoderó de mi cuerpo. De repente, aquella antorcha que iluminaba la calle se apagó. Pegué un brinco, asustada, y me aferré a mi capa de piel con más fuerza.

Me levanté del banco y me dirigí a la puerta de la taberna, no soportaba estar fuera. Entonces, justo cuando iba a entrar, algo se me echó encima, derribándome en el suelo. Alcé la mirada y entonces lo vi, abrí los ojos como platos y un pequeño grito escapó por mi boca. Era un ser pequeño, como mucho llegaría al metro, presentaba un extraño color rojo. Sus ojos eran grandes y totalmente negros. Tenía unos enormes colmillos inyectados en sagre.

Retrocedí, asustada, era, con diferencia, la criatura más rara que había visto en toda mi vida. Entonces algo arañó mi espalda, me giré y me encontré con otro ser de esos, que me miraba con fiereza mientras mostraba sus amenazadores colmillos. Solté un grito y me alejé. Pero todo lo que veía era esas pequeñas criaturas rojas, que estaban empezando a rodearme. Encontré una enorme rama en el suelo y la alcé, golpeando a aquellos seres con la esperanza de librarme de ellos. Pero nada de lo que hacía parecía afectarles, una vez les golpeaba, se levantaban del suelo y volvían hacia mí.

Entonces, una energía poderosa se apiadó de mi cuerpo. Notaba como mis manos ardían, deseando poderla dejar salir. Llevaba mucho tiempo reprimiendo aquella energía, por lo que, dejarla salir de nuevo, fue una tarea difícil. Apunté hacia uno de esos seres que se acercaba a mí. Un chorro de energía roja salió de mis manos e impactó en el pecho de la criatura. Este, al cabo de unos segundos, se desintegró. Entonces aquellos seres se miraron entre si y sacaron los colmillos con fiereza, dirigiéndose todos juntos contra mí. Intenté volver a sacar aquella energía como había hecho unos minutos atrás, pero esta no podía salir. Me sentía muy cansada. De repente, sentí como unos poderosos colmillos se hundían en mi brazo izquierdo. No pude evitar soltar un grito. Sacudí mi brazo, quitándome a aquella criatura de encima y lo miré. La sangre brotaba de él como riachuelos de agua sin fin.

Entonces, una luz cegadora adueñó el lugar. Cerré los ojos con fuerza, ya que aquella luz se me hacía realmente molesta. Al final, decidí abrirlos. Miré a mi alrededor, confusa, todos aquellos seres que me habían estado atacando se estaban desintegrando. Oí a alguien corriendo hacia mí. Me giré rápidamente, alerta, pero resultó ser Erick, quien miraba la sangre que brotaba de mi brazo preocupado.

- ¡Lena! ¿Estás bien?- preguntó.

- Yo... Esto... ¿Qué eran esos seres? ¿Cómo has hecho eso?- mi voz temblaba ligeramente mientras hablaba.

- Luego te lo explico, ahora tenemos que salir de aquí.- dijo Erick rápidamente, mientras me guiaba hacia la salida.

- No tan rápido.- dijo una voz grabe a nuestras espaldas.

De repente, aquellos seres que se habían desintegrado hace escasos segundos aparecieron de la nada, bloqueándonos la salida. Me giré rápidamente y, me encontré con el camarero de la taberna, aquel rubio de ojos azules del que Naomi estaba enamorada.

- ¡Tú!- grité, mientras lo miraba con fiereza.

- Vaya, veo que te acuerdas de mí.- dijo Edward, mientras formaba una siniestra sonrisa en su rostro.

- Tienes idea de que puedo acabar con tu pequeño ejército de rastreadores en un abrir y cerrar de ojos,¿verdad?- dijo Erick, mientras me agarraba el brazo con suavidad.

- Por supuesto que lo sé. Ellos simplemente están ahí de adorno.- entonces, sacó a Naomi de sus espaldas y posó una daga en su cuello.- Pero, dudo que ella quiera que su amiguita muera.

- ¡Naomi!- grité mientras corría hacia Edward.

Pero Erick me agarró, antes de que pudiera llegar.

- ¿¡ Pero que haces?!- le grité mientras intentaba soltarme de su agarre.- ¡Tengo que rescatarla!

- Si vas, lo único que vas a conseguir es que te mate a ti también.- dijo seriamente.

Entonces, clavó su mirada de ojos azules en Edward.

- ¿Qué es lo que quieres?- le preguntó.

- Deberías saberlo.- respondió, mientras me miraba.- La quiero a ella.

- ¿Quién te manda?-

- Los ángeles y sus estúpidas preguntas. ¿De verdas crees que te voy a responder?- dijo, esbozando una sonrisa burlona en su rostro.

Entonces, una oscuridad envolvió el cuerpo de Edward. Al cabo de unos instantes, la luz volvió y contemplé, como unas enormes alas negras con destellos dorados brotaban de la espalda del camarero. Me quedé unos instantes mirándolas fijamente, una parte de mi las encontró hermosas, en cambio, la otra, aterradoras.

Edward al ver mi expresión soltó una pequeña carcajada.

- ¿No me digas que aún no sabe nada?-

- Cierra el pico demonio.- gruñó Erick.

- ¿Sigues intentado protegerla? Oh... Encantador.- entonces cogío a Naomi, quien seguía inconsciente y acarició su rostro.- Que ingenuos son los humanos. Les regalas unas flores y ya piensan que eres el amor de su vida.

- ¡ Eres idiota! ¡Ella está enamorada de ti!- grité, furiosa, mientras Erick seguía sujetándome del brazo.

Entonces me giré, y lo miré a los ojos.- ¿Es que no vamos a rescatarla?- dije, dirigiéndome a Erick. - ¿Piensas dejarla en manos de ese capullo?

Erick apartó la mirada de mí y miró a Edward, quien nos contemplaba con una sonrisa en su siniestro rostro.

- Vamos, ¿a qué esperas? - dijo mientras se elevaba en el aire con Naomi en brazos.- ¿No has oído a tu amiga? Déjalas salir, lo estás deseando.- puso un tono burlón en su voz.

Yo no podía apartar la mirada de Naomi, quien seguía inconsciente. Sentí los ojos azules de Erick clavados en mí.

- Oh... ¿ No me digas que no le has contado tu pequeño secreto?- la sonrisa en el rostro de Edward se ensanchó de una manera aterradora.

Miré a Erick con la duda pintada en mi cara. ¿De qué narices estaba hablando?


Bueeenas mis queridas lectoras!
Al fin encontré la forma para seguir publicando capítulos aunque no esté en mi casa. Resulta que se puede conectar el internet del móvil de mi padre al portátil. (YEAAAAAAAAAAAH)
En fin, espero que os guste, voy a despedirme antes de que se me pete de nuevo.
BYEEE