martes, 29 de octubre de 2013

Capítulo 10, segunda parte

CAPÍTULO 10, SEGUNDA PARTE
Emily y yo llegamos a la puerta de la academia. En cuanto mis pies pisaron la fría nieve, un leve escalofrío me recorrió por todo el cuerpo. El viento soplaba con fuerza y el intenso frío adueñaba todo el lugar, me subí el cuello de mi capa, mientras soltaba un pequeño estornudo.
Miré a Emily, quien tenía la nariz colorada, esta me hizo una señal con la cabeza para que la siguiera.
Juntas, nos internamos en el bosque que marcaba los límites de la academia.
Todo estaba sumido en una gran oscuridad, caminábamos prácticamente a ciegas, bajo la luz de la luna llena, que nos servía para guiarnos más o menos por allí.
De repente, un murciélago se avalanzó sobre nosotras, por suerte lo esquivé con una rapidez que no conocía poseer. Mi corazón latía con fuerza, aquel lugar me daba mala espina. Quizás fuera porque las pocas veces que había estado en el bosque había pasado algo malo.
Entonces carraspeé, de manera que Emily se giró para mirarme. Advertí en que sus pequeños ojos azules estaban más claros de lo normal.
-¿Recuerdas dónde lo perdiste? ¿Estás segura de que es por aquí?- pregunté, con impaciencia. Deseaba salir de aquel lugar en cuanto antes.
-¿Perder el qué?- preguntó ella extrañada.
Alcé una ceja- Pues el brazalete, ¿qué va a ser si no?- dije, soltando un suspiro.
Emily desvió la mirada al suelo y, tras unos segundos en silencio carraspeó.
-Ah sí, el brazalete.- dijo, sin apartar la mirada del suelo.- Queda poco. Tenemos que seguir recto.
Abrí los ojos como platos al oir su respuesta.
-¿Más para alante aún?- exclamé- Emily, si seguimos más saldremos de los terrenos de la academia.
Esta alzó la mirada y puso morritos.
-Por favor.- me suplicó- Ya que hemos llegado hasta aquí, que menos que recuperarlo, ¿no?
Tras unos instantes pensándomelo decidí asentir con la cabeza.
-Está bien.- bufé- Pero vayamos más rápido, este sitio no me gusta nada.
Emily me dedicó una pequeña sonrisa de agradecimiento y se giró, para continuar nuestro camino.
Conforme avanzábamos por el bosque la vegetación iba cambiando. Ahora, en vez de encontrar los característicos pinos que crecían en los recintos de la academia se alzaban imponentes robles, de troncos duros y gruesos. Además, flores exóticas adornaban algunos de los matorrales, estas emitían una hermosa luz a causa del reflejo de la luna en ellas.
Finalmente, Emily se paró frente a un enorme árbol que destacaba del resto debido a su altitud, que debía estar alrededor de los 20 metros.
Lo contemplé fascinada, era realmente extraño encontrar árboles de semejante altura en un bosque como ese, en el que la mayoría no pasaban de los 5 metros.
Me giré para preguntarle a Emily si habíamos llegado ya, pero esta no se encontraba por ninguna parte.
Mi corazón empezó a latir aceleradamente mientras examinaba todo el lugar, buscando signos de vida por parte de Emily, pero esta no aparecía.
Una sensación de pánico se adueñó de todo mi ser. Estaba sola en el bosque, no tenía ni idea de como regresar a la academia y, para colmo, mi amiga había desaparecido.
-Emil...- empecé a gritar su nombre, pero una mano me tapó la boca con fuerza antes de que pudiera continuar.
Abrí los ojos como platos y empecé a patalear, intentando soltarme del agarre de aquella persona que me sujetaba.
Entonces, oí el sonido de pasos en el suelo, y una figura emergió de las sombras. Emily.
Quería gritarle que huyera antes de que aquel hombre le cogiera a ella también, pero solo salieron sonidos inentendibles de mi boca.
-Buen trabajo Emm.- dijo una voz masculina a mis espaldas.
Esta le dedicó una sonrisa a la persona que me sujetaba.
De repente, una luz blanca cegadora envolvió a Emily por completo. Había pasado el suficiente tiempo con ángeles y demonios para saber de que se trataba. Emily, la que creía mi amiga, era un ángel. Las enormes alas blancas caían por su espalda con delicadeza, dándole un porte elegante.
Fue entonces cuando lo comprendí todo. El brazalete solo había sido una escusa para conseguir traerme a las afueras de la academia, donde James no podía detectar la presencia de Emily, de manera que esta podía extender las alas a sus anchas.
Me sentía furiosa conmigo misma, había caído en su trampa.
Empecé a patalear para librarme del agarre del hombre, si pensaban que les resultaría fácil atraparme la llevaban clara.
Este me agarraba con fuerza, sin apenas inmutarse ante mis pataleos. Entonces le mordí el dedo, provocando que apartara la mano rápidamente.
-Será zorra.- gruñó, mientras me atrapaba de nuevo antes de que pudiera escapar.
Sus dedos se clavaban con fuerza en mis hombros. Lo tenía cara a cara. Su voz grave hizo que me asombrara al ver su aspecto, era un chico jóven, tendría unos 3 o 4 años más que yo.
Entonces, una idea me vino a la mente, una idea que podría salvarme de esta.
Clavé mis ojos verdes en los marrones del chico, exáctamente como había hecho con en ángel Hartn.
-Vas a soltarme.- dije, adquiriendo ese tono persuasivo en mi voz.
El chico se quedó durante unos segundos en silencio, contemplándome. Seguidamente soltó una sonora carcajada, algo que me desconcertó. ¿Por qué no había funcionado?
El jóven se aproximó a mí, y posó sus labios en mi oído. Intenté alejarlo de mí, pero este tenía demasiada fuerza, de manera que no conseguí alejarlo.
-Los trucos de demonios no funcionan con demonios.- susurró, provocando que un escalofrío me recorriera todo el cuerpo- Acuérdate para la próxima vez.
El alma se me cayó a los pies al oír aquello. Mi única posibilidad de escapar descartada.
Alguien carraspeó a nuestras espaldas, de manera que el demonio se giró, agarrándome la muñeca con fuerza.
-Deja de jugar con la chica, tenemos que partir ya.- dijo Emily, con una voz fría para nada propia de la chica que había conocido.
-¿A dónde narices me lleváis?- pregunté con brusquedad.
El jóven volvió a taparme la boca con su mano.
-Haces demasiadas preguntas.- susurró cerca de mi oído.- Ah, y como vuelvas a morderme pedazo de zorra, juro por Lucifer que me las pagarás.
Entonces, algo suave me acarició el brazo derecho, provocándome un leve cosquilleo en la piel. Giré la cabeza en dirección de mi brazo, y me encontré con unas plumas negras. Alcé la mirada hacia arriba y pude comprobar, como unas enormes alas negras salían de la espalda del demonio, que seguía sujetándome.
Sin previo aviso, el jóven me cargó en su hombro, con una rapidez inhumana, de manera que no me dió tiempo a reaccionar.
-¿¡Pero qué te crees que estás haciendo?!- grité, mientras pataleaba como una loca.
El demonio giró la cabeza y me miró, sus ojos marrones relucían con una sombra oscura en ellos.
-Te avisé de que no me gustaban las preguntas.-
Su puño dirigiéndose a mi cara fue lo último que vi antes de quedarme inconsciente.

Sentía como enormes gotas de sudor descendían por mi cuello. Mi rostro estaba realmente dolorido. Me mantuve con los ojos cerrados, ya que tenía miedo de lo que me podía encontrar si los abría. Con los ojos cerrados aquello parecía una pesadilla, y, en cierto modo, deseé que lo fuera, aunque sabía que no era así.
Entonces, empecé a oír suaves murmullos por toda la sala.
-Es hermosa.- decía una voz masculina desconocida.
-No te dejes engañar por su aspecto.- replicó otra voz. Esta si que la conocía, era Emily.- Recuerda lo que es. Si estamos en este bando es para acabar con ella. Si te vas a poner a babear cada vez que la veas te recomiendo que te vayas.
-Podríamos desnudarla ahora que está dormida.- decía otra voz. Me parecía que era la del demonio que me había pegado el puñetazo.- No se enterará, aparte, creo que merezco disfrutar un poco, arriesgué mi hermoso dedo, el cual me mordió, para ayudar a secuestrarla.
-Mira, me importa una mierda que quieras satisfaccer tus necesidades varoniles, ahora mismo necesitamos conseguir su pluma, cuando la tengamos, haz lo que quieras con ella, como si te la quieres follar aquí mismo.- respondió una voz femenina que también desconocía.
Fue en ese momento cuando decidí que ya era hora de despertarme. Abrí los ojos lentamente, hasta que estos se acostumbraron a la blanca luz de la habitación, que se me hizo, en cierto modo, bastante molesta.
-La bella durmiente acaba de despetar.- anunció en tono burlón, el demonio de ojos marrones.
Decidí ignorar completamente su comentario y le di un rápido vistazo a la sala.
Esta era totalmente blanca y tan solo se encontraba un mueble en toda la habitación, la cama en la que estaba tendida.
Sentía la mirada de todos los presentes clavada en mí. Emily, quien me miraba con frialdad e indiferencia, el demonio de ojos marrones, que sonreía con superioridad y un chico y una chica a los que desconocía. La chica me contemplaba con odio, mientras que el chico se limitaba a apoyarse en el marco de la puerta y echarme una mirada de vez en cuando, un ligero rubor se formó en el rostro de este último cuando nuestras miradas se cruzaron.
-Le molesta la luz angélica.- gruñó la chica a la que desconocía- Una actitud propia de los nuestros.
Entonces una persona más entró en la sala. Un apuesto joven, de pelo rizado y castaño. Tenía una complexión musculosa. Sus ojos violetas me analizaban con atención.
-No lo parece, ¿verdad? A simple vista tiene aspecto de ángel.- observó este último.
El demonio que me había pegado el puñetazo se giró para mirar al joven que acababa de entrar.
-Yo no lo veo así.- replicó- La chica tiene una forma de mirar electrizante. No transmite dulzura, como lo es en el caso de los ángeles. De todas maneras, Henry, ¿qué narices haces aquí? Que yo sepa esta misión era nuestra.
La manera hostil en que el demonio le hablaba al joven me dio a entender que ambos no se llevaban demasiado bien.
-Por lo visto mi padre no se fía de que una panda de idiotas cumpla la misión. Por lo que me ha mandado a que os supervise.- respondió este, lanzándole una mirada de superioridad al demonio.
-¡No necesitamos ningun supervisor!- protestó la chica.
-Si mi padre, que, os recuerdo que es quien dirige todo esto, cree que necesitáis un supervisor, lo necesitáis y punto.- dijo el chico firmemente, apartándose un rizo de la cara.
-Y yo te recuerdo, que tu padre no es el único que dirige esto. También está Aamón.- contestó la chica, apretando los puños- Los angelitos siempre os creéis superiores al resto- farfulló.
Finalmente decidí hablar. Esta discusión sobre quien mandaba más me importaba un comino, lo único que sabía es que estaban unidos porque querían matarme y poco más.
-No entiendo porque no me habéis matado ya.- dije, haciendo que todas las miradas de la sala se posaran en mí de nuevo- ¿Qué narices queréis de mí?
El demonio carraspeó. Haciendo que todos nos giráramos hacia él.
-Necesitamos una pluma de tus alas. Puedes sacar tus alas ya y dejarnos coger la pluma sin oponer resistencia. De manera que luego te mataremos sin provocarte ningún dolor. O, puedes resistirte a sacarlas, y hacer que te torturemos hasta que las saques y luego matarte con más tortura.- el demonio me miró, sus ojos marrones relucieron durante un instante- Tú eliges mestiza.
Le devolví la mirada indiferente. Como si aquella situación me importara lo más mínimo, a pesar de que fuera mentira.
-No he sacado mis alas aún. Y aunque supiera como hacerlo, tampoco lo haría.- contesté cruzándome de brazos.
-Mmm... Con ese vestido las alas no podrán salir.- dijo el demonio, ignorando por completo mi comentario.- Jenn, tráele el vestido con los dos espacios para alas en la espalda.- le ordenó a la chica.
Esta se levantó de mala gana gruñiendo que no era la chacha de nadie.
No tardó demasiado en venir. Dejó un largo vestido de tela roja en el borde de la cama.
-Emily te acompañará a los vestuarios para que te lo pongas.- dijo Henry, quien no quitaba los ojos de mí.
-No me lo pienso poner.- murmuré.
-¿Qué has dicho?- preguntó Henry, a pesar de que lo había oído perfectamente.
-He dicho, que no me lo voy a poner.- dije, alzando la voz firmemente.
El demonio me miró alzando una ceja con aparente diversión. Entonces se levantó de su silla y se aproximó a mí, situando su rostro a escasos centímetros del mío.
-Como no te lo pongas tú, te lo pondré yo, y no creo que eso vaya ha hacerte mucha gracia.- susurró.

Solté un gruñido y lo aparté de mí, mientras me levantaba de la cama.

2 comentarios :

  1. Ya decia yo que ir al bosque sola le traeria problemas a Lena!!!!! AY que emocionante has dejado el capi!!!! Quiero el siguiente!!!!!!
    Besos con sabor a zanahoria<3

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  2. WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
    Me encanta. Sigue. Dios, quiero matar a esos .-.
    Besos

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