CAPITULO
13, SEGUNDA PARTE
Corría
como nunca antes lo había hecho. Sentía el fuerte latir de mi
corazón contra mis oídos y notaba como mis piernas empezaban a
debilitarse, pero nada de eso me impedía continuar. Tenía que salir
de allí, debía salir de allí.
Una
vez llegué al bosque me detuve, Erick estaba detrás de mí.
-¿Qué
vamos a hacer ahora?- jadeé, dejandome caer sobre un árbol cercano
para recobrar el aliento- Si vamos volando y nos alcanzan será mucho
peor.
La
mirada calculadora de Erick recorría todo el lugar.
Entonces
sentimos el sonido de unas pisadas provenientes de detrás de un
arbusto.
El
ángel se puso en guardia, pude advertir como los músculos de sus
brazos se tensaron mientras sacaba una pequeña daga dorada de su
cinturón.
-Lena.-
la voz de Naomi resonó en el inmenso silencio que adueñaba el
lugar.
Abrí
los ojos como platos. La sangré de mis venas se congeló al oír el
sonido de la voz de mi mejor amiga llamádome.
-¡Naomi!
¡Tienes que salir de aquí!- exclamé alarmada- Yo ya me iba a casa
de mis tíos, una carroza me está esperando.-mentí.
Seguidamente
me di cuenta de lo muy estúpida que había sonado mi excusa. ¿Cómo
iba una carroza a recogerme en medio del bosque?
-No
te molestes Lena, sé que estás mintiendo. ¿Por qué te irías con
él a casa de tus tíos?- miró hacia donde estaba Erick- Y... ¿De
qué narices estaba hablando antes? Dijo... Dijo algo de que habías
utilizado tus poderes. ¿Qué poderes?- se detuvo durante un momento,
cogiendo aliento- ¿Qué..qué está pasando Lena?
Le
dirigí una mirada de nerviosismo a Erick. ¿Cómo es que Naomi había
podido verle todo este tiempo? Recuerdo perfectamente que él me dijo
que solo yo podría verle. Y Naomi no era ni un ángel ni un
demonio...¿O sí?
Borré
ese último pensamiento de mi cabeza rápidamente, Naomi no podía
ser ninguna de las dos cosas, yo lo habría sentido.
Entonces,
¿qué era lo que había ido mal?
Mire
a Erick, quien avanzó un paso hacia la anonadada Naomi.
La
forma en que la miraba me dio a entender que Erick sí que sabía lo
que era Naomi.
-Antes
de ir a la academia, ¿con quién vivías?- le preguntó el ángel,
clavando su brillante mirada de ojos azules en ella.
-Pues...
Vivía con mi madre y mi hermano.- respondió Naomi, con la duda
pintada en su rostro- ¿Por... por qué me preguntas esto?-
tartamudeó.
-¿Y
tu padre?- continuó Erick, ignorando por completo su anterior
pregunta.
Naomi
frunció los labios, mientras bajaba la mirada al suelo.
-Mi
padre falleció nada más nacer yo.- respondió débilmente.
Miré
a Naomi con tristeza. Ella nunca hablaba de su familia conmigo. Ahora
entendía porque no lo hacía.
-¿Tienes
una marca de nacimiento con forma de estrella en el hombro?- preguntó
el ángel, mirando a Naomi con aparente curiosidad.
Esta
abrió la boca sorprendida. Y lo miró, sin dar a crédito lo que
acababa de escuchar.
-¿Có...cómo
sabes tú eso?- preguntó mientras se bajaba la manga del vestido
dejando ver la estrella.
Miré
a Erick sin comprender a donde quería llegar.
-¿A
qué viene todo esto?- dije.
Este
se giró para contestarme, pero antes de que pudiera abrir la boca,
oí unas pisadas que se acercaban a nosotros.
-¿Naomi?
¿Naomi, estás ahí?- dijo una voz que se me hizo extremadamente
familiar. La voz de Christian.
Toda
la tensión que se había apiadado de mi cuerpo disminuyó,
consiguiendo que los músculos de mi cuerpo se relajaran de nuevo.
Pero
esta repentina paz no duró demasiado. Ya que, de pronto, una
profunda oscuridad se adueñó de todo el lugar, impidiéndome ver.
Sentí
como una mano entrelazaba sus dedos con los míos, por su tacto
rugoso supuse que era la de Erick.
La
inmensa oscuridad cesó al cabo de unos segundos. Examiné a mi
alrededor sin comprender que había pasado, y entonces fue cuando lo
vi. El demonio que me había torturado tenía a Christian atrapado,
con un cuchillo de hoja dorada sobre su cuello. Junto a él se
encontraba Emily. Esta vez vestida con traje de batalla. Su corto
cabello rubio estaba revuelto a causa del viento.
-¿Emily?-
oí a Naomi decir junto a mí.
-No
es quien tú piensas que es.- dije con frialdad- No es nuestra amiga.
Nunca lo ha sido.
Christian
bajo el agarre del demonio hacía tremendos esfuerzos por soltarse,
pero nada de lo que pudiera hacer parecía perjudicar al demonio,
quien lo agarraba con una increíble facilidad.
El
demonio bajó la manga de Christian, dejando al descubierto, una
marca con forma de estrella en su hombro.
Formó
una maliciosa sonrisa en su rostro, consiguiendo que se me erizaran
los pelos de la nuca.
-Vaya,
vaya, vaya... Un nefilim.- dijo el demonio, con una sonrisa de
triunfo aún en su rostro- Bueno, mejor un medio ángel que nada.
Tras
decir estas palabras desvió el cuchillo dorado del cuello de
Christian para clavárselo en el corazón.
Sentí
como si todo el mundo se hubiera congelado a mi alrededor. Oía los
gritos constantes de Naomi a mi lado, quien llamaba a su hermano sin
obtener respuesta. El demonio reía. Y Erick me atraía hacia él,
rodeándome con sus brazos para darme consuelo.
Pero
todo esto se me hacía extrañamente indiferente, como si nada
estuviera pasando realmente, como si fuera una simple ilusión.
En
mi cabeza se formaban una imagen tras otra, teniendo al joven de ojos
color miel como protagonista en todas ellas.
Christian
en la enfermería abrazándome, guiándome hacia mi habitación el
primer día de la academia, estudiando juntos en la biblioteca y por
último, Christian confesándome lo que sentía por mí.
Sentía
como si hubieran arrancado una parte de mi ser, lánzandola al
avismo. Un pequeño pedacito de mí, perdido. Un gran amigo, que
había fallecido por mi culpa.
Sentí
como algo húmedo empezaba a empañar mis ojos y descender por mis
mejillas. Estaba llorando.
Aquel
sentimiento de culpabilidad me estaba matando por dentro. Si yo no
hubiera venido a despedirme o, si simplemente me hubiera atrevido a
aceptar lo que él sentía por mí en vez de persuadirlo con mis
estúpidos poderes, probablemente él estaría vivo.
Un
sentimiento de rabia empezó a estenderse por mis venas, mis ojos,
cegados por un odio que nunca antes había experimentado.
Miré
a mi alrededor. Una pequeña lucha se había empezado a llevar a
cabo.
Erick
tenía las enormes alas blanquecinas desplegadas y se abalanzaba
contra Emily y el demonio, usando como arma una gran espada dorada
con rubís en la empuñadura.
Mientras
tanto, Naomi lloraba desconsolada junto al cuerpo inerte de su
hermano, por suerte nadie se había fijado en ella, por lo que no
estaba en peligro. Pensé en ir junto a ella, pero entonces me fijé
en Erick. Tenía una profunda herida en la pierna y luchaba él solo
contra dos personas. Definitivamente él necesitaba más mi ayuda.
Saqué
una de las armas blancas que había cogido prestada de la sala de
entrenamiento antes de mancharme. Era una pequeña daga, pero en
cuanto mis dedos rozaron su empuñadura, esta se transformó en una
enorme espada de hoja afilada.
Fui
directa hacia el demonio, con mis ojos cargados de ira. Ignoré por
completo la mirada de Erick, quien me pedía a gritos que saliera de
allí.
Arremetí
contra el demonio sin saber lo que hacía. Había perdido totalmente
el control de mi cuerpo, que parecía funcionar guiándose por el
odio que corría por mis venas.
El
demonio contra el que luchaba esquivaba mis golpes con agileza, aún
con esa arrogante sonrisa en su rostro. Cuantas ganas tenía de
borrársela.
-Vaya...
Parecías más indefensa cuando te torturé. Por lo visto la señorita
ha estado entrenándose.- dijo él demonio, mientras esquivaba de
nuevo uno de mis golpes diréctos al corazón- ¿Sabes?Tu técnica de
lucha. Es exáctamente igual que la de tu madre. La reconocería en
cualquier parte ya que es igual que la mía. Ella fue quien me
entrenó.
Choqué
su espada contra la mía, consiguiendo que no alcanzara mi brazo
izquierdo.
Mi
odio hacia el demonio aumentó en cuanto oí sus últimas palabras.
Mi madre lo había entrenado. Mi madre, había entrenado al asesino
de mi mejor amigo.
Estos
pensamientos hicieron que arremetiera contra el demonio con más
fuerza de la debida. Este lo esquivó y, aprovechando que me paré a
recobrar el aliento a causa de la energía gastada en el golpe,
dirigió su espada hacia mi pierna con una rapidez que nunca antes
había visto, provocando un profundo corte en ella. Intenté ponerme
en guardia de nuevo, pero perdí el equilibrio, cayendo al suelo. Un
pequeño gemido de dolor escapó por mi boca en cuanto la profunda
herida chocó de bruces contra el suelo.
Estaba
empezando a perder sangre. Por no hablar de la horrible sensación de
mareo.
Oí
el sonido atronador de la risa del demonio, que llegaba a mi mente
como si fuera una especie de eco lejano.
Se
me empezó a nublar la vista.
-¿De
verdad pensabas, que podrías vencerme?- dijo el demonio, utilizando
su habitual tono burlón- Sé todos tus movimientos. Eres igualita a
tu madre.- empezó a reírse a carcajadas, provocando que se me
erizaran los pelos de la nuca.
Oí
un pequeño ruído metálico procedente de mi mano derecha. Sentía
un frío metal contra mis dedos. Dirigí la mirada hacia allí. La
espada que había estado blandiendo había vuelto a su tamaño
original. Una pequeña daga. La apreté con fuerza entre mis dedos.
El
demonio se dirigió hacia Erick, a quien le sangraba un corte del
brazo. Tenía la cara repleta de sudor y las manos manchadas de
sangre, al igual que el filo de su espada. Lo miré asustada, pero
entonces advertí en el cadáver de una chica rubia a sus pies. La
sangre no era suya. No pude evitar que un suspiro de alivio escapara
por mi boca.
-Te
mataría si no fuera porque Miguel no quiere que lo haga.- dijo el
demonio, dirigiéndose hacia Erick- Él aún tiene la esperanza de
que vuelvas con nosotros. Amor de padre, supongo.- dijo el demonio,
encogiéndose de hombros.
Erick
apretó con tal fuerza la espada que temí que fuera a romperla. Su
rostro estaba rojo de ira.
Entonces
una imagen pasó por mi mente. Eren, lanzando cuchillos contra una
diana. Si ella acertaba siempre en el centro, ¿por qué no podía
lograrlo yo? El demonio estaba a unos 20 metros de mí. Era un blanco
difícil pero, ¿qué otra opción me quedaba?
Cogí
con fuerza el mango de la daga y lo lancé, imitando los movimientos
que había visto hacer a Eren.
Observé
concentrada la trayectora de la daga por el aire hasta que esta se
clavó en la espalda del demonio, a la altura del corazón.
Expulsé
el aire que había estado comprimiendo en mis pulmones, mientras una
sonrisa de triunfo se formaba en mi rostro. Erick contempló
sorprendido, como el cuerpo inerte del demonio caía al suelo.
Seguidamente corrió hacia mí, mirando la sangre que manchaba la
tela de mi vestido con preocupación.
-Estás
herida.- se arrodilló junto a mí y me subió el vestido hasta la
altura de la herida, un poco más arriba de las rodillas.
Mi
rostro se ruborizó mientras él examinaba la zona herida. Rompió un
pedazo de tela del dobladillo de mi vestido y lo ató habilidosamente
alrededor de la herida.
-Esto
hará que aguantes durante el viaje.- dijo, mientras me apartaba el
pelo de la cara con suavidad.
Noté
como las lágrimas empezaban a descender por mis mejillas. Miré a
Erick, quien seguía apretando el trozo de tela contra la herida.
Estaba vivo. Me eché a sus brazos, rodeándolo por el cuello. A
pesar de que me había dicho a mí misma que me controlase, no había
podido evitarlo. Necesitaba tenerlo cerca.
Noté
como este, a su vez, me rodeaba con sus brazos, haciéndome sentir
segura. Hundí la cabeza en su pecho, manchando su camisa de lágrimas
y sangre. Este me acarició el cabello, meciéndome en sus brazos.
-Ha
sido increíble lo que has hecho, Lena. Hoy has recibido tu primera
clase de entrenamiento y aún así, has podido defenderte con
desparpajo con la espada.- dijo- Por no hablar del último cuchillo
que has lanzado. Tienes buena puntería.
Me
encogí de hombros.
-Tuve
suerte.- respondí, quitándole importancia.
-Estoy
convencido de que no fue suerte. Tienes un don, Lena. Solo que aún
no lo has desarrollado.-
Eché
una mirada hacia Naomi, quien seguía junto al cadaver de su hermano.
-¿Qué..qué
es un nefilim?- balbuceé.
-Son
aquellos humanos que poseen sangre de ángel en sus venas. El padre
de Naomi debía de ser un ángel.- explicó Erick.
-¿Es
por eso por lo que ella podía verte?- este asintió con la cabeza-
Ella... Nunca me lo dijo...- murmuré, algo decepcionada.
-Por
la forma en la que hablaba, dudo que ella misma lo supiera.-
Mi
mirada pasó de Naomi al cadaver que yacía junto a ella. Él corazón
se me encogió mientras el sentimiento de culpabilidad volvía a
adueñarse de mi ser.
-Sé
lo que estás pensando. No es tu culpa Lena.- dijo Erick seriamente-
Tú no sabías que ellos iban a seguirte. Y aunque no hubieras venido
hoy a despedirte, ellos habrían encontrado alguna manera de volver a
verte. Es lo que tiene la amistad. Ellos te seguirían a cualquier
parte aunque tú no quisieras, al igual que tú harías con ellos.
Suspiré,
mientras sentía como mis ojos se empañaban a causa de las
lágrimas.
-¿Qué
vamos a hacer con Naomi? No puedo marcharme ahora sin más y dejarla
aquí sola.-
Clavé
mis ojos en las pupilas azules de Erick, quien parecía estar
pensando sobre que responderme.
-Ella...
Tendrá que venir con nosotros al refugio. Tenemos que explicárselo
todo.-
Me ha encantado el capi, pero he llorado en partes... Quiero el siguiente!!!!!!!
ResponderEliminarBesos con sabor a zanahoria<3
Me ha gustado mucho el capitulo y como siempre quiero MAS!!
ResponderEliminar:) Sigue asi!
HIJA DEL MAL! COMO SE TE OCURRE MATARLO. DIJE POR EL GRUPO QUE NO IBA A LEER EL CAPITULO PORQUE SABIA QUE IBAS A MATAR A ALGUIEN, NUNCA PENSE EN EL D: Cai en la tentacion -.-" Te matare Admii, lo hare...
ResponderEliminarHIJA DEL MAL! COMO SE TE OCURRE MATARLO. DIJE POR EL GRUPO QUE NO IBA A LEER EL CAPITULO PORQUE SABIA QUE IBAS A MATAR A ALGUIEN, NUNCA PENSE EN EL D: Cai en la tentacion -.-" Te matare Admii, lo hare...
ResponderEliminarHola!!! Por que?!? por que lo has matado?!? :( me encanto el capitulo y otro otro otro yaaaa jajajaj bueno FELIZ AÑO!!!! espero que este año sea genial para ti y todo el mundo jajaja asi que espero el siguiente capitulo!!!! Y Maria es que escribes completamente genial!!! deberias escribir un libro y yo sere tu manager ;) jajaja. Besos!
ResponderEliminarDios O-O Excelente capítulo, aunque muero porque sigas escribendo:3
ResponderEliminarBesos