lunes, 27 de enero de 2014

Capítulo 1, primer capítulo

¡Buenas!
Os traigo el primer capítulo de la nueva novela. Al final conseguí poner el código de Html para que no se pudiera copiar el texto de mi blog, así que ya podré publicar la nueva novela por aquí.
En fin, os dejo el primer capítulo (probablemente uno de los personajes os resulte familiar de la antigua novela).
Una joven de tez pálida con una vaga sonrisa en su rostro se reflejaba en el cristal de mi espejo. Me moví para verme de espaldas y ella realizó el mismo movimiento que yo. Su cabello rubio caía como una cascada de agua por sus hombros hasta acabar en tirabuzones justo a la altura del pecho, el cual sobresalía ligeramente a causa del apretado corsé. Vestía un largo vestido de falda amplia, con voluminosos volantes a ambos lados. El nerviosismo que adueñaban sus ojos marrones era demasiado evidente. Aparté la mirada del espejo mordiendome el labio inferior. Era normal que estuviera nerviosa. Era mi primer baile. En 17 años de vida, no había asistido a ninguno a pesar de pertenecer a una de las familias más ricas de Northreach, normalmente solía encontrar alguna excusa para no ir, pero esta vez no había vuelta atrás. Mis padres se habían encontrado realmente interesados en que asistiera a este, mencionaron que una familia amiga suya de la infancia asistiría, y que tenían un hijo de mi misma edad. Que dijeran esto me dio entender que estaban empezando a buscarme posibles pretendientes sin mi permiso, y eso me daba muy mala espina.
Pasé unos segundos en silencio, de pie en mi habitación, andando de un lado a otro esperando a que mis padres entraran en cualquier momento anunciándome que debía bajar. Tan solo se oía el pequeño reloj de arena en mi escritorio, el leve sonido de los granos de arena al chocar contra el cristal. Aquel sonido estaba empezando a ponerme de los nervios. Dejándome llevar por mi enfado y sin pararme a pensar, cogí el reloj y lo tiré contra el suelo, acabando al fin con ese sonido infernal. Los pedacitos de cristal esparcidos en el suelo mezclados con los granos de arena. Formé una mueca en mi rostro y, justo en ese instante entró mi madre, vestida con un elegante vestido turquesa ajustado en la cintura.
Abrió la boca para replicar pero entonces la cerró y tomó aire.
-No hay tiempo para esto, más tarde hablaremos.- dijo, utilizando un tono de voz frío- Los invitados están bajo, debemos ir ya. Apuesto a que están deseando conocerte.
Rodé los ojos y la seguí. Mientras bajábamos por las largas escaleras de caracol hasta el vestíbulo mi madre me fue recordando una por una las normas de educación básicas, como si yo me tratara de una niña pequeña sin modales algunos.
Finalmente llegamos. El salón principal del palacio en el que vivía con mis padres normalmente vacío ahora estaba repleto de gente a la que no conocía. Todos vestidos con elegantes trajes de etiqueta que me dio a entender que pertenecían a una clase social bastante alta.
Localicé a mi padre a lo lejos. Un hombre alto, de espalda ancha y sonrisa afable. Charlaba con una pareja, que supuse que debían de ser, aquellos viejos amigos de los que tanto me había hablado mi madre. Esta me hizo un gesto con la cabeza, indicándome que debía seguirla. Me hice paso entre la multitud. La gente, se giraba para verme, algunos con deseo, otras con envidia. Finalmente nos detuvimos frente esa pareja que hablaba con mi padre. Mi madre carraspeó, de manera que todas las miradas se volvieron hacia ella.
-Señor y señora Yanusso, no tienen ni idea de lo feliz que me hace que hallan podido venir.- dijo mi madre con una sonrisa en la cara haciendo una pequeña reverencia de saludo.
Estos le correspondieron el saludo.
-Es un honor estar aquí con ustedes. Llevávamos demasiado tiempo sin vernos, esta es una buena manera de reencontrarnos.- respondió el señor Yanusso sonriente.
Eché una vista alrededor en busca de algo con lo que entretenerme debido a mi gran aburrimiento, pero todo era normal, algunas parejas bailando y el resto mujeres, agarradas a sus maridos, quienes fumaban y hablaban con otros caballeros sobre negocios.
-Y esta hermosura que os acompaña debe de ser Scarlett.- dijo la señora Yanusso, clavando sus ojos verdes en mí.- La famosa Scarlett. Vuestra madre se quedó corta cuando dijo que érais hermosa.
Le hice una sutil reverencia.- Un placer conocerla señorita Yanusso.
La mujer sonrió.
-Tenéis que conocer a nuestro hijo, no andará demasiado lejos.- Desapareció entre la muchedumbre y cuando regresó, un apuesto joven volvía junto a ella. Era alto, de espalda ancha y fuertes brazos. Su cabello castaño claro casi rubio era liso y lo llevaba corto y bien peinado. Sus ojos eran verdes, exactamente igual que los de su madre. A pesar de su agraciado aspecto hubo algo en él que me disgustó, odiaba la forma en la que me miraba, como si fuera un objeto al que quería poseer en vez de una persona. Le dediqué una pequeña inclinación de cabeza que él al instante correspondió. Sus finos labios se curvaron formando una sonrisa.
-Está hermosa esta noche.- susurró, mientras dejaba un cordial beso en mi mano- Un placer conocerla, Scarlett.
No me gustó para nada la forma en la que pronunció mi nombre. De hecho, tampoco me gustó que pronunciara mi nombre, apenas nos conocíamos, no debía tomarse tantas confianzas.
Forcé una sonrisa en mi rostro, viendo como mi madre me obligaba con la mirada a que respondiera al joven.
-También es un placer para mí conocerle, señorito Yanusso.- dije finalmente, mirando de reojo a mi madre,quien había formado una sonrisa de alivio en su rostro.
-Por favor, no me llame así, para usted soy Edward.- dijo,sin apartar sus ojos verdes de los míos.
Le sostuve la mirada desafiante, si pensaba que yo era las típicas que se sonrojaban por nada la iba a llevar clara.
Mi madre abanzó un paso y echó una rápida mirada a la pista de baile. Su expresión me dio a entender lo que iba a decir y deseaba con toda mi alma que mi intuición fuera errónea por una vez. No podía obligarme a bailar con él.
Mi madre se dirigió hacia el joven formando una cálida sonrisa (que probablemente había ensayado antes frente al espejo).
-¿Qué tal si os lleváis a mi hija a la pista? Ella es algo tímida, pero si va con usted seguro que se anima.
Eché maldiciones en mi cabeza contra mi madre, mientras apretaba los puños.
Edward me dirigió una rápida mirada y seguidamente se volvió hacia mi madre.
-Será un placer.- me miró, ofreciéndome su brazo derecho- ¿Me acompañáis?
Tras quedarme unos instantes en silencio mordiéndome la lengua abrí la boca.
-Claro.- respondí secamente, mientras aceptaba su brazo.
Mi madre me miró con una sonrisa de satisfacción, había conseguido justo lo que quería.
El joven me llevó a la pista de baile, mientras me hablaba sobre las típicas cosas superficiales que tanto detestaba, yo me limitiva a asentir de vez en cuando con la cabeza, pero ciertamente, apenas le estaba escuchando.
-Entonces, Lerrysson prefirió aceptar el trato de Kendell cuando el de Harrison le salía mucho más rentable, ¿no le parece indignante?- al ver que no contestaba carraspeó- ¿Scarlett?
Me sobresalté y lo miré a los ojos, asintiendo con la cabeza.
-Tiene usted razón, Edward.- dije, sin poder evitar el tono aburrido de mi voz.
Por suerte, él pareció no advertirlo, y continuó hablando de cosas que no me interesaban.
Entonces empezó a sonar una de las canciones típicas de Northreach y cada uno agarró a su pareja para comenzar a bailar, siguiendo aquellos pasos que todo el mundo conocía de memoria.
Por desgracia para mí, la persona a la que más cerca tenía era Edward, por lo que este me sujetó de la cintura y comenzamos a bailar, uniéndonos al resto de parejas que estaban en la pista. Entonces llegó el momento en el que las mujeres debían dar un giro y pasar a bailar con el hombre que se encontrara a su izquierda, y eso hice, acabando frente a un atractivo joven que debía tener aproximadamente mi edad. Su cabello negro caía a mechones desordenados, dándole un aspecto salvaje y atrayente al mismo tiempo. Su tez bronceada contrastaba a la perfección con sus ojos, que eran de un tono dorado que nunca antes había visto, cubiertos por unas largas pestañas oscuras. Llevaba un chaleco negro y una camisa debajo de este, su corbata estaba desabrochada y llevaba las mangas subidas hasta los codos, dándole un toque informal. Su clavícula desnuda dejaba visible una frase escrita con tinta negra: "Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar a ser".
El joven sonrió de medio lado, provocando que un hoyuelo se formara en su mejilla derecha.
-¿Le gusta lo que ve?- preguntó, alzando una ceja divertido.
Aparté la mirada de su clavícula para mirarle a los ojos, notaba como un suave rubor empezaba a formarse en mis mejillas.
-Estaba leyendo la frase.- dije, luchando contra el temblor de mi voz- ¿Le gusta Dickens?
El joven me agarró de la cintura y me alzó, como habían hecho el resto de las parejas. Una suave descarga de energía recurrió mi columna en cuanto sus dedos se posaron sobre mí. Bailaba con gracia, siguiendo cada uno de los movimientos a la perfección.
-Me considero un gran fan de Dickens.- respondió, mientras me dejaba en tierra de nuevo.
Sus ojos dorados no se apartaron ni un instante de mí, al igual que yo tampoco los aparté de él.
-¿Me creería si le dijera que me he colado en este baile solo para comprobar con mis propios ojos si es usted tan bonita como me habían hecho saber?- preguntó, mientras juntaba la palma de su mano con la mía.
Empezamos a dar vueltas, siguiendo la misma dirección que el resto de parejas.
-Pensaría que es usted una especie de acosador.- respondí finalmente.
Sus ojos dorados relucieron, recordándome a los de un felino apunto de atrapar a su presa.
Sus labios se curvaron en una sonrisa.
-Buena contestación. Sin duda es usted muy diferente a como me esperaba que sería una dama perteneciente a una de las familias más ricas.
-¿Acaso no es usted de una clase social tan alta como la mía?- dije, mirándolo con curiosidad- Dudo que mis padres invitaran a alguien de clase baja.
Este mientras me daba una vuelta, aprovechó para acercarse a mí. Sentí su suave aliento en mi oreja.
A pesar de no estar viéndole la cara, supe que estaba sonriendo.
-No dije en ningún momento que me hubiesen invitado.- susurró, mientras me colocaba de nuevo frente a él.
Alcé una ceja molesta. Ya entendía lo que intentaba hacer. Pensaba que mintiéndome e inventando estupideces heróicas como que se había colado en la fiesta conseguiría que cayera rendida a sus pies. La llevaba clara.
El joven frente a mí sonrió. Su mirada de ojos dorados irradiaba superioridad hasta el punto de hacer que me sintiera realmente pequeña comparada con él.
-Piensa que estoy mintiendo y que lo invento todo para intentar cortejarla.- la sonrisa en su rostro se ensanchó.
-¿Cómo sabe...-
-Justamente lo que estaba pensando.- finalizó la frase impidiéndome continuar- Lo veo en su mirada. Soy un mago, ¿sabe?
Las personas a nuestro alrededor en la pista de baile, acababan de cambiar de pareja, siguiendo el ritmo de la música, pero yo permanecí con aquel extraño joven de ojos dorados, a pesar de la mirada de desesperación que me dirigió Edward, dando a entender que él deseaba bailar conmigo.
Lo ignoré por completo y me dirigí hacia el joven, quien me miraba divertido.
-Parece que su pretendiente reclama a su pareja de baile.- comentó.
Fruncí el ceño.
-Ese idiota no es mi pretendiente y no creo que vaya a morirse por bailar con otra persona.- resoplé rodando los ojos.
-Ese vocabulario no es apropiado en una dama.- señaló, sonriendo de medio lado.
-¿Enserio va a hablarme usted a mí de vocabulario?- repliqué- Aparte, no me cambie de tema. Osea, usted es un mago que se ha colado en un baile de gente de clase alta. ¿De verdad pretende que me lo crea?
El joven dirigió la mirada a mi clavícula, concretamente a la gargantilla de oro que se ajustaba a mi cuello con elegancia. Alzó la mano y sujetó entre sus dedos el pequeño rubí de mi collar. Un leve escalofrío subió por mi cuerpo en cuanto sus dedos rozaron mi clavícula.
-Bonito collar.-murmuró, mirándolo con aparente curiosidad- El rubí, es verdadero, ¿cierto?
Alcé la mirada y clavé mis ojos en sus pupilas doradas.
-Sí, fue un regalo por mi 16 cumpleaños.-
El joven sonrió maliciosamente, dejando de nuevo, el collar caer en mi clavícula.
-Dentro de unos segundos podrá comprobar por usted misma que no estaba mintiendo.- dijo el joven, avanzando un paso hacia mí.
-Pero, como...-

- ¡AHORA!- gritó, interrumpiéndome antes de que pudiera continuar.


En fin, esto es todo jajaja
No quiero decir aún el tema de la novela, quiero que sea sorpresa para dejaros con la intriga (aunque en WattPad sí que aparece...JAJAJA)

Por cierto, ¡ya decidí que voy a hacer con la otra novela! No la voy a abandonar, pero sí que la voy a reescribir entera, y esta vez, ambientada en la edad contemporánea (creo que con una novela en la edad moderna es suficiente). A si que, en cuanto lleve algo iré colgando los capítulos reescritos por aquí.
Bueno, eso era todo lo que quería deciros, ¡no os olvidéis de comentar!
Byeee

2 comentarios :

  1. Me encanta, me he enamorado del mago del baile e.e. Me fascinan las historias ambientadas en épocas anteriores a la nuestra con damas y caballeros por doquier. Son muy bonitas. Tengo ganas de seguir leyendo que quiero saber que ha pasado. Por cierto lo de la otra novela me parece fantastico, ya me estaba dando pena que la dejaras. Nos vemos pronto :D

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  2. Me gusto mucho, pero como de costumbre me dejas con la intriga!!!! es que haces lo mismo desde hace 2 años!!!! jajaja Buuuueeno espero el capitulo siguiente!!! Besos!!! :)

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