CAPÍTULO
5,PRIMERA PARTE
Los
días pasaron y ella seguía sin aparecer. Normalmente faltaba a
alguna que otra clase, pero esto... Era demasiado, nunca había
llegado a faltar una semana entera. Incluso los profesores empezaban
a preocuparse.
Me
acerqué a la habitación de Naomi y, una vez más, toqué, con la
esperanza de que ella me abriera formando esa amplia sonrisa en su
rostro mientras me abrazaba. Pero, como todas esas veces anteriores
que le había tocado, ella seguía estando desaparecida.
Suspiré
y fui hacia el comedor, donde debía de estar esperándome Emily para
comer.
Por
el camino me crucé con Erick. Lo miré a los ojos, y pude detectar
unas pequeñas ojeras en su habitual hermoso rostro. Parecía
cansado, algo realmente extraño en él. Entonces se giró y me
devolvió la mirada, clavando sus resplandecientes ojos azules en los
míos. Una sensación de calidez envolvió todo mi ser.
Desvié
la mirada y vi a Emily, quien me hacía señales con la mano para que
me sentara junto a ella.
No
pude evitar mirar una vez más a Erick de reojo antes de irme.
Me
senté en mi sitio habitual, en frente de Emily. Esta me miró
seriamente, abriendo sus pequeños ojos azules.
-¿Algo
nuevo? - me preguntó, mientras sorbía una cucharada de su sopa.
-Sigue
estando desaparecida.- apoyé la cabeza entre mis manos, mientras
alejaba el plato de comida.
-¿No
vas a comer nada?- me preguntó.
Negué
con la cabeza.
-No
tengo hambre.- murmuré.
Ella
frunció el ceño y me acercó el plato.
-Venga,
tienes que comer.- dijo, mientras cogía una cucharada de mi plato e
intentaba dármela como a los bebés.
Solté
una pequeña carcajada y le arrebaté la cuchara.
-Está
bien.- bufé, mientras me metía, sin muchas ganas, la cucharada en
la boca.- Algo raro está pasando... No es normal que Naomi
desapareza tantos días así como así.
Removí
mi plato de sopa, pensativa.
Entonces
alguien se sentó a mi lado, poniendo su bandeja en nuestra mesa.
Giré la cabeza con la esperanza de que fuera Naomi, pero resultó
ser Christian.
Este
me miró, estaba raro, demasiado serio y cansado, como si llevara
días sin dormir. No mostraba esa hermosa sonrisa tan particular en
él.
-Christian...-
susurré, preocupada.
Él
me cortó antes de que pudiera continuar.
-¿Sabes
dónde está mi hermana?- preguntó, con una pizca de esperanza en su
voz.
-Lo
siento Christian... Yo no sé nada...-
Él
hundió la cabeza entre sus manos.
-Ella...
Nunca había faltado tanto a clase... He tocado a su habitación
varias veces y he preguntado a todo el mundo por ella. Nadie sabe
donde está.- noté como su voz temblaba mientras hablaba.- Todo esto
es por mi culpa.
Pude
ver como pequeñas lágrimas resbalaban por sus rosadas mejillas. Me
quedé paralizada, sin saber que hacer. Ver a Christian llorando era
horrible...
Me
acerqué a él y empecé a secarle las lágrimas con un pañuelo.
-No
vuelvas a decir eso...- susurré mientras le daba un abrazo.-
Christian... No ha sido culpa tuya, ¿entiendes?
-Yo...
Siempre estoy siendo grosero con ella. Seguro que me odia.- dijo él,
mientras apoyaba la cabeza en mi hombro.- Soy un capullo.
Le
levanté la cabeza, de manera que nuestros rostros quedaron a escasos
centímetros. Sus ojos color miel brillaban a causa de las numerosas
lágrimas que descendían por sus mejillas.
-Mírame.-
le ordené.
Él
alzó la mirada, posando sus enrojecidos ojos color miel en los míos.
-No
eres un capullo y Naomi no te odia. Ella... Es tu hermana, te quiere
mucho.- dije firmemente- Te prometo que haré lo posible por
encontrarla.
-Gracias...-
susurró débilmente.
Entonces
fijó la mirada en mi hombro y pasó una servilleta por él.
-Perdona...
Te he dejado el hombro lleno de lágrimas.-
Le
dediqué una pequeña sonrisa y le arrebaté la servilleta de las
manos.
-No
pasa nada.-
-¡Christian!-
gritaron unas voces, provenientes de una mesa cercana.
Este
giró la cabeza y se volvió hacia mí.
-Me
tengo que ir.- dijo mientras recogía su bandeja de nuestra mesa.-
Gracias otra vez.
Le
sonreí tímidamente y le hice un gesto con la mano como despedida.
Me
incorporé en mi silla y me dirigí hacia Emily.
-Tengo
que encontrar a Naomi.- dije, mientras repelaba mi plato de sopa.
-¿Cómo
piensas encontrarla? - preguntó.
-Bueno...
No le he contado a Christian todo lo que sabía.- dije, desviando la
mirada hacia el suelo.- Sé que está mal... Pero Naomi no quería
que se lo contara a nadie. Creo que tengo una ligera idea de donde
está.
-No
voy a insistir en que me lo cuentes, pero, sea lo que sea que vayas
ha hacer... Ten cuidado.- dijo, guiñándome un ojo.
Le
dediqué una última sonrisa y me levanté de la mesa, llevando a
limpiar mi bandeja.
Me
asomé una vez más al balcón de mi habitación. Una oscuridad se
adueñaba de todo el paisaje, el cual estaba recubierto por una
espesa capa de nieve. No había nadie por los alrededores de la
academia, en invierno solo nos permitían salir por la mañana.
Suspiré.
Sabía
que lo que iba ha hacer estaba mal y podía hacer que me expulsaran
de la academia. Pero no podía quedarme de brazos cruzados con la
cabezota de mi mejor amiga desaparecida.
Revolví
en mi armario hasta alcanzar una capa lo bastante abrigada para que
no me congelara en la fría noche. Me la puse por encima con
delicadeza mientras abanzaba hacia la puerta. La abrí suavemente,
intentando no despertar a mis compañeros de las habitaciones de al
lado.
Anduve
con sigilo, pero no encontré demasiadas complicaciones para salir,
siendo sincera, fue más fácil de lo que esperaba. No había nadie
vigilando la puerta, por lo que, lo único de lo que tuve que
preocuparme fue de no hacer demasiado ruído.
Finalmente,
mis pies se hundieron en el suave manto de nieve que poblaba el
exterior de la academia. Apreté la capa a mi cuerpo, hacía mucho
frío allí fuera.
Anduve
por las afueras de la academia hasta que me interné en el bosque al
lado del lago.
Un
escalofrío recorrió todo mi cuerpo, apenas podía ver nada allí
dentro, la espesura de los árboles tapaba la poca luz proveniente de
la luna. Ruídos de animales e insectos reinaban aquel lugar. Sin
duda, no me habría venido nada mal una antorcha.
De
repente, pude captar pasos a lo lejos. Me quedé quieta, aterrada.
Los pasos cada vez se hacían más cercanos, incluso podía
dislumbrar una ténue silueta. Avancé sigilosamente, con la
esperanza de que no me oyera. Entonces mi pie derecho quedó
enganchado en una rama, de manera que caí al suelo, armando
justamente el tipo de ruído que llevaba toda la noche intentando
evitar.
De
repente, sentí una presencia a mis espaldas. Intenté levantarme,
pero, por mucho que pataleé, mi pie seguía enganchado en aquella
rama.
-¿Lena?-
preguntó una voz que se me hizo ligeramente familiar- ¿Qué haces
aquí?
Me
giré como pude y suspiré de alivio, liberando aquella tensión que
se había adueñado de mi cuerpo. ¡Era Erick!
-Debería
hacerte la misma pregunta, ¿no crees?- dije, cruzándome de brazos.
Él
se agachó hasta colocarse a mi altura.
-¿Qué
te ha pasado?-
-Mi
pie, creo que se ha enganchado con algo, pero no puedo ver que es.-
Él
se acercó hacia donde estaba aquella molesta rama. Sentí sus dedos
rozando mis zapatos y un leve escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
-Ya
está.-
Levanté
mi pie y, en efecto, ya estaba libre. Él me ofreció una mano para
ayudarme a ponerme en pie. Yo la acepté, agradecida. Me sacudí el
vestido y fijé mi mirada en sus ojos, que, a pesar de la oscuridad,
brillaban de ese hermoso color azul que tanto me gustaba.
-Y
bueno... ¿Me vas ha decir que hacías aquí?- dije, rompiendo el
silencio.
-Solo
tomaba el aire. Me gusta pasear por la noche. Este silencio me
reconforta, me hace pensar con claridad y reflexionar sobre lo
ocurrido en el día.- entonces me miró, con un brillo de duda en su
mirada.- Y... ¿Qué te trae a ti por aquí?
Me
quedé en silencio, sin saber que responderle. Al principio pensé en
decirle que, al igual que él, yo también estaba tomando el aire,
pero dudaba que se lo tragara.
Él
se cruzó de brazos, esperando a que contestara.
-Bueno
yo... Naomi lleva una semana desaparecida. Tenía la intención de
encontrarla.- murmuré, tímidamente, mientras desviaba la mirada.
-No
tenía ni idea.- dijo él.- Y, ¿dónde crees que puede estar?
-En
la taberna del pueblo. Estoy segura de ello.- dije firmemente- Y todo
por culpa del cerdo del camarero, que seguro que ni siquiera la
quiere...- gruñí para mí misma.
-¿Y
pensabas irte hasta el pueblo tú sola?- me preguntó, mientras
alzaba una ceja- Ni hablar, te acompaño.
-No
hace falta, puedo ir yo sola...- murmuré.
''Mentira''
dijo una voz en mi cabeza'' Estás deseando que te acompañe y lo
sabes''.
Él
sonrió. Su sonrisa no presentaba aquellos hermosos hoyuelos como la
de Jack, pero, me encantaba la forma en la que sus mejillas adquirían
esa tonalidad rosada cuando sonreía.
-Llevas
poco tiempo en la academia, por lo que, puedo intuir que no sabes
llegar al pueblo tu sola, ¿me equivoco?- alzó una ceja, con esa
sonrisa aún en su boca.
Me
sonrojé levemente, él había dado exactamente en el clavo.
Bufé.-
Está bien, puedes venirte.-
¡Buenas mis queridas lectoras!
¿Qué tal os va?
¿Os ha gustado el capítulo? Sinceramente, a mí me ha gustado como me ha quedado, pero, no por el contenido, si no por la manera en la que lo he escrito. Creo que poco a poco estoy desarrollando mi propio estilo a la hora de escribir y eso me pone feliz :)
En fin, en esta entrada no os traigo muy buenas noticias. ¿Os acordáis de que os dije que mis padres compraron una casa en la playa? Pues veréis, mañana me voy a ir allí, y a saber cuando volveré (creo que a mediados de agosto). ¿Lo peor de todo? ¡Qué allí no tengo internet! Por lo que, a no ser que consiga algo de internet del móvil de mi padre no voy a poder subir capítulo hasta que suba. De todas formas, aunque esté de vacaciones, voy a seguir escribiendo (ya que sin internet y sin amigos allí me voy a aburrir MUCHO) por lo que, cuando vuelva, llevaré tres o cuatro capítulos escritos fijo, por lo que... ¡Tardaré menos en subir! :D
En fin, esta vez me despido con la nueva canción de mis cinco idiotas... ¿Qué deciros? La canción es una pasada y el vídeo... ¡Ni os cuento! El mejor que han hecho sin duda, lo que me he podido reír...
Aunque no os guste One Direction, os recomiendo sinceramente verlo.
Bye!
Os echaré de menos :')