CAPÍTULO 2
-¡AHORA!-
gritó, interrumpiéndome antes de que pudiera continuar.
En
el momento justo en el que el joven pronunció estas palabras, unos
hombres armados aparecieron en la sala. Muchas de las copas que
sujetaban los invitados cayeron al suelo, provocando que un fuerte
estallido resonara en la habitación. Todos contemplaban a aquellos
hombres con la boca abierta y un sentimiento entre sorpresa y terror
reflejado en sus ojos. Oí el chillido de una mujer mayor, a la que
uno de los hombres le había arrebatado su collar de perlas. Tras
estar unos segundos paralizados ante la sorpresa, los invitados
reaccionaron y empezaron a gritar, imitando a la señora de antes.
Toda
la sala era un caos, los hombres se dedicaban a amenazar a los
invitados con sus espadas y robarles todo lo de valor que llevasen
encima, estos, tras encogerse de miedo, acababan entregándoles lo
que querían. Mientras tanto, algunos se escondían bajo las mesas y
las mujeres, se refugiaban tras sus maridos, quienes tanto presumían
de sus habilidades con la espada, y ahí se los veía, atemorizados y
con el rostro totalmente pálido. Vislumbré a lo lejos a Edward,
quien huía por el salón dando gritos, ignorando por completo a su
madre que le suplicaba ayuda aterrorizada. A pesar de la caótica
situación en la que nos encontrábamos, no pude evitar que una
pequeña risa escapara por mi boca. Apuesto a que después de lo
ocurrido, mis padres cambiarían de idea respecto al "magnífico"
y "valiente" Edward.
Entonces
volví a la realidad, dándome cuenta de que me encontraba parada en
medio de la sala. En cuanto reaccioné, intenté huir, pero alguien
me agarró por la cintura antes de que pudiera dar un paso.
-¿A
dónde cree que va, señorita? ¿De verdad piensa que me he olvidado
tan rápido de usted?- la voz de el joven de pupilas doradas sonó a
escasos centímetros de mi oreja.
Apreté
los dientes.
-
Es imposible que hayan entrado tantos. Tenemos guardias en las
entradas al palacio.- me retorcí en los brazos del joven,
intentando, inútilmente liberarme de su agarre, pero nada de lo que
hiciera parecía afectarle lo más mínimo.
Noté
como este, a mis espaldas sonreía. Vi de reojo un rápido destello y
en cuanto me di cuenta, la punta de su espada se encontraba a escasos
centímetros de mi cuello. Podía sentir el frío metal contra mi
piel desnuda.
-Haga
el favor de estarse quieta. No me gustaría tener que usarla.-
A
reñadientes, dejé de moverme.
-¿Cómo
ha hecho para que entren todos sus hombres aquí?- le pregunté,
respirando con dificultad.
-Ya
le dije que era un mago.- respondió, adoptando un tono de burla en
su voz.
A
pesar de que no podía verme, rodé los ojos exasperada.
Entonces
se oyó a lo lejos el sonido de unos pasos y, unos segundos después,
el ejército que custodiaba el palacio de mis padres se encontraba
rodeando la sala, con sus armas en mano, dispuestos a combatir a los
ladrones.
-Parece
que su plan no va a salir tan bien como pensaba.- dije, sonriendo.
-No
cante victoria tan rápidamente, señorita.- replicó este- Soy un
mago, y como tal, siempre tengo ases bajo la manga.
En
cuanto uno de los soltados avanzó para luchar contra el ladrón, el
joven que me sujetaba, gritó, provocando que todas las miradas de la
sala se fijaran en él. A pesar de no verle la cara, supe que una
sonrisa arrogante se acababa de formar en su rostro.
-Como
sus soldados toquen a alguno de mis hombres, le aseguro que su hija
no saldrá con vida de esta.- se dirigió a mi padre, quien me
observaba con el rostro pálido mientras gotas de sudor descendían
por su frente.
La
sala se sumió en un silencio absoluto.
-Bien.-
la sonrisa del joven se ensanchó- Ahora, nos dejarán salir del
palacio sin luchar.
Al
ver la ligera vacilación de mi padre, el joven bajó la punta de la
espada hasta colocarla a la altura de mi corazón, dando a entender
que me mataría si no cumplía con lo establecido
-Marcharos.-
dijo mi padre, dirigiéndose a los soldados.
Estos
hicieron una ligera inclinación de cabeza y salieron por la puerta.
-Bien.
Ya tiene lo que quería, ahora devuélvame a mi hija.-
El
joven soltó una pequeña carcajada tras de mí, sus hombres al
instante le siguieron.
-¿Me
ve cara de estúpido? ¿De verdad piensa que me viene rentable
devolverle a su hermosa hija?- rozó con sus labios mi cuello.
Sacudí
los hombros, pero este apretó más mi espalda contra su pecho.
-Sé
que en cuanto dejara de estar en peligro me mataría. Ya sabe, tantos
años de experiencia hacen a uno desconfiado.- sonrió mostrando los
dientes como un felino- Camina- me ordenó.
Sacudí
con la cabeza con tozudez, permaneciendo en el mismo sitio.
-De
todas las mujeres tontas y confiadas me tuvo que tocar la de mal
genio.- gruñó, mientras hundía la punta de su espada unos
centímetros en mi piel- ¿Caminará ahora o prefiere esperar a que
la mate?
Tragué
saliva y, tras unos segundos de vacilación, decidí hacer caso de lo
que me decía.
Los
invitados nos abrían el paso, sus rostros estaban pálidos y me
miraban aterrorizados, como si fueran ellos los que tuvieran la punta
de una espada clavada en la espalda.
El
joven, aún agarrandome de la cintura, me dirigió hacia fuera del
castillo. Todos los invitados al baile encabezados por mis padres,
nos siguieron.
Entonces
vislumbré a lo lejos un gran barco de desgastada madera aparcado en
el muelle. En cuanto estuvimos frente al barco, me revolví en los
brazos del joven, pero este no se apartó de mí.
-Ya
ha conseguido salir con todas las joyas que quería, déjeme ir.-
gruñí.
Pero
este, ignorándome por completo, me agarró con brusquedad del brazo,
y tapándome la boca para que no pudiera gritar, me metió de golpe
en el barco.
El
resto de hombres que formaban la tripulación empezaron a poner el
barco en marcha. Alzaron las velas y subieron el ancla, de manera que
ya no había nada que retuviera al barco en ese lugar.
A
lo lejos, vi como mi padre corría hacia el borde del muelle, mirando
con furia al joven, quien seguía tapándome la boca.
-Consiguió
lo que quería, le dejé marcharse sin luchar, teníamos un trato,
¡devuélvame a mi hija!- apenas pude oirlo a causa del viento que
chocaba con fuerza contra mis oídos.
El
joven quitó su mano de mi boca, de manera que quedé libre. Me
arrimé lo máximo que pude a la cubierta del barco.
-En
ningún momento prometí que fuera a dejarla libre.- gritó para que
mi padre pudiera oirle.
El
barco cada vez se alejaba más y más del palacio. Ya apenas podía
ver con claridad su rostro, pero no me costó demasiado adivinar como
estaría, después de que una panda de piratas hubieran secuestrado a
su única hija.
-¡Padre!-
grité.
Oí
como este pronunciaba mi nombre, prometiéndome que me rescatarían.
El
joven junto a mí, formó una arrogante sonrisa en su rostro,
mientras hacía una exagerada reverencia hacia mi padre.
-Un
placer haberle conocido, señor Pierce.- gritó.
Vislumbré
como junto a mi padre, había aparecido de nuevo el ejército que
protegía nuestro palacio, estos sacaron sus pistolas y dispararon
hacia el joven, quien esquivó cada una de las balas con elegancia,
sin dejar que ninguna de ellas le rozara.
Seguidamente
se dirigió hacia su tripulación y empezó a reír a carcajadas, de
manera que el resto de sus hombres lo imitaron.
Uno
de los hombres se estaba revolcando entre las joyas que habían
robado mientras que otro las mordía para comprobar que eran de oro
puro.
-Nos
pagarán un pastón por esto.- sus ojos desprendían alegría,
mientras contaba cada uno de los diamantes que había en la bolsa.
El
resto de la tripulación se unió a estos hombres, mientras que el
joven se quedó junto a mí, observando su botín satisfecho.
-Esta
vez si que te lo has montado bien, James.- dijo un hombre.
Llevaba
un parche negro cubriéndole el ojo derecho y le faltaban los dos
dientes delanteros superiores.
Desvió
su mirada del joven para posarla en mí, sus ojos me observaron de
arriba a abajo con atención, teniéndose más tiempo de lo debido
sobre mis pechos. Crucé los brazos algo incómoda.
-Y
encima traes contigo a la chica. Menudo par de pechos. Ya entiendo
porque te has llevado a esta en vez de a la morena que no te quitaba
los ojos de encima.-
Fruncí
el ceño, ¿cómo se atrevía a hablar de mí así? Desde luego, ese
hombre no tenía nada de educación.
-Controla
tu lenguaje delante de la señorita, Manson.- dijo el joven con
sarcasmo, sonriendo de medio lado- Si me sustituyes dos horas en el
timón te la regalo durante toda la noche.- le guiñó un ojo al
hombre.
Lo
miré con enfado.
-¿¡Qué
es eso de ir regalándome a la gente?!- repliqué, fulminando a ambos
con la mirada- Por si no habían advertido en ello, soy una persona,
no un juguete.
-La
chica es algo temperamental, pero estoy seguro de que con algo de
sexo se calmará.-
-Entonces,
¿trato hecho?- dijo el hombre esperanzado, alargando una mano hacia
James.
Este
fue a estrechársela en señal de que estaba conforme, pero lo aparté
de un manotazo antes de que pudiera hacerlo.
James
se giró de golpe y me miró, su cara estaba descompuesta formando
una mueca. Me crucé de brazos mirándolo desafiante.
-¿Qué
cree que está haciendo?- preguntó, con una tranquilidad que
consiguió erizarme los pelos de la nuca.
-Yo...
Solo...- aclaré la garganta- ¿¡Pretende que me quede de brazos
cruzamos mientras me va regalando como si fuera una prostituta?!
El
joven miró hacia el cielo, pude ver la rabia reflejada en sus ojos
dorados, se dirigió hacia el hombre al que había llamado Manson, y
con una mirada consiguió que este se marchara, acobardado.
Pude
oir el escandalo de los hombres a nuestras espaldas jugando con el
oro que habían obtenido, pero esto parecía haber pasado a segundo
plano, era como si tan solo existiera la mirada de pupilas doradas
del joven, me miraba con tal intensidad que empezaba a sentirme
intimidada.
Bajé
la mirada al suelo, sin poder soportar seguir mirándole a los ojos.
Me reprendí a mí misma por ello, ¿qué tenía aquel joven que lo
hacía tan aterrador?
En
cuanto me di cuenta, lo tenía a mis espaldas, apartando mi largo
cabello hacia un lado, dejando parte de mi cuello al descubierto.
Apoyó su cabeza en mi hombro, de manera que sus labios rozaron
ligeramente mi oreja.
-Usted
no se encuentra en posición de negociar, señorita, le recuerdo, que
con tan solo un movimiento de muñeca- desenvainó su espada ante mis
ojos- podría acabar con su vida.- volvió a guardarla en su
cinturón- A si que le recomiendo no cabrearme, nunca me he
considerado un hombre con mucha paciencia.
Tragué
saliva, sintiendo como mi pulso se aceleraba. Su cabello negro se
sacudió a causa del viento, provocando que un mechón, acariciara mi
mejilla con suavidad. Un pequeño escalofrío me subió por la
columna vertebral, consiguiendo congelar mis huesos.
-¿
Por qué me ha traido aquí?- le pregunté, en apenas un débil
susurro- Si quiere usarme de diversión para sus hombres, ya puede ir
olvidándose porque yo no pienso hacer nada de...
-Harás
lo que yo te diga y punto, Scarlett.- me interrumpió con brusquedad.
Lo
miré con el ceño fruncido.
-No
me gusta que me llame por mi nombre. Apenas le conozco.-
El
joven sonrió, pude ver un destello dorado en su sonrisa. Me
sorprendí al darme cuenta de que tenía un diente de oro, que
contrastaba radicalmente con su cara de ángel caído.
Mirándolo
así, con los rayos del sol impactándole en la cara, sí que tenía
cierto aire a pirata, ¿cómo es que no había advertido antes en la
pequeña cicatriz de su mejilla?
-Acabo
de secuestrarte, tenemos confianza.- me guiñó un ojo- Puedes
tutearme si quieres.
Me
crucé de brazos frunciendo el ceño.
-Ojalá
te pudras en el infierno.- escupí.
Pude
captar un brillo de diversión en sus ojos dorados, la sonrisa en su
rostro se ensanchó, como si aquel comentario hubiese sido un
cumplido, cuando era todo lo contrario.
-Ten
por seguro que lo haré.- respondió con burla- Por cierto, deja de
fruncir el ceño así, no quiero que te salgan arrugas.
Espera, es un pirata y la ha secuestrado?!! :OO Vale, ahora lo odio jajajaja xD . Sigue pronto a ver que pasa. Por cierto leer el nombre de James me hace pensar en el personaje de la otra novela xD
ResponderEliminarUh, amo cuando lso personajes se tratan de usted de esa forma. Y diablos, yo también quiero ser secuestrada de esa forma. JACK SPAROW VEN AQUI. Bueno, no. Jajajajaja:3 Aunque de lo mejor fue lo de EdwardXD.
ResponderEliminarBesos
Queremos mas!!
ResponderEliminarPorque no sigues escribiendo?
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