CAPÍTULO
13: PRIMERA PARTE
Miré
a Erick fijamente durante unos segundos y, seguidamente carraspeé,
dando a entender que iba a decir algo. Este se separó de la pared
para sentarse en una silla enfrente de la mía.
-Bien.
Probablemente debes de estar preguntándote porque te he llamado.-
comencé- El caso es, que una idea lleva rondando por mi cabeza todo
el día y, sé que lo más seguro es que no estés de acuerdo,
pero...
-Ve
al grano.- me interrumpió Erick alzando una ceja.
-Pues
verás. Quiero ir a la academia a despedirme de Naomi y Christian.-
Erick abrió la boca para replicar, pero hablé antes de que él
pudiera hacerlo- Sé que vas a decir que no, y que es demasiado
peligroso después de lo ocurrido con Emily y blablabla- me apresuré
a añadir- Pero quiero que me escuches antes de negarte
rotundamente.- el ángel cerró la boca y se cruzó de brazos,
esperando a que hablara- Tengo la impresión de que estaré en este
refugio por mucho tiempo y no regresaré a la academia. Me gustaría
poder hablar con ellos y, por lo menos, darles una explicación,
aunque sea mentira, de mi repentina huida.
Erick
se llevó la mano a la cabeza, sacudiéndose el pelo. Un gesto
habitual en él cuando no sabía que hacer.
-Nosotros
podemos encargarnos de eso.- respondió el ángel, mirándome a los
ojos- Podemos mandar a demonios que se metan en las cabezas del
director de la escuela y tus amigos. Inventarán una razón por la
que te hayas marchado de la academia. Nadie sospechará nada.
-Erick,
sabes perfectamente que eso no es lo que yo quiero.- repliqué- Ellos
fueron como una especie de familia para mí mientras estuve en la
academia. Me gustaría poder verlos una última vez.- susurré- Por
favor.
Este
giró la cabeza hacia un lado y se mordió el labio inferior, tras
unos segundos, volvió a mirarme, soltando un suspiro.
-No
sé como lo haces.- murmuró.
-¿Hacer
el qué?- pregunté, frunciendo el ceño extrañada.
Este
resopló, alzando sus ojos azules hacia el techo.
-Convencerme.-
respondió- Con unas palabras tiernas y cara de pena siempre
consigues que me derrita.- bromeó él.
Me
encogí de hombros, mientras una sonrisa de triunfo se formaba en mi
rostro.
-El
poder femenino es lo que tiene.- dije.- Entonces, ¿vas a acompañarme
a la academia o no?
-Como
sé que, aunque ahora me negase, tarde o temprano conseguirías
convencerme, está bien, te acompañaré.- dijo, rodando los ojos
mientras se levantaba de la silla.
-Voy
a ponerme un vestido.- dije, mientras le abría la puerta de mi
habitación cortésmente- Te espero en el salón principal dentro de
una hora.
***
Puntual
como un reloj, allí estaba él. El cabello castaño le caía a
mechones desordenados sobre la cara. Sus oscuras y largas pestañas
creaban una pequeña sombra en sus hermosos ojos azules, que me
observaban como si fuera la única persona en la sala. Vestía una
casual camisa blanca, arremangada por los codos, acompañada con unos
pantalones negros y un par de zapatos del mismo color.
Le
hice un gesto con la cabeza, y, en silencio, salimos del refugio. Una
vez fuera, puso una mano en mi hombro, provocando que yo me girara
para mirarlo. Este clavó sus ojos azules en mí fijamente.
-Si
quieres que te lleve a la academia, tienes que prometerme algo. No
permaneceremos más de 1 hora allí, por lo que procura no
entretenerte con tus despedidas.- dijo seriamente- Y, por supuesto,
ni se te pase por la cabeza utilizar tus poderes mientras estemos
allí, ya que cualquier ángel o demonio podría localizarnos.
¿Entendido?
Asentí
con la cabeza, mostrándome conforme con el plan.
-Una
cosa más.- dijo el ángel- Cuando estemos allí te estaré vigilando
de lejos. Tus amigos no me verán. La única que podrá verme eres
tú.- tras decir estas palabras, Erick se alejó unos pasos de mí.-
Yo de ti me apartaba, sé que te molesta la luz blanca que emiten
nuestras alas cuando las sacamos.
Di
unos pasos hacia atrás y me di la vuelta, cerrando los ojos.
Tras
unos minutos en silencio sentí una presencia a mis espaldas y una
pequeña pluma que me rozaba la mejilla.
-Ya
te puedes girar.- susurró Erick cerca de mi oído de manera que su
suave aliento chocó contra mi cuello desnudo.
Me
di la vuelta, acabando a escasos centímetros del ángel de ojos
azules. Un pequeño hormigueo se formó en mi estómago. Lo tenía
tan cerca, que, con solo alargar el brazo unos centímetros podría
acariciar sus blanquecinas alas. Me entraron unas tremendas ganas de
hacerlo.
-¿Có...Cómo
vas a llevarme a la academia?- balbuceé, desviando la mirada hacia
un lado.
Este
formó una media sonrisa en su rostro.
-Volando,
¿no es obvio?- dijo, alzando una ceja.
Me
regañé a mí misma por hacer preguntas tan tontas. Siempre que me
ponía nerviosa acababa soltando alguna tontería.
Erick
entrelazó sus dedos con los míos y me atrajo hacia él. Estaba tan
sumamente cerca, que su nariz rozaba mi frente.
-Pon
tus pies sobre los míos.- susurró, cerca de mi oído.
Asentí
con la cabeza, y así hice.
-¿Cómo
piensas...?- no me dio tiempo a terminar la frase, ya que empezó a
batir sus alas fuertemente, provocando que comenzáramos a ascender.
Estuve
a punto de caer, pero entonces él me rodeo por la cintura,
atrayéndome hacia sí mismo. Me aferré con fuerza a su camisa y
undí la cabeza en su pecho.
-Ya
estamos estables.- dijo Erick, de manera que decidí despegar mi
cabeza de su camisa.
Me
atreví a mirar hacia abajo. El refugio de la APU parecía una
pequeña casita de muñecas desde tan alto. Los árboles, eran como
puntitos verdes esparcidos en un lienzo.
El
aire fresco golpeándome en la cara y la sensación de altitud me
hacía sentir ligera y libre como un pájaro.
-Esto
es increíble.- murmuré.
-No
mires solo hacia abajo.- susurró él, mientras alzaba la mirada al
cielo lleno de estrellas.
Hice
lo mismo que él, admirando el suave brillo de las estrellas y la
ténue luz que emitía la luna llena.
-En
momentos como este me da por pensar. El universo, el mar, la tierra,
el agua, el fuego, los seres vivos... Todo, cosas creadas por Dios. Y
yo me pregunto, ¿por qué crear un mundo que luego va estar lleno de
caos, destrucción e injusticias?
-Por
el amor.- contesté, clavando mi mirada en sus ojos azules.- Pequeños
momentos de amor, hacen que toda la destrucción desaparezca durante
unos instantes. El amor nos hace fuertes y nos ayuda en los peores
momentos.
-Probablemente
tengas razón.- dijo Erick, mientras volvía a alzar la mirada al
cielo.
-¿Alguna
vez lo has visto?- le pregunté- A Dios, quiero decir.- añadí
rápidamente.
-Solo
los arcángeles tienen el honor de verlo. Yo solo soy un simple ángel
guardián.- murmuró- Debería ser un arcángel, pero, después
del... Incidente, dudo que lo sea.
-¿Qué
incidente?- me apresuré a preguntar.
Este
clavó la mirada en un punto detrás de mí, ignorando por completo
mi pregunta.
-Ya
hemos llegado.- comentó.
Decidí
no sacar más el tema, ya que lo más probable es que lo volviera a
evitar, como acababa de hacer.
Tras
unos instantes de despegue, mis pies tocaron al fin tierra firme.
Eché
en falta la sensación de libertad que había experimentado unos
segundos atrás.
Miré
a Erick, quien me hizo un gesto con la cabeza indicándome que
empezara a andar, que él iría detrás mía.
Me
adentré en la academia, sintiéndome repentinamente nerviosa. Alcé
la mirada hacia el enorme reloj que se alzaba en la pared de la
entrada. Eran las tres de la tarde, por lo que deberían estar
comiendo.
Me
dirigí a grandes zancadas hacia el comedor principal. No podía
perder tiempo, tan solo tenía una hora. Sentí la presencia de Erick
tras de mí, como si fuera una especie de escudo protector.
"
Mi ángel guardián" pensé, provocando que una pequeña sonrisa
se formara en mi rostro.
Finalmente
llegué al comedor, frené bruscamente, haciendo que casi tropezara
con el dobladillo de mi vestido. Sentí como alguien reprimía una
risa a mis espaldas.
Fulminé
al joven de ojos azules con la mirada, quien hacía tremendos
esfuerzos por no soltar una carcajada.
-No
tiene gracia idiota.- entonces me di cuenta de que la gente no podía
ver a Erick.
"
Genial, ahora la gente pensará que estoy loca" pesé, mientras
me adentraba en el comedor, buscando a Christian y Naomi con la
mirada.
Finalmente
los encontré. Ambos hermanos comían en una mesa algo apartada del
resto.
Me
acerqué a ellos con nerviosismo, secándome mis sudorosas manos en
la falda del vestido. No sabía que iba a decirles cuando me
encontrara contra ellos. Llevaba todo el camino pensando en eso, y
elaborando un pequeño guión en mi cabeza.
En
cuanto me encontré frente a ellos, todas mis ideas se esfumaron de
golpe.
-Hola.-
saludé timidamente.
Estos
alzaron la mirada de su plato de macarrones. En cuanto sus ojos se
toparon con los míos, sus rostros cambiaron por completo,
adquiriendo una expresión de sorpresa mezclada con felicidad.
-¡Lena!-
dijeron mientras se levantaban de golpe a abrazarme.
Una
vez terminaron de asfixiarme se apartaron de mí. Analizándome de
arriba a abajo.
-Estás
rara.- comentó Naomi- ¿Has estado haciendo ejercicio, o algo así?
Pareces más fuerte.
-Tus
ojos, han cambiado.- añadió Christian, frunciendo el ceño.- Antes
tenían pequeñas manchas marrones, en cambio ahora, son totalmente
verdes.
-Apenas
me había dado cuenta.- dije, encogiéndome de hombros con una
sonrisa.
-Lena...
¿Por qué estuviste una semana desaparecida?- preguntó Naomi.
Tragué
saliva, mientras mi cerebro empezaba a elaborar una respuesta rápida
que sonara natural. En momentos como este, agradecía mi parte
demoniaca.
-Estuve
toda la semana preparando el equipaje y ayudando a mis padres a dejar
la casa lista.- contesté- Vamos a mudarnos a la costa de Nordreach.
Mis tíos residen allí, por lo que nos quedaremos en su castillo.-
gracias a mis dotes de actriz, conseguí que mi voz sonara triste-
Hoy he venido para despedirme de vosotros.
-¡Lena
no puedes irte! Yo...Esto, nosotros te necesitamos.- exclamó
Christian.
-Voy
a echarte mucho de menos.- dijo Naomi, abrazándome.
Sentí
algo húmedo en la manga de mi vestido.
-Oh
Naomi, ¡no llores anda!- dije, mientras le tendía una servilleta
para que se secara las lágrimas.
Esta
se apartó de mí, y aceptó la servilleta dedicándome una pequeña
sonrisa.
-Voy
al baño chicos, ahora vuelvo.- se excusó Naomi, fundiéndose entre
la multitud de estudiantes.
Me
volví hacia Christian. Sus ojos color miel brillaban a causa de las
lágrimas comprimidas.
-Christian
tú también no...- murmuré, mientras sentía como mi corazón se
hacía trizas.
Iba
a dejar a mis amigos. Y propablemente no los volvería a ver.
-¿De
verdad te vas?- preguntó él débilmente, como esperando a que yo le
dijera que todo había sido una broma.
Asentí
con la cabeza sintiendo como mis lágrimas amenazaban con salir al
exterior.
Noté
como Christian, frente a mí, tragaba saliva y avanzaba un paso hacia
mí con nerviosismo.
-Lena...
Hay, algo que llevaba mucho tiempo queriendo decirte.- comenzó este,
frotándose las manos con incertidumbre- Probablemente no sea el
mejor momento para hacerlo ya que bueno, tú te vas a ir, pero si no
lo hago ahora, sé que no me lo perdonaré jamás.-
Fruncí
el ceño mirándolo con curiosidad.
-Christian,
¿qué pasa?- le pregunté preocupada, esperando a recibir una mala
noticia por su parte.
-Verás
Lena, desde la primera vez que entraste por la puerta de la academia
me llamaste la atención. Tu largo cabello dorado contrastado con
esos hermosos ojos verdes no pasaron inadvertidos para muchos,
incluyéndome a mí. Al principio solo sentía una pequeña atracción
hacia a ti, probablemente debida a la hermosura que desprendía todo
tu ser, pero luego todo cambio.- se detuvo durante unos instantes,
cogiendo aire- Naomi había desaparecido. Te comportaste realmente
bien conmigo, ofreciéndome tu apoyo en todo momento. Y ahí fue
cuando me di cuenta de que, no solo eres hermosa por fuera, si no que
también, por dentro.- el joven de ojos color miel se llevó la mano
a la cabeza con nerviosismo.- Lo siento, yo... Probablemente te esté
aburriendo. Lo que quería decirte es que... Lena, estoy enamorado de
ti.
Abrí
la boca para contestar, pero las palabras no querían salir por ella.
Sentía mi garganta seca.
Mis
ojos, abiertos de par en par, miraban al joven que acababa de
confesar sus sentimientos hacia mí, aún sin poder asimilar del todo
sus palabras.
Christian
a su vez, apretaba los labios cruzado de brazos, esperando una
respuesta por mi parte. Pero, ¿qué podía decirle? Él era un buen
chico y le tenía una gran estima, pero nunca lo había visto de esa
forma, él era como una especie de hermano para mí.
"
Lena, estoy enamorado de ti" sus últimas palabras resonaban en
mi cabeza una y otra vez.
Me
llevé las manos a la cabeza, secándome las gotas de sudor que
empezaban a descender por mi frente.
-Si
tú no sientes lo mismo, simplemente dilo.- dijo Christian mirándome
a los ojos seriamente- No soporto que estés callada, me mata por
dentro que no me respondas.
Finalmente
recobré el habla.
-Tú...
Es decir tú...- balbuceé-¡No puedes estar enamorado de mí!
Christian, tú mereces a alguien mejor que yo.
-No
lo entiendes, ¿verdad? Yo no quiero a alguien mejor, yo te quiero a
ti.- respondió este.
Pude
ver la ternura reflejada en sus ojos color miel. ¿Cómo es que nunca
me había dado cuenta de lo que él sentía por mí?
Ahora
que lo miraba a los ojos, me parecía tan evidente, que me hacía
sentir estúpida, el haber estado ciega durante tanto tiempo.
Solo
había una manera de solucionar esto evitándome el tener que
romperle el corazón.
Lo
miré a los ojos, mientras una lágrima de culpabilidad descendía
por mi mejilla. Volví a sentir esa sensación de oscuridad cada vez
más familiar adueñarse de mi mirada.
-Nunca
has estado enamorado de mí.- dije, con voz persuasiva- Me ves como a
una amiga.
Este
asintió con la cabeza automáticamente como si se tratara de un
robot. Una lágrima más escapó de mis ojos.
-Nunca
he estado enamorado de ti. Eres solo mi amiga.- repitió.
En
cuanto terminé de hacer esto, sentí la presencia de Erick a mis
espaldas y me giré rápidamente.
-¡Lena!
¿¡Por qué lo has hecho!?- dijo este, furioso.
-¿Qué
pasa?- pregunté extrañada.
Justamente
en ese instante Naomi regreso del baño.
-¿Qué
pasa con qué?- preguntó esta, frunciendo el ceño.
Miré
a Erick, mientras mi cabeza comenzaba a elaborar una respuesta
rápida.
-¡Te
dije que no utilizaras tus poderes!- dijo este, andando de un lado a
otro con nerviosismo- ¡Tenemos que salir de aquí ya!
Me
di una palmada en la frente, sintiéndome imbécil. Había estado tan
preocupada por no herir los sentimientos de Christian que había
olvidado por completo una de las condiciones de Erick para venir: no
utilizar mis poderes.
-Pasa
que... Me tengo que ir.- dije rápidamente- ¡Adiós!
Dicho
esto eché a correr, sintiendo como Naomi, a mis espaldas,
pronunciaba mi nombre una y otra vez.
SIGUEEEEEEEEE!!!! Aaaaay esa Lena! Sigue sigue sigue! Besitoos
ResponderEliminarEl capítulo más largo *w* Que me encanto. Esta genial tu nove:)
ResponderEliminarFelices fiestas<3