CAPÍTULO
9, PRIMERA PARTE
Los
guardias me sujetaban con fuerza de los brazos. Me estaba mordiendo
el labio con tanta fuerza que pequeñas gotas de sangre empezaron a
descender por él.
Entonces
se detuvieron frente a una reja de oxidados barrotes y nos metieron
dentro con brusquedad.
Ahogué
un grito y me apoyé en la pared. Volví la cabeza hacia mi brazo,
concretamente la zona en la que los guardias me habían agarrado,
estaba roja y me escocía. Apreté los dientes y miré a James y
Erick, quienes estaban de pie, ambos apoyados en opuestas esquinas de
la celda.
-¿Qué
narices te dijo tu amiguita para que reaccionaras de esa forma?-
preguntó James
Erick
alzó una ceja y lo miró.
-Dijo
que si me aburría en la celda, ella me daría diversión.- formó
una mueca en su rostro, provocando que James soltara una carcajada.
-Una
forma muy directa de decir que quiere acostarse contigo.- comentó
con sorna, mientras esbozaba una media sonrisa.- Por lo visto el
angelito ha ligado.
Erick
alzó la mirada y, sorprendentemente sonrió.
-¿Qué
pasa demonio? ¿Estás celoso porque yo he ligado y tú no?- dijo
Erick en tono burlón.
James
soltó una carcajada.
-No
me van los angelitos.- dijo, guiñándole un ojo.
Erick
abrió la boca para replicar, pero lo interrumpí antes de que
pudiera hacerlo.
-¿Se
puede saber que os pasa?- protesté, alzando mi tono de voz
ligeramente- ¿Estamos encerrados en una celda y vosotros discutís
sobre quién de los dos a ligado más hoy? Dejaros de tonterías y
empezar a pensar una forma de salir de aquí de una vez.-
Hundí
la cabeza entre mis manos, cubriendo mi rostro. Me sentía agotada y
encima, el hecho de que en cuanto terminaran de investigarme un tal
Miguel me mataría no ayudaba a que mis nervios cesaran.
-No
lo entiendes, ¿verdad?- dijo una voz, que parecía ser la de James.
Alcé
la cabeza para mirarlo. Sus ojos amarillos estaban clavados en mí.
-Los
Hartn controlan todas las entradas y salidas de su refugio. Si ellos
no quieren que nos vayamos, no nos iremos, así de simple.- explicó
James, mientras se cruzaba de brazos- No te calientes la cabeza con
ideas para salir de aquí. No se puede-
Las
palabras de James me sentaron como si me hubieran dado una patada en
el estómago. Tenía la esperanza de que alguno de los dos ideara un
plan para salir de aquí, pero no se puede. Estábamos atrapados.
-Os
dije que era una mala idea hacer tratos con los Hartn. No me
hiciestéis caso.- dijo Erick, mirándome con dureza.
Iba
a replicar cuando la puerta de la celda de abrió de golpe y un
robusto guardia apareció tras ella.
Me
señaló con él dedo, indicándome que debía ir con él. Me levanté
y salí de la celda mientras otro guardia me sujetaba por los brazos.
Solté un gruñido, ya que me había agarrado justamente en la zona
que me escocía.
James
y Erick avanzaron para ir conmigo, pero el guardia que estaba junto a
la puerta los detuvo. Pude oír sus gritos de protesta mientras el
guardia me conducía por un oscuro corredor.
Me
dejé llevar sin oponer resistencia, ya que, al fin y al cabo, ¿qué
otra cosa podía hacer? El guardia me llevó hasta una habitación
totalmente blanca. No había ventanas, ni nada que adornara la
habitación. Tan solo en el centro había una pequeña mesa de madera
y dos sillas, una enfrente de la otra. El guardia me empujó
bruscamente hacia una de las sillas obligándome a que me sentara.
Entonces me miró y me señaló con el dedo.
-No
salgas de aquí.- me advirtió.
Tras
unos segundos en silencio se dio cuenta de lo muy estúpidas que
sonaban sus palabras.
-¡Pero
que digo! Si no puedes.- se burló, mientras empezaba a reírse él
solo de su propia broma.
Hice
una mueca y me crucé de brazos, dándole la espalda al hombre.
Seguidamente escuché el sonido de una puerta cerrándose y al darme
la vuelta, esta había desaparecido por completo.
Me
quedé sola en la habitación durante unos minutos que se me hicieron
eternos, cruzada de piernas y con el ceño fruncido.
Entonces
un hombre de mediana edad de mirada fría se sentó en la silla
frente a la mía. Lo miré con curiosidad, no había oído la puerta
abrirse ni el sonido de sus zapatos al chocar contra el suelo.
El
hombre, el cual había estado mirando hacia el suelo cabizbajo, alzó
la mirada y ahogué un grito de sorpresa al ver sus ojos. Eran
blancos. Totalmente blancos.
Se
quedó unos instantes observándome, yo le devolvía la mirada sin
pestañear, no pensaba dejarme intimidar tan fácilmente por aquel
hombre, debía demostrarle que era fuerte, y que aquella situación
me era indiferente, aunque fuera mentira.
Finalmente
el hombre carraspeó, lo que me indicó que iba a empezar ha hablar.
-Soy
el científico Stan. Mattew Stan.- me tendió su mano.
Vacilé
durante unos segundos, hasta que me decidí a estrechar la mano del
hombre. El tacto de su piel era tan frío que me helaba la sangre.
Aparté la mano con rapidez.
-¿Y
bien?- pregunté, cruzándome de brazos- ¿Qué es lo que piensa
hacerme? ¿Me conectará unos cables en la cabeza? No... Espere, ¡ya
sé! ¿Me encerrará en una jaula y me hará rodar en una rueda
gigante como si fuera una estúpida rata de laboratorio?- pregunté,
poniendo un ligero tono sarcástico en mi voz.
El
hombre tomó unas rápidas notas en su cuaderno y seguidamente me
miró.
-Solo
voy ha hacerle unas preguntas.- dijo el hombre con frialdad- Le
agradecería que respondiera con sinceridad.
-¿Qué
gano yo mintiéndole?- dije, intentando que mi voz sonara lo más
indiferente posible- Voy a morir igual por lo que, ¿para qué
molestarme en idear una mentira para usted?
El
hombre carraspeó y cruzó sus manos encima de la mesa, alzo la
mirada y clavó sus ojos blancos en mí.
-Bien.
¿Hace cuánto que sabes que tus padres son un ángel y una demonia?-
-Hace
poco. Siéndote sincera, me entere ayer de la noticia, y no es que me
haya hecho mucha gracia.- respondí, formando una mueca en mi rostro.
El
hombre asintió y volvió a tomar su libreta, para escribir una nota
rápida en ella.
-¿Tiene
que apuntar todo lo que hago o digo?- le pregunté, aparentemente
molesta.
El
hombre frunció el ceño irritado, pero decidió hacer caso omiso de
mis provocaciones.
-¿Ha
desarrollado algún tipo de poder en este tiempo?-
Masajeé
mis sienes, ¿debía responder esa pregunta? Tampoco tenía nada que
perder, que estaba empezando a desarrollar mis poderes no era ningún
secreto para nadie, por lo que me contaron James y Erick, los ángeles
y demonios ya podían detectar mi presencia.
-Sí.-
hice memoria durante unos instantes para recordar los momentos en los
que había utilizado ese poder- Hice que una piedra levitara hasta la
cara de mi mejor amigo, curé heridas provocadas por armas blancas a
Erick, hice que el suelo se incendiara cuando un hombre intentó
atacarme y provoqué que mi querida compañera de clase sufriera.-
respondí, sin darle demasiada importancia.
El
hombre se quedó en silencio durante unos instantes.
-Interesante.-
murmuró, mientras volvía a tomar su libreta.
El
roce de su lápiz contra el papel me ponía aún más nerviosa de lo
que estaba. Mis manos sudaban y mis piernas temblaban sin parar. ¿Qué
es lo que era tan interesante?
-¿Has
empezado a desarrollar tus alas?-
-No.-
respondí con firmeza.
-Oí
que un incidente hizo que entraras más tarde de lo debido a la
academia en la que estudias actualmente. ¿Cuál fue ese incidente?-
Me
quedé unos minutos en silencio. Sabía perfectamente la respuesta a
esa pregunta. Se me hizo un nudo en la garganta, imágenes del chico
rubio de ojos verdes volvieron a mi mente, estas imágenes siempre
acababan igual, con el cuerpo de Jack inerte y una flecha puntiaguda
clavada en su corazón. Sentía como grandes gotas de sudor
descendían por mi frente. Abrí la boca para responder, pero las
palabras no salían de ella. Tenía unas terribles ganas de llorar,
pero las aguantaba como podía, tenía muy clara una cosa, no iba a
llorar delante de aquel hombre, eso me mostraría como alguien
frágil, y eso era lo último que quería.
-Esto
es un interrogatorio, debe responder todas las preguntas que le
formule.- me recordó el hombre, mientras se cruzaba de brazos
impaciente.
Me
aclaré la garganta e intenté que mi voz sonara lo más firme
posible.
-No
voy a responder esa pregunta.- murmuré, mientras bajaba la mirada.
Pude
ver un brillo de triunfo en los ojos grandes del hombre. Lo había
conseguido, estaba dando justo donde más me dolía.
-¿Perdone?-
Solté
un gruñido. Estaba arta. Arta de todo. Arta de que aquel hombre
estúpido se metiera en mi vida privada. Arta de que medio mundo
quisiera matarme. Arta de estar encerrada en ese asqueroso lugar.
Quería
volver a la academia. Necesitaba volver a la academia. Por Naomi.
Debía curarla.
Miré
al hombre con una frialdad para nada propia en mí.
-He
dicho, que no voy ha hablar de ese tema, usted no va a entrometerse
más en mi vida, ¿entiende?- dije, las palabras habían salido solas
de mi boca.
Podía
ver el reflejo de mis ojos verdes con manchas marrones en las pupilas
blancas del hombre. Extrañamente mis ojos desprendían una luz
oscura.
El
hombre me miraba con la boca entreabierta, sus ojos clavados en los
míos.
-No
hablaré más del tema, no me entrometeré más en su vida privada.-
dijo el hombre.
Su
voz sonaba extrañamente relajada.
Se
me herizaron levemente los pelos de la nuca. ¿Se puede saber que le
pasaba a ese hombre? ¿Por qué cambiaba de idea tan bruscamente?
-¿Qué...qué
ha dicho?- pregunté, con la voz temblorosa.
Lo
había oído perfectamente, pero necesitaba asegurarme de que no me
equivocaba.
-
He dicho, que no hablaré más del tema, ni me entrometeré en su
vida privada, señorita.- repitió el hombre.
Bueeeeenas mis pequeños angelitos!
¿Qué tal?
Eeeeeen fin, ¿qué os ha parecido este capítulo? ¿Demasiado raro? Lo sé. Es exactamente lo que pretendía.
Mi idea en un principio era hacer este capítulo más largo, ¿pero sabéis? He decidido dejaros con la intriga y cortarlo aquí, ya sabéis, tengo una gran afición por joder a la gente ;)
Bueno, esta idiota se despide,
hacer el favor de comentar anda, que no os cuesta nada :P
¡Besos!
Ay chica lo haces a proposito!!!!!! Quiero saber que les pasara a todos!!!! Conseguiran escapr???
ResponderEliminar¿QUE QUE?
ResponderEliminarentonces.... Dios, esta genial.
Besos