martes, 4 de febrero de 2014

Por donde lo mires. Cap 2

CAPÍTULO 2
-¡AHORA!- gritó, interrumpiéndome antes de que pudiera continuar.
En el momento justo en el que el joven pronunció estas palabras, unos hombres armados aparecieron en la sala. Muchas de las copas que sujetaban los invitados cayeron al suelo, provocando que un fuerte estallido resonara en la habitación. Todos contemplaban a aquellos hombres con la boca abierta y un sentimiento entre sorpresa y terror reflejado en sus ojos. Oí el chillido de una mujer mayor, a la que uno de los hombres le había arrebatado su collar de perlas. Tras estar unos segundos paralizados ante la sorpresa, los invitados reaccionaron y empezaron a gritar, imitando a la señora de antes.
Toda la sala era un caos, los hombres se dedicaban a amenazar a los invitados con sus espadas y robarles todo lo de valor que llevasen encima, estos, tras encogerse de miedo, acababan entregándoles lo que querían. Mientras tanto, algunos se escondían bajo las mesas y las mujeres, se refugiaban tras sus maridos, quienes tanto presumían de sus habilidades con la espada, y ahí se los veía, atemorizados y con el rostro totalmente pálido. Vislumbré a lo lejos a Edward, quien huía por el salón dando gritos, ignorando por completo a su madre que le suplicaba ayuda aterrorizada. A pesar de la caótica situación en la que nos encontrábamos, no pude evitar que una pequeña risa escapara por mi boca. Apuesto a que después de lo ocurrido, mis padres cambiarían de idea respecto al "magnífico" y "valiente" Edward.
Entonces volví a la realidad, dándome cuenta de que me encontraba parada en medio de la sala. En cuanto reaccioné, intenté huir, pero alguien me agarró por la cintura antes de que pudiera dar un paso.
-¿A dónde cree que va, señorita? ¿De verdad piensa que me he olvidado tan rápido de usted?- la voz de el joven de pupilas doradas sonó a escasos centímetros de mi oreja.
Apreté los dientes.
- Es imposible que hayan entrado tantos. Tenemos guardias en las entradas al palacio.- me retorcí en los brazos del joven, intentando, inútilmente liberarme de su agarre, pero nada de lo que hiciera parecía afectarle lo más mínimo.
Noté como este, a mis espaldas sonreía. Vi de reojo un rápido destello y en cuanto me di cuenta, la punta de su espada se encontraba a escasos centímetros de mi cuello. Podía sentir el frío metal contra mi piel desnuda.
-Haga el favor de estarse quieta. No me gustaría tener que usarla.-
A reñadientes, dejé de moverme.
-¿Cómo ha hecho para que entren todos sus hombres aquí?- le pregunté, respirando con dificultad.
-Ya le dije que era un mago.- respondió, adoptando un tono de burla en su voz.
A pesar de que no podía verme, rodé los ojos exasperada.
Entonces se oyó a lo lejos el sonido de unos pasos y, unos segundos después, el ejército que custodiaba el palacio de mis padres se encontraba rodeando la sala, con sus armas en mano, dispuestos a combatir a los ladrones.
-Parece que su plan no va a salir tan bien como pensaba.- dije, sonriendo.
-No cante victoria tan rápidamente, señorita.- replicó este- Soy un mago, y como tal, siempre tengo ases bajo la manga.
En cuanto uno de los soltados avanzó para luchar contra el ladrón, el joven que me sujetaba, gritó, provocando que todas las miradas de la sala se fijaran en él. A pesar de no verle la cara, supe que una sonrisa arrogante se acababa de formar en su rostro.
-Como sus soldados toquen a alguno de mis hombres, le aseguro que su hija no saldrá con vida de esta.- se dirigió a mi padre, quien me observaba con el rostro pálido mientras gotas de sudor descendían por su frente.
La sala se sumió en un silencio absoluto.
-Bien.- la sonrisa del joven se ensanchó- Ahora, nos dejarán salir del palacio sin luchar.
Al ver la ligera vacilación de mi padre, el joven bajó la punta de la espada hasta colocarla a la altura de mi corazón, dando a entender que me mataría si no cumplía con lo establecido
-Marcharos.- dijo mi padre, dirigiéndose a los soldados.
Estos hicieron una ligera inclinación de cabeza y salieron por la puerta.
-Bien. Ya tiene lo que quería, ahora devuélvame a mi hija.-
El joven soltó una pequeña carcajada tras de mí, sus hombres al instante le siguieron.
-¿Me ve cara de estúpido? ¿De verdad piensa que me viene rentable devolverle a su hermosa hija?- rozó con sus labios mi cuello.
Sacudí los hombros, pero este apretó más mi espalda contra su pecho.
-Sé que en cuanto dejara de estar en peligro me mataría. Ya sabe, tantos años de experiencia hacen a uno desconfiado.- sonrió mostrando los dientes como un felino- Camina- me ordenó.
Sacudí con la cabeza con tozudez, permaneciendo en el mismo sitio.
-De todas las mujeres tontas y confiadas me tuvo que tocar la de mal genio.- gruñó, mientras hundía la punta de su espada unos centímetros en mi piel- ¿Caminará ahora o prefiere esperar a que la mate?
Tragué saliva y, tras unos segundos de vacilación, decidí hacer caso de lo que me decía.
Los invitados nos abrían el paso, sus rostros estaban pálidos y me miraban aterrorizados, como si fueran ellos los que tuvieran la punta de una espada clavada en la espalda.
El joven, aún agarrandome de la cintura, me dirigió hacia fuera del castillo. Todos los invitados al baile encabezados por mis padres, nos siguieron.
Entonces vislumbré a lo lejos un gran barco de desgastada madera aparcado en el muelle. En cuanto estuvimos frente al barco, me revolví en los brazos del joven, pero este no se apartó de mí.
-Ya ha conseguido salir con todas las joyas que quería, déjeme ir.- gruñí.
Pero este, ignorándome por completo, me agarró con brusquedad del brazo, y tapándome la boca para que no pudiera gritar, me metió de golpe en el barco.
El resto de hombres que formaban la tripulación empezaron a poner el barco en marcha. Alzaron las velas y subieron el ancla, de manera que ya no había nada que retuviera al barco en ese lugar.
A lo lejos, vi como mi padre corría hacia el borde del muelle, mirando con furia al joven, quien seguía tapándome la boca.
-Consiguió lo que quería, le dejé marcharse sin luchar, teníamos un trato, ¡devuélvame a mi hija!- apenas pude oirlo a causa del viento que chocaba con fuerza contra mis oídos.
El joven quitó su mano de mi boca, de manera que quedé libre. Me arrimé lo máximo que pude a la cubierta del barco.
-En ningún momento prometí que fuera a dejarla libre.- gritó para que mi padre pudiera oirle.
El barco cada vez se alejaba más y más del palacio. Ya apenas podía ver con claridad su rostro, pero no me costó demasiado adivinar como estaría, después de que una panda de piratas hubieran secuestrado a su única hija.
-¡Padre!- grité.
Oí como este pronunciaba mi nombre, prometiéndome que me rescatarían.
El joven junto a mí, formó una arrogante sonrisa en su rostro, mientras hacía una exagerada reverencia hacia mi padre.
-Un placer haberle conocido, señor Pierce.- gritó.
Vislumbré como junto a mi padre, había aparecido de nuevo el ejército que protegía nuestro palacio, estos sacaron sus pistolas y dispararon hacia el joven, quien esquivó cada una de las balas con elegancia, sin dejar que ninguna de ellas le rozara.
Seguidamente se dirigió hacia su tripulación y empezó a reír a carcajadas, de manera que el resto de sus hombres lo imitaron.
Uno de los hombres se estaba revolcando entre las joyas que habían robado mientras que otro las mordía para comprobar que eran de oro puro.
-Nos pagarán un pastón por esto.- sus ojos desprendían alegría, mientras contaba cada uno de los diamantes que había en la bolsa.
El resto de la tripulación se unió a estos hombres, mientras que el joven se quedó junto a mí, observando su botín satisfecho.
-Esta vez si que te lo has montado bien, James.- dijo un hombre.
Llevaba un parche negro cubriéndole el ojo derecho y le faltaban los dos dientes delanteros superiores.
Desvió su mirada del joven para posarla en mí, sus ojos me observaron de arriba a abajo con atención, teniéndose más tiempo de lo debido sobre mis pechos. Crucé los brazos algo incómoda.
-Y encima traes contigo a la chica. Menudo par de pechos. Ya entiendo porque te has llevado a esta en vez de a la morena que no te quitaba los ojos de encima.-
Fruncí el ceño, ¿cómo se atrevía a hablar de mí así? Desde luego, ese hombre no tenía nada de educación.
-Controla tu lenguaje delante de la señorita, Manson.- dijo el joven con sarcasmo, sonriendo de medio lado- Si me sustituyes dos horas en el timón te la regalo durante toda la noche.- le guiñó un ojo al hombre.
Lo miré con enfado.
-¿¡Qué es eso de ir regalándome a la gente?!- repliqué, fulminando a ambos con la mirada- Por si no habían advertido en ello, soy una persona, no un juguete.
-La chica es algo temperamental, pero estoy seguro de que con algo de sexo se calmará.-
-Entonces, ¿trato hecho?- dijo el hombre esperanzado, alargando una mano hacia James.
Este fue a estrechársela en señal de que estaba conforme, pero lo aparté de un manotazo antes de que pudiera hacerlo.
James se giró de golpe y me miró, su cara estaba descompuesta formando una mueca. Me crucé de brazos mirándolo desafiante.
-¿Qué cree que está haciendo?- preguntó, con una tranquilidad que consiguió erizarme los pelos de la nuca.
-Yo... Solo...- aclaré la garganta- ¿¡Pretende que me quede de brazos cruzamos mientras me va regalando como si fuera una prostituta?!
El joven miró hacia el cielo, pude ver la rabia reflejada en sus ojos dorados, se dirigió hacia el hombre al que había llamado Manson, y con una mirada consiguió que este se marchara, acobardado.
Pude oir el escandalo de los hombres a nuestras espaldas jugando con el oro que habían obtenido, pero esto parecía haber pasado a segundo plano, era como si tan solo existiera la mirada de pupilas doradas del joven, me miraba con tal intensidad que empezaba a sentirme intimidada.
Bajé la mirada al suelo, sin poder soportar seguir mirándole a los ojos. Me reprendí a mí misma por ello, ¿qué tenía aquel joven que lo hacía tan aterrador?
En cuanto me di cuenta, lo tenía a mis espaldas, apartando mi largo cabello hacia un lado, dejando parte de mi cuello al descubierto. Apoyó su cabeza en mi hombro, de manera que sus labios rozaron ligeramente mi oreja.
-Usted no se encuentra en posición de negociar, señorita, le recuerdo, que con tan solo un movimiento de muñeca- desenvainó su espada ante mis ojos- podría acabar con su vida.- volvió a guardarla en su cinturón- A si que le recomiendo no cabrearme, nunca me he considerado un hombre con mucha paciencia.
Tragué saliva, sintiendo como mi pulso se aceleraba. Su cabello negro se sacudió a causa del viento, provocando que un mechón, acariciara mi mejilla con suavidad. Un pequeño escalofrío me subió por la columna vertebral, consiguiendo congelar mis huesos.
-¿ Por qué me ha traido aquí?- le pregunté, en apenas un débil susurro- Si quiere usarme de diversión para sus hombres, ya puede ir olvidándose porque yo no pienso hacer nada de...
-Harás lo que yo te diga y punto, Scarlett.- me interrumpió con brusquedad.
Lo miré con el ceño fruncido.
-No me gusta que me llame por mi nombre. Apenas le conozco.-
El joven sonrió, pude ver un destello dorado en su sonrisa. Me sorprendí al darme cuenta de que tenía un diente de oro, que contrastaba radicalmente con su cara de ángel caído.
Mirándolo así, con los rayos del sol impactándole en la cara, sí que tenía cierto aire a pirata, ¿cómo es que no había advertido antes en la pequeña cicatriz de su mejilla?
-Acabo de secuestrarte, tenemos confianza.- me guiñó un ojo- Puedes tutearme si quieres.
Me crucé de brazos frunciendo el ceño.
-Ojalá te pudras en el infierno.- escupí.
Pude captar un brillo de diversión en sus ojos dorados, la sonrisa en su rostro se ensanchó, como si aquel comentario hubiese sido un cumplido, cuando era todo lo contrario.
-Ten por seguro que lo haré.- respondió con burla- Por cierto, deja de fruncir el ceño así, no quiero que te salgan arrugas.


4 comentarios :

  1. Espera, es un pirata y la ha secuestrado?!! :OO Vale, ahora lo odio jajajaja xD . Sigue pronto a ver que pasa. Por cierto leer el nombre de James me hace pensar en el personaje de la otra novela xD

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  2. Uh, amo cuando lso personajes se tratan de usted de esa forma. Y diablos, yo también quiero ser secuestrada de esa forma. JACK SPAROW VEN AQUI. Bueno, no. Jajajajaja:3 Aunque de lo mejor fue lo de EdwardXD.
    Besos

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