CAPÍTULO 12 PRIMERA
PARTE
De
repente todo el hermoso paisaje se tiñó de un color rojo sangre.
El
ángel de alas de fuego que había estado sujetando al "no
Erick" se encontraba alzado en el aire, con las alas abiertas de
par en par. Su rostro se había vuelto totalmente negro,y, donde
deberían haber estado los ojos, se encontraban dos pozos que
parecían no tener fin.
Me
miró, mostrando una malvada sonrisa, y su tamaño empezó a
aumentar, hasta hacerse el triple de grande que yo.
Su
voz grave retumbaba por toda la sala repitiendo una y otra vez las
mismas tres palabras.
"Abre
tus alas"
Me
tapé los oídos con las manos, haciendo terribles esfuerzos por que
el doloroso sonido de su voz, no se colara por mis oídos, pero nada
de lo que hiciera parecía funcionar. Sentía que mi cabeza
estallaría en cualquier momento.
"
Abre tus alas. Abre tus alas. Abre tus alas"
-¡NO!-
grité con fuerza, mientras me desplomaba de rodillas en el suelo que
estaba bañado de sangre- ¡ NO LAS PIENSO ABRIR!
Pero
aquella voz no cesaba.
"Abre
tus alas. Abre tus alas. Abre tus alas". Una y otra vez la misma
frase se repetía en mi cabeza.
Entonces,
justo cuando pensaba llegaría mi fin, una voz conocida empezó a
llamarme.
"
Lena. ¡¿Lena que narices te pasa?!"
-¿Erick?-
pregunté con la voz entrecortada, haciendo acopio de la poca energía
que me quedaba.
De
repente mi visión se empezó a clarear, y capté un destello
amarillento.
-James...-
susurré.
Noté
como este abría los ojos sorprendido. Y sus labios se empezaban a
curvar hacia arriba, formando una débil sonrisa. Advertí en que en
su mejilla izquierda, se formaba un pequeño hoyuelo.
Alcé
la mano temblorosa y la llevé hacia su hoyuelo, dejando una pequeña
caricia en él.
Mientras
tanto, James me contemplaba sorprendido, alzando una ceja.
-Eres
un tipo muy rarito, ¿sabes? En vez de tener dos hoyuelos solo tienes
uno.- susurré, algo mareada.
Noté
como James empezaba a zarandearme y a decirme algo que mis oídos no
llegaron a captar, ya que la oscuridad se volvió a apiadar de mi ser
de nuevo.
***
-Y
entonces empezó a decirme que era raro porque solo tenía un hoyuelo,
hablaba como si la hubieran drogado.-
-Eso
solo puede significar una cosa. Nuestros temores se han cumplido. Los
Hartn se han unido a Miguel y Amirón.-
-Podríamos
buscarnos más aliados, quizás los Yark...-
-Ya
conoces como son los Yark. Espíritus libres, no se unirán a
nosotros. Y menos, después de que mataras a uno de los suyos.
-¡Ese Yark estaba de parte de Miguel! Me vi obligado ha hacerlo.-
Empecé
a parpadear acostumbrándome a la luz. Conforme me despertaba, el
dolor que se había apiadado de mi cuerpo empezaba a desaparecer poco
a poco.
-¡Eh!
¡Mirar!- dijo una voz femenina.- ¡Se está despertando!
Me
incorporé en la cama, apoyando mi espalda contra la pared. En cuanto
me di cuenta, me encontraba rodeada de personas que me contemplaban
como si fuera una reliquia única en el mundo.
Agradecí
las presencias de Erick y James junto a mí. El ángel por un lado,
que parecía brillar con luz propia, me contemplaba con esos ojos
azules cargados de felicidad. Por otro lado, el demonio me dirigía
su habitual mirada electrizante de ojos amarillos, mientras el espeso
cabello negro le caía despeinado sobre los ojos.
A
pesar de lo muy diferentes que eran, cada uno era hermoso a su
manera.
El
resto de rostros que me contemplaban eran desconocidos. Me empezaba a
incomodar aquel silencio que se había apiadado de la sala, por lo
que carraspeé, recorriendo mi mirada por todos los presentes.
-¡Lena!
¡Querida!- dijo un hombre gordito de mirada alegre, mientras se
aproximaba alrededor de mi cama junto al resto de desconocidos- ¡No
tiene ni idea de las ganas que tenía de conocerla! Yo era un gran
amigo de su padre, él era un buen hombre.- su voz se tiñó de
tristeza durante unos segundos- ¡Es increíble lo mucho que se
parece a él! La misma cabecera dorada, tez pálida...
-Y
los ojos de su madre.- añadió uno de los hombres alrededor de mi
cama.
Mis
ojos se cruzaron durante un segundo con su oscura mirada de ojos
verdes que me contemplaban con aparente curiosidad. Y me sorprendí a
mi misma, al darme cuenta de que lo había identificado rápidamente
como un demonio.
Empezaba
a saber diferenciar entre ángeles y demonios.
-Mi
nombre es Wen, era primo de su madre.- se presentó este, dejando un
cortés beso en mi mano- El señor Heliah y yo nos encargamos de la
dirección de la APU. Por lo que sé, los señoritos James y Erick,
ya le han puesto al corriente de esta asociación.
Asentí
con la cabeza rápidamente.
-De
las pocas cosas que han hecho bien...- comentó una voz masculina con
sorna.
Noté
como Erick le dirigía una mirada de advertencia a James, que este
pareció ignorar.
-No
empecéis otra vez...- murmuró Erick.
Pero
ya era demasiado tarde, James había abandonado su sito junto a mí,
y ahora se encontraba frente a un joven ángel bastante apuesto, que
le devolvía la mirada con una sonrisa triunfante en su rostro.
-Te
recuerdo, ángel de pacotilla, que a ti te rechazaron para hacer esta
misión, mientras que a nosotros nos la encomendaron directamente. A
si que, para la próxima vez, guárdate aquellos comentarios que
consideres medianamente sarcásticos, porque, para sarcasmos, ya son
suficientes los míos, ¿entendido?-
La
sonrisa de triunfo se borró enseguida del rostro del ángel, que
ahora estaba totalmente rojo de ira. Abrió la boca para contestar,
pero al rato la cerró.
James,
se cruzó de brazos y le dirigió su mirada de "soy mejor que tú
y lo sabes". Entonces, una de las chicas que había estado
estado contemplándome, se levantó y se aproximó a James mientras
lo rodeaba por la cintura y le susurraba algo al oído. Este giró la
cabeza hacia la chica y le besó en la clavícula y seguidamente en
los labios, mientras esta soltaba risitas tontas.
Aparté
la mirada algo furiosa y me di cuenta de que Heliah y Wen me habían
estado hablando, y yo apenas les había hecho caso.
Estos
me miraban, como esperando a que respondiera a algo.
-Perdonad,
aún sigo algo adormilada, ¿os importaría repetirme la pregunta?-
dije, mientras mis mejillas se teñían de rojo, algo avergonzada.
-Simplemente
nos preguntábamos, si usted sabía porque Miguel no había encargado
matarla en cuanto estuvo en sus dominios.- respondió el alegre
hombre llamado Heliah.
-¡Sí!-
dije, tras pensarlo durante unos segundos- Mencionaron algo de que
Miguel necesitaba una pluma de mis alas, pero no me dijeron para que.
-Interesante...-
murmuró Wen, quien parecía estar sumido en sus propios
pensamientos.- Entonces, supongo que... Le obligaron a sacar sus
alas, ¿me equivoco?
Mi
rostro se ensombreció al recordar la dura tortura a la que había
estado sometida, el dolor de sentir todo mi cuerpo sangrar y el
fuerte crujido de los huesos mientras aumentaba el nivel de tortura.
Noté
como Erick dejaba un suave apretón en mi mano dándome ánimos.
-No
es necesario que continúes si no quieres...-murmuró este, de manera
que solo yo lo llegué a oír.
-Me
torturaron.-respondí tras unos minutos en silencio- Cada vez que el
demonio me miraba, sentía como si me se me estuvieran rompiendo
todos los huesos del cuerpo y mi cabeza fuera a estallar en mil
pedazos.- expliqué, mientras hacía acopio de todas mis fuerzas para
no echarme a llorar- Entonces, se dieron cuenta que las torturas no
funcionaban conmigo, que, por mucho daño que me hicieran, no iban a
conseguir que las sacara. Por lo que decidieron probar otra cosa.
Wen
y Heliah se miraron dirigieron una mirada de entendimiento entre sí
y seguidamente, volvieron a clavar sus ojos en mí, rogándome con la
mirada que continuara.
-Me
dieron una sopa. Estaba hambrienta, a si que no pensé en la cantidad
de cosas que podía llevar dentro. Fui una estúpida.- dije, bajando
la mirada avergonzada- Al beberla hubo unos momentos de oscuridad, y
sentía como mis párpados se hacían más y más pesados. Una vez se
cerraron, me teletransporté a un lugar. Al principio no sabía donde
estaba, pero al cabo de un tiempo caí en cuenta de que me encontraba
en el palacio de mis padres adoptivos,en Northreach.- mientras
contaba mi historia advertí en que James, había abandonado a
aquella chica y ahora me escuchaba con aparente curiosidad, mirándome
fijamente con sus ojos amarillos- Fue raro. Me encontré con mis
padres adoptivos, y de repente, una especie de ángel de alas de
fuego apareció y los alzó en el aire, mientras amenazaba con
matarlos.- decidí cambiar aquella parte de mi historia, por suerte,
era buena actriz y nadie advirtió en ello- Sentía como algo
poderoso empezaba a formarse en mi espalda, una especie de torrente
de energía dorada. Los gritos de mis padres iban en aumento y estaba
desesperada, ya que quería sacar mis alas para salvarlos. Pero
entonces me acordé de que todo era una ilusión, y la energía
desapareció.
Wen
frunció el ceño y se acarició la espesa barba castaña.
-Seguro
que fue obra de los Hartn.- masculló, mientras andaba de un lado a
otro de la habitación con aparente nerviosismo- Una de sus pociones
de ilusión.
-Al
ver que las torturas no funcionaban, tocaron el punto débil de
cualquier persona: un ser querido. Torturaron a tus padres para que
vieras, que la única manera de salvarlos era sacando tus alas. Un
plan muy astuto.- añadió Heliah, pensativo.
Seguidamente
todos empezaron a hablar entre ellos. Sentía como cada una de sus
voces retumbaba en mi cabeza. Apreté los dientes y decidí abandonar
la sala murmurando que necesitaba salir a despejarme, pero nadie
pareció advertir en que me había ido.
Anduve
por los corredores durante un rato. Gotas de sudor resbalaban por mi
frente y sentía de nuevo, un rastro de aquel dolor que había
sufrido en la cabeza anteriormente. Recorrí con la mirada las
puertas del pasillo, intentando encontrar el baño. Un poco de agua
fría me vendría bastante bien en esos momentos.
Entonces
escuché unas pisadas provenientes de detrás.
-¿Por
qué mentiste?- susurró James a mis espaldas.
La
cercanía de su voz hizo que me sobresaltara. Decidí ignorar su
pregunta y continué andando a un paso más acelerado, por el
pasillo. Sentí como me agarraba del brazo impidiéndome continuar y
se colocaba frente a mí. Este, me alzó la barbilla, obligándome a
mirarle a los ojos.
-Soy
un joven curioso. Siempre que hago preguntas me gusta que me las
respondan.- dijo mirándome fijamente.
-Pues
además de curioso, eres un idiota. No mentí.- le espeté,
provocando que este curvara sus labios formando una sonrisa.
Dio
un pasó más hacia mí, y empezó a juguetear con un pequeño
tirabuzón que se me formaba en un mechón de pelo.
-Haz
el favor de tragarte tu orgullo y ahorrémosnos la parte en la que me
dices que tú nunca mentirías en algo así y blah blah blah.- rodó
los ojos.
-¿Cómo
sabes que estaba mintiendo?- le pregunté, tras unos instantes en
silencio- ¿Los demás también lo saben?
Este
negó con la cabeza respondiendo a mi última pregunta.
-Solo
yo. Todos los demonios tenemos una costumbre propia que hacemos sin
darnos cuenta, cuando mentimos a alguien. Ellos nunca te habían
visto mentir, pero yo sí, y más de una vez.- explicó- Por eso me
di cuenta de que, cada vez que mientes te metes un mechón de pelo
detrás de la oreja.
-¿Cuál
es tu costumbre cuando mientes?-
Este
sonrió, mientras soltaba el tirabuzón con el que había estado
jugueteando.
-No
tendría gracia si te lo dijera, ¿no crees?- alzó su mano y empezó
a acariciarme la mejilla- No te creas que no sé que me estás
preguntando todo esto para evitar responder a mi pregunta.- añadió.
Me
encogí de hombros.
-Tenía
que intentarlo.-
-Ahora
enserio Lena.- dijo este, poniéndose serio de golpe- ¿Por qué
mentiste?
Me
mantuve durante unos largos instantes en silencio, recapacitando que
responder. No tenía escapatoria, me encontraba en un callejón sin
salida.
-No
mentí. Simplemente... Modifiqué algunas cosas. Pero aún así, la
historia general es la misma.- dije, escogiendo mis palabras con
cuidado.
Si
algo tenía claro es que nadie iba a enterarse de lo ocurrido con
Erick en mi ilusión. Y menos el idiota engreído de James.
Este
frunció el ceño ante mi respuesta y se cruzó de brazos.
-Bien.
Si no piensas decírmelo, tendré que sacártelo de alguna manera.-
dijo, clavando sus ojos en mí.
Su
mirada se empezó a oscurecer, justo de la misma manera en que lo
hizo la del demonio que me había torturado. Recordar al demonio hizo
que el terror se apiadara de todo mi ser y me alejé de James
asustada, dando un paso hacia atrás que provocó que cayera al
suelo.
Este
se arrodilló junto a mí preocupado, y me ofreció una mano para
ayudarme a que me levantara. Pero la rechacé, retrocediendo en el
suelo, hasta que mi espalda chocó contra la pared.
Notaba
el acelerado latir de mi corazón y mi respiración agitada.
Recuerdos de la dolorosa tortura se formaban en mi cabeza. La oscura
mirada del demonio en mí. Mi rostro, lleno de lágrimas a causa del
sufrimiento. La sangre, descendiendo por todo mi cuerpo.
Hundí
la cara en mis manos, mientras empezaban a formarse pequeñas
lágrimas en mis ojos.
Entonces
sentí como James se sentaba a mi lado y apartaba las manos de mi
cara con delicadeza.
Sus
ojos amarillos brillaban como nunca antes los había visto. Acarició
mi mejilla, secando las lágrimas que resbalaban por ella.
-Joder...
Lena... No me hagas esto, por favor...- susurró, mientras me atraía
hacia él.
Hundí
la cabeza en su pecho, dejando que él me acariciara el pelo.
-Cuando
me miraste... Tú... Me...Me recordaste al demonio que me torturó.-
tartamudeé- No sé que me pasa...
Este
me alzó la barbilla, obligándome a mirarle a los ojos.
-Lena...
Yo jamás te haría daño.- dijo, sin apartar su mirada amarillenta
de mí- Que Lucifer me torture eternamente si alguna vez oso dañarte
de cualquier forma.
Sentía
como mi respiración empezaba a tomar su habitual ritmo. James se
levantó del suelo y me ofreció una mano cortésmente para que me
levantara yo también.
Caminamos
en silencio durante unos segundos, hasta que no pude aguantarme la
pregunta que llevaba rondando en mi cabeza toda la tarde.
-James...-murmuré
tímidamente, haciendo que este girara la cabeza para mirarme- ¿Tú
y Janissa...?- le pregunté, refiriéndome a la demonia con la que se
había besado.
Este
al oír mi pregunta se echó a reír. Yo lo miraba con el ceño
fruncido, sin comprender su extraña reacción.
-Si
era eso lo que te preocupaba, ya puedes estar contenta. Soy un
espíritu libre.- dijo, guiñándome un ojo.
Rodé
los ojos decidiendo ignorar su contestación. Casi se me había
olvidado lo muy idiota que era.
Me ha encantado!
ResponderEliminarNo me dejes tan intrigada andaaaa!
Ya puedes sacar el capitulo 12 la segunda parte porque estoy ansiosa por leerlo.
:)
Jajaja, me ha gustado el capi, sobretodo la parte final.
ResponderEliminarBesos con sabor a zanahoria<3
" ¿Tú y Janissa...?- le pregunté, refiriéndome a la demonia con la que se había besado.
ResponderEliminarEste al oír mi pregunta se echó a reír. Yo lo miraba con el ceño fruncido, sin comprender su extraña reacción.
-Si era eso lo que te preocupaba, ya puedes estar contenta. Soy un espíritu libre"
JAJAJAJAAJA idiota xD y pobre Lena, tendra que vivir con el recuerdo de tan fuerte tortura durante mucho tiempo. Muy buen capítulo, tengoa ganas de que sigas.
Nos leemos ^_^
MARIA<3
ResponderEliminarTu nos detestas, ¿verdad? ¡el capítulo estuvo demasiado genial y asombroso! Muero pro sguir leyendo. Je, espero que no te hayas olvidado de mi:').
Besos♥
desde: locurasdeunaespecial.blogspot.com