martes, 1 de octubre de 2013

Capítulo 8, segunda parte

CAPÍTULO 8, SEGUNDA PARTE
Cruzar el portal al principio me resultó algo aterrador. Entrar en un agujero negro en la pared trasera de la academia no me hacía demasiada gracia, pero entonces pensé en Naomi y en sus grandes ojos marrones abiertos de par en par, mientras me contaba alguna de sus estúpidas anécdotas que tanto me hacían reír. Debía cruzar el portal, lo haría por ella.
Miré a Erick y James, quienes me contemplaban, esperando a que dijera algo. Entonces me acerqué a ellos y les di una mano a cada uno. Los guié hacia el portal y juntos, lo atravesamos.
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Choqué contra el suelo fuertemente. Tosí un par de veces a causa del polvo mientras mi cabeza daba vueltas y vueltas. Me sentía muy mareada. Escondí la cabeza entre las manos y me quedé así durante unos segundos.
-Por lo visto a alguien no le sientan demasiado bien los viajes en portal.- dijo James, con su habitual tono burlón.
Quité las manos de mi rostro y alcé la cabeza para poder mirar a James, quien me ofreció una mano para ayudar a levantame. Probablemente en otra ocasión la habría rechazado y me habría levantado yo misma, pero me sentía tan mareada y confusa, que por una vez la acepté, dejando que me levantara.
Una vez estuve de pie sacudí mi vestido, el cual estaba lleno de polvo.
-¿Dónde está Erick?- pregunté, mientras recorría mi mirada por los alrededores en su busca.
-Está cerrando el portal.- respondió el demonio con indiferencia.
Entonces oí unos pasos a nuestras espaldas y a alguien tosiendo. James y yo nos giramos prácticamente a la vez, encontrándonos con un Erick recubierto de polvo, quien nos dedicaba una media sonrisa.
-Listo.- dijo, mientras volvía a toser- Ya podrían limpiar este sitio de vez en cuando.- protestó, sacudiéndose el polvo de la ropa.
Me acerqué a él, colocándome a su lado. Por mucho que me costara admitirlo, tenía que reconocer que estar cerca de él me reconfortaba, hacía que me sintiera segura.
Lo miré de reojo, su cabello castaño estaba despeinado y sus ojos azules relucían en la oscuridad.
-¿Dónde estamos?- pregunté, mientras le echaba un vistazo al oscuro lugar.
-Estamos en las afueras del refugio de los Hartn.- explicó él- Solo los que han sido invitados a entrar tienen acceso al refugio.-
-¿Y cómo se supone que vamos a entrar?- pregunté, echando un vistazo a el lugar, el cual estaba totalmente desierto. -No sé si vosotros, pero yo aquí no veo nada.
Entonces, justo cuando pronuncié la última frase, una puerta dorada se materializó ante nosotros. Brillaba con tanta fuerza que me lloraban los ojos si la miraba demasiado tiempo seguido.
Erick avanzó y abrió la puerta, la cual tenía una larga escalera de caracol dentro. Iba a seguirle cuando sentí una presencia a mis espaldas.
-¿Y ahora? ¿Ves algo, hermosa?- dijo James en tono burlón.
Sus labios rozaron ligeramente mi oreja con cada una de sus palabras. Gruñí y lo aparté de mí, comenzando a subir tras Erick.

Después de una hora caminando, empecé a temer que esas escaleras no acabaran nunca. ¿Y si los Harnt eran tan malvados como James y Erick decían y nos habían dejado atrapados en una escalera sin fin?
Mis piernas empezaron a tambalearse. Después de una hora de subida, estaba agotada. Me paré durante unos segundos para recobrar el aliento.
James, quien estaba detrás mía, posó una mano en mi espalda, provocando que pegara un pequeño brinco.
-Vamos Lena, ya queda poco.- me animó este, mientras que sus ojos amarillentos relucían como los de un gato.
Asentí con la cabeza y subí unos cuantos peldaños hasta que Erick se detuvo ante una puerta. Vaciló durante unos instantes hasta que, finalmente se decidió a abrirla. Una luz cegadora entró por las escaleras, que habían estado todo el trayecto a oscuras. Parpadeé unos instantes hasta acostumbrarme a la luz y decidí seguir a Erick, quien ya había cruzado a la habitación.
Oí a James gruñir junto a mí.
-No entiendo esa manía que tenéis los ángeles por tener esta molesta luz por todos los lados.- se quejó el demonio.
-Sentimos no poder complacer sus deseos, hijo de Lucifer.- dijo una fría voz a nuestras espaldas.
Nos giramos los tres prácticamente a la vez. Donde hace unos instantes se encontraba aquella puerta dorada que nos había conducido hasta aquí, ahora había un jóven ángel de tez pálida y cabello totalmente blanco. Sus alas estaban estendidas, dándole un aspecto imponente.
Dio un paso hacia nosotros y clavó sus ojos en mí, pude advertir en que sus ojos presentaban un extraño color violeta y, sorprendentemente, no tenían pupila. Me observó de arriba a bajo, no había descaro en su mirada, simplemente curiosidad.
-Veo que la habéis traido.-
Erick y James se miraron entre ellos y asintieron levemente.
Entonces el ángel dio media vuelta y se internó en un corredor, que, sorprendentemente estaba oscuro, a diferencia de toda la estancia.
Erick dudó durante unos instantes, pero finalmente, siguió al ángel, de manera que James y yo hicimos lo mismo.
Aquel corredor estaba prácticamente a oscuras, por suerte, la intensa luz de las alas del ángel, nos permitían ver lo necesario para guiarnos por allí.
De repente algo me rozó la pierna, provocando que pegara un pequeño brinco. Bajé la mirada para ver que era. Una araña. Suspiré aliviada, mientras la sacudía para quitármela de encima.
Entonces sentí como una mano se entrelazaba con la mía, dándome un suave apretón. Alcé la mirada, de manera que pude ver a Erick, quien tenía la mirada perdida en el corredor, pero, sorprendentemente sonreía. La forma de su perfil era perfecta. Sus largas pestañas tapaban sus relucientes ojos azules. Su nariz era recta, pero presentaba una pequeña curva en el principio, lo que le daba un aspecto adorable. Y sus labios... Sus labios relucían levemente, dándoles un aspecto demasiado apetecible.
Me mordí el labio y desvié la mirada, quitando aquellas absurdas ideas de mi mente.
No podía dejar de pensar en mis manos, entrelazadas con las de Erick, sus manos presentaban un tacto duro, no eran suaves, pero su tacto me resultaba agradable.
Entonces el ángel Hartn que nos guiaba se detuvo y abrió una puerta, dejándonos pasar a nosotros primero.
Le devolví el apretón a Erick justo antes de soltar su mano. No me apetecía tener que soportar algún comentario sarcástico de James.
La sala en la que nos encontrábamos era sumamente amplia. La luz presentaba un extraño color violeta, que hizo que se me erizaran los pelos de la nuca. Había montones de estanterias con miles de recipientes de cristal con líquidos de diferentes colores en ellos. Además, había grandes ollas, en las que se encontraban a lo que deduje que serían más ángeles Hartn, encapuchados, mientras removían o echaban líquidos en el contenido de las ollas.
Aquel lugar me daba mala espina.
Entonces el ángel que iba con nosotros se separó y se dirigió hacia las grandes estanterías repletas de recipientes. Advertí en que sus alas habían desaparecido de su espalda, provablemente las habría recogido sin que me hubiera dado cuenta.
Miré hacia mi izquierda, donde se encontraba James, cruzado de brazos mordiéndose el labio con nerviosismo.
" Un momento... ¿James nervioso? Eso sí que es nuevo." pensé, esbozando una pequeña sonrisa din darme cuenta.
El ángel que nos había guiado hasta aquí regresó, sosteniendo un pequeño recipiente de un color azul oscuro en sus manos. Se dirigió hacia Erick y se lo tendió, quien contemplaba al ángel con sorpresa en sus ojos.
-Bien. Ya tenéis la poción que anula los efectos del adormecimiento. Ahora, nos quedamos con la chica.- dijo el ángel, dirigiéndose a mí.
Miré a Erick asustada, quien había abierto los ojos como platos.
-Espera, espera... ¿Qué es eso de quedarse con la chica?- preguntó James, alzando una ceja.
-¿Pensábais que no pediríamos nada a cambio de un elixir tan potente?- dijo el ángel, mientras nos miraba con indiferencia.- Lo dijimos claramente hijo de Lucifer, vosotros traéis a la chica y os damos el elixir.
Entonces Erick, quien se había quedado en estado de shock, intervino en la conversación. Sus ojos azules miraban con odio al ángel.
-Que yo sepa, el trato era que lleváramos a la chica con nosotros, nadie dijo nada de intercambiarla por el elixir.- protestó Erick con una frialdad inapropiada en él.
El ángel Hartn sonrió con malicia.
-Exacto, dijimos que queríamos que la trajérais con vosotros, pero no dijimos nada de que le fuéramos a dejar regresar.-
Abrí la boca para contestar, pero las palabras no querían salir de ella. Porque, aunque me costaba reconocerlo, el ángel tenía razón. Ellos no especificaron en ningun momento que me fueran a dejar salir.
-Bien... Pues si ese es el precio que hay que pagar por el elixir, no aceptamos el trato.- dijo James, mientras daba media vuelta dispuesto a salir por la puerta.
Entonces, justo cuando iba a tocar el manillar, la puerta desapareció por completo. Este dio media vuelta anodadado, su cara estaba más pálida de lo normal y miró al ángel con un profundo odio.
Este se encogió de hombros.
-Si os negáis a dejar a la chica aquí. Tendréis que quedaros los tres.-
-Pero... ¿De qué os sirve tenerme aquí?- hablé al fin, notaba mi garganta reseca y gotas de sudor resbalaban por mi frente- No podéis matarme. Les dijísteis a James y Erick que no lo haríais y los ángeles no mienten.
-Estás en lo cierto.- dijo el Hartn, mientras daba un paso hacia a mí- Nosotros no te mataremos. Te investigaremos durante un par de días y luego te daremos a Miguel, quien está realmente interesado en matarte.
-¿Desde cuándo los Hartn elegís un bando?- se apresuró a decir Erick- Que yo sepa a los Hartn siempre os ha gustado manteneros alejados de todos los problemas estúpidos entre ángeles y demonios.
-Cuando una buena suma de piedras sagradas está por el medio, todo cambia.- dijo el ángel, encogiéndose de hombros.
Entonces oí unos pasos a nuestras espaldas. Alguien más acababa de aparecer en la sala.
-Vaya, vaya, vaya...- dijo una seductura voz femenina a nuestras espaldas.
Podía escuchar el suave ruído de sus tacones al chocar contra el suelo mientras andaba. Se sitió frente a nosotros y nos contempló durante unos instantes en silencio. No podía ver su aspecto, debido a que una capa cubría su rostro ensombrenciéndolo. De repente empezó a desabrochar los botones de su capa, hasta que finalmente se la quitó, tirándola al suelo. Era una chica jóven, tendría uno o dos años más que yo. Llevaba el pelo recogido en una larga trenza que le llegaba hasta la cintura. Llevaba ropa realmente ajustada, haciendo que se marcaran cada una de las curvas de su esbelto cuerpo. Pude dislumbrar el trozo de un tatuaje que sobresalía por su clavícula. Era hermosa.
Su mirada de salvajes ojos verdes se clavaron en Erick, mientras una seductora sonrisa se formaba en su rostro.
Mire a Erick de reojo, quien estaba serio, devolviéndome la mirada a la chica. A pesar de que no habían dicho nada, pude deducir que se conocían.
-Dios mío, ¿pero a quién tenemos aquí?- dijo, mientras daba un paso hacia Erick.- ¿Cuánto hacía que no nos veíamos? ¿Dos? ¿Tres años quizás? Es un placer volver a verte.
Erick formó una mueca en su rostro.
-Es una lástima que no pueda decir lo mismo, Maira.- contestó, cruzándose de brazos.
La chica chasqueó la lengua y lo recorrió de arriba a abajo con descaro.
-Por lo visto sigues igual de borde.- dio un paso más hacia él, quedándose a escasos centímetros de su rostro- Pero hay que reconocer que estás más guapo.- posó la mano sobre su bícep, acariciándolo- Y por lo que veo, también más fuerte.
De repente sentía unas terribles ganas de alejar a esa chica de Erick, ¿¡qué narices se creía que estaba haciendo?!
Entonces, sorprendentemente, él sonrió y miró a Maira con diversión.
-A ti, por lo visto el haberte unido a los Hartn no te ha cambiado.- dijo, sin apartar la mirada de sus ojos.- Sigues igual de desesperada.
Esta miró con rabia a Erick y se apartó de él. No pude evitar que una pequeña sonrisita se formara en mi rostro.
-Ya basta Maira.- dijo el ángel Hartn, mientras posaba una mano en el hombro de la chica.- Llevarlos a los calabozos.- ordenó a las personas encapuchadas que estaban rociando brebajes en las ollas.
Estos dejaron lo que estaban haciendo y se dirigieron hacia nosotros. Maira se aproximó a Erick y le susurró algo al oído que no pude entender, este frunció el ceño y se apartó de ella. Mientras dejaba que los guardias le pusieran las esposas sin apenas oponer resistencia.

Yo pataleé varias veces, pero al final decidí rendirme, ya que hiciera lo que hiciera, ellos eran mucho más fuertes que yo.

Heeey lectoras, ¿qué tal?
Hoy no tengo demasiado tiempo para hablar ya que me voy YA.
En fin, os dejo "Can We Dance" de The Vamps.
Estoy demasiado obsesionada con esta canción JAJAJA 
ADIOOOOS GUAPETONAS :)

2 comentarios :

  1. Primera en comentar!!!!
    Ayy!!!! Quiero el siguiente!!!! Lo has dejado muy emocionante!!! Que les pasara a tus (nuestros) protagonistas?????
    Besos con sabor a zanahoria<3

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  2. WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
    siguiente♥

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