domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 12, primera parte

CAPÍTULO 12 PRIMERA PARTE
De repente todo el hermoso paisaje se tiñó de un color rojo sangre.
El ángel de alas de fuego que había estado sujetando al "no Erick" se encontraba alzado en el aire, con las alas abiertas de par en par. Su rostro se había vuelto totalmente negro,y, donde deberían haber estado los ojos, se encontraban dos pozos que parecían no tener fin.
Me miró, mostrando una malvada sonrisa, y su tamaño empezó a aumentar, hasta hacerse el triple de grande que yo.
Su voz grave retumbaba por toda la sala repitiendo una y otra vez las mismas tres palabras.
"Abre tus alas"
Me tapé los oídos con las manos, haciendo terribles esfuerzos por que el doloroso sonido de su voz, no se colara por mis oídos, pero nada de lo que hiciera parecía funcionar. Sentía que mi cabeza estallaría en cualquier momento.
" Abre tus alas. Abre tus alas. Abre tus alas"
-¡NO!- grité con fuerza, mientras me desplomaba de rodillas en el suelo que estaba bañado de sangre- ¡ NO LAS PIENSO ABRIR!
Pero aquella voz no cesaba.
"Abre tus alas. Abre tus alas. Abre tus alas". Una y otra vez la misma frase se repetía en mi cabeza.
Entonces, justo cuando pensaba llegaría mi fin, una voz conocida empezó a llamarme.
" Lena. ¡¿Lena que narices te pasa?!"
-¿Erick?- pregunté con la voz entrecortada, haciendo acopio de la poca energía que me quedaba.
De repente mi visión se empezó a clarear, y capté un destello amarillento.
-James...- susurré.
Noté como este abría los ojos sorprendido. Y sus labios se empezaban a curvar hacia arriba, formando una débil sonrisa. Advertí en que en su mejilla izquierda, se formaba un pequeño hoyuelo.
Alcé la mano temblorosa y la llevé hacia su hoyuelo, dejando una pequeña caricia en él.
Mientras tanto, James me contemplaba sorprendido, alzando una ceja.
-Eres un tipo muy rarito, ¿sabes? En vez de tener dos hoyuelos solo tienes uno.- susurré, algo mareada.
Noté como James empezaba a zarandearme y a decirme algo que mis oídos no llegaron a captar, ya que la oscuridad se volvió a apiadar de mi ser de nuevo.
***
-Y entonces empezó a decirme que era raro porque solo tenía un hoyuelo, hablaba como si la hubieran drogado.-
-Eso solo puede significar una cosa. Nuestros temores se han cumplido. Los Hartn se han unido a Miguel y Amirón.-
-Podríamos buscarnos más aliados, quizás los Yark...-
-Ya conoces como son los Yark. Espíritus libres, no se unirán a nosotros. Y menos, después de que mataras a uno de los suyos. -¡Ese Yark estaba de parte de Miguel! Me vi obligado ha hacerlo.-
Empecé a parpadear acostumbrándome a la luz. Conforme me despertaba, el dolor que se había apiadado de mi cuerpo empezaba a desaparecer poco a poco.
-¡Eh! ¡Mirar!- dijo una voz femenina.- ¡Se está despertando!
Me incorporé en la cama, apoyando mi espalda contra la pared. En cuanto me di cuenta, me encontraba rodeada de personas que me contemplaban como si fuera una reliquia única en el mundo.
Agradecí las presencias de Erick y James junto a mí. El ángel por un lado, que parecía brillar con luz propia, me contemplaba con esos ojos azules cargados de felicidad. Por otro lado, el demonio me dirigía su habitual mirada electrizante de ojos amarillos, mientras el espeso cabello negro le caía despeinado sobre los ojos.
A pesar de lo muy diferentes que eran, cada uno era hermoso a su manera.
El resto de rostros que me contemplaban eran desconocidos. Me empezaba a incomodar aquel silencio que se había apiadado de la sala, por lo que carraspeé, recorriendo mi mirada por todos los presentes.
-¡Lena! ¡Querida!- dijo un hombre gordito de mirada alegre, mientras se aproximaba alrededor de mi cama junto al resto de desconocidos- ¡No tiene ni idea de las ganas que tenía de conocerla! Yo era un gran amigo de su padre, él era un buen hombre.- su voz se tiñó de tristeza durante unos segundos- ¡Es increíble lo mucho que se parece a él! La misma cabecera dorada, tez pálida...
-Y los ojos de su madre.- añadió uno de los hombres alrededor de mi cama.
Mis ojos se cruzaron durante un segundo con su oscura mirada de ojos verdes que me contemplaban con aparente curiosidad. Y me sorprendí a mi misma, al darme cuenta de que lo había identificado rápidamente como un demonio.
Empezaba a saber diferenciar entre ángeles y demonios.
-Mi nombre es Wen, era primo de su madre.- se presentó este, dejando un cortés beso en mi mano- El señor Heliah y yo nos encargamos de la dirección de la APU. Por lo que sé, los señoritos James y Erick, ya le han puesto al corriente de esta asociación.
Asentí con la cabeza rápidamente.
-De las pocas cosas que han hecho bien...- comentó una voz masculina con sorna.
Noté como Erick le dirigía una mirada de advertencia a James, que este pareció ignorar.
-No empecéis otra vez...- murmuró Erick.
Pero ya era demasiado tarde, James había abandonado su sito junto a mí, y ahora se encontraba frente a un joven ángel bastante apuesto, que le devolvía la mirada con una sonrisa triunfante en su rostro.
-Te recuerdo, ángel de pacotilla, que a ti te rechazaron para hacer esta misión, mientras que a nosotros nos la encomendaron directamente. A si que, para la próxima vez, guárdate aquellos comentarios que consideres medianamente sarcásticos, porque, para sarcasmos, ya son suficientes los míos, ¿entendido?-
La sonrisa de triunfo se borró enseguida del rostro del ángel, que ahora estaba totalmente rojo de ira. Abrió la boca para contestar, pero al rato la cerró.
James, se cruzó de brazos y le dirigió su mirada de "soy mejor que tú y lo sabes". Entonces, una de las chicas que había estado estado contemplándome, se levantó y se aproximó a James mientras lo rodeaba por la cintura y le susurraba algo al oído. Este giró la cabeza hacia la chica y le besó en la clavícula y seguidamente en los labios, mientras esta soltaba risitas tontas.
Aparté la mirada algo furiosa y me di cuenta de que Heliah y Wen me habían estado hablando, y yo apenas les había hecho caso.
Estos me miraban, como esperando a que respondiera a algo.
-Perdonad, aún sigo algo adormilada, ¿os importaría repetirme la pregunta?- dije, mientras mis mejillas se teñían de rojo, algo avergonzada.
-Simplemente nos preguntábamos, si usted sabía porque Miguel no había encargado matarla en cuanto estuvo en sus dominios.- respondió el alegre hombre llamado Heliah.
-¡Sí!- dije, tras pensarlo durante unos segundos- Mencionaron algo de que Miguel necesitaba una pluma de mis alas, pero no me dijeron para que.
-Interesante...- murmuró Wen, quien parecía estar sumido en sus propios pensamientos.- Entonces, supongo que... Le obligaron a sacar sus alas, ¿me equivoco?
Mi rostro se ensombreció al recordar la dura tortura a la que había estado sometida, el dolor de sentir todo mi cuerpo sangrar y el fuerte crujido de los huesos mientras aumentaba el nivel de tortura.
Noté como Erick dejaba un suave apretón en mi mano dándome ánimos.
-No es necesario que continúes si no quieres...-murmuró este, de manera que solo yo lo llegué a oír.
-Me torturaron.-respondí tras unos minutos en silencio- Cada vez que el demonio me miraba, sentía como si me se me estuvieran rompiendo todos los huesos del cuerpo y mi cabeza fuera a estallar en mil pedazos.- expliqué, mientras hacía acopio de todas mis fuerzas para no echarme a llorar- Entonces, se dieron cuenta que las torturas no funcionaban conmigo, que, por mucho daño que me hicieran, no iban a conseguir que las sacara. Por lo que decidieron probar otra cosa.
Wen y Heliah se miraron dirigieron una mirada de entendimiento entre sí y seguidamente, volvieron a clavar sus ojos en mí, rogándome con la mirada que continuara.
-Me dieron una sopa. Estaba hambrienta, a si que no pensé en la cantidad de cosas que podía llevar dentro. Fui una estúpida.- dije, bajando la mirada avergonzada- Al beberla hubo unos momentos de oscuridad, y sentía como mis párpados se hacían más y más pesados. Una vez se cerraron, me teletransporté a un lugar. Al principio no sabía donde estaba, pero al cabo de un tiempo caí en cuenta de que me encontraba en el palacio de mis padres adoptivos,en Northreach.- mientras contaba mi historia advertí en que James, había abandonado a aquella chica y ahora me escuchaba con aparente curiosidad, mirándome fijamente con sus ojos amarillos- Fue raro. Me encontré con mis padres adoptivos, y de repente, una especie de ángel de alas de fuego apareció y los alzó en el aire, mientras amenazaba con matarlos.- decidí cambiar aquella parte de mi historia, por suerte, era buena actriz y nadie advirtió en ello- Sentía como algo poderoso empezaba a formarse en mi espalda, una especie de torrente de energía dorada. Los gritos de mis padres iban en aumento y estaba desesperada, ya que quería sacar mis alas para salvarlos. Pero entonces me acordé de que todo era una ilusión, y la energía desapareció.
Wen frunció el ceño y se acarició la espesa barba castaña.
-Seguro que fue obra de los Hartn.- masculló, mientras andaba de un lado a otro de la habitación con aparente nerviosismo- Una de sus pociones de ilusión.
-Al ver que las torturas no funcionaban, tocaron el punto débil de cualquier persona: un ser querido. Torturaron a tus padres para que vieras, que la única manera de salvarlos era sacando tus alas. Un plan muy astuto.- añadió Heliah, pensativo.
Seguidamente todos empezaron a hablar entre ellos. Sentía como cada una de sus voces retumbaba en mi cabeza. Apreté los dientes y decidí abandonar la sala murmurando que necesitaba salir a despejarme, pero nadie pareció advertir en que me había ido.
Anduve por los corredores durante un rato. Gotas de sudor resbalaban por mi frente y sentía de nuevo, un rastro de aquel dolor que había sufrido en la cabeza anteriormente. Recorrí con la mirada las puertas del pasillo, intentando encontrar el baño. Un poco de agua fría me vendría bastante bien en esos momentos.
Entonces escuché unas pisadas provenientes de detrás.
-¿Por qué mentiste?- susurró James a mis espaldas.
La cercanía de su voz hizo que me sobresaltara. Decidí ignorar su pregunta y continué andando a un paso más acelerado, por el pasillo. Sentí como me agarraba del brazo impidiéndome continuar y se colocaba frente a mí. Este, me alzó la barbilla, obligándome a mirarle a los ojos.
-Soy un joven curioso. Siempre que hago preguntas me gusta que me las respondan.- dijo mirándome fijamente.
-Pues además de curioso, eres un idiota. No mentí.- le espeté, provocando que este curvara sus labios formando una sonrisa.
Dio un pasó más hacia mí, y empezó a juguetear con un pequeño tirabuzón que se me formaba en un mechón de pelo.
-Haz el favor de tragarte tu orgullo y ahorrémosnos la parte en la que me dices que tú nunca mentirías en algo así y blah blah blah.- rodó los ojos.
-¿Cómo sabes que estaba mintiendo?- le pregunté, tras unos instantes en silencio- ¿Los demás también lo saben?
Este negó con la cabeza respondiendo a mi última pregunta.
-Solo yo. Todos los demonios tenemos una costumbre propia que hacemos sin darnos cuenta, cuando mentimos a alguien. Ellos nunca te habían visto mentir, pero yo sí, y más de una vez.- explicó- Por eso me di cuenta de que, cada vez que mientes te metes un mechón de pelo detrás de la oreja.
-¿Cuál es tu costumbre cuando mientes?-
Este sonrió, mientras soltaba el tirabuzón con el que había estado jugueteando.
-No tendría gracia si te lo dijera, ¿no crees?- alzó su mano y empezó a acariciarme la mejilla- No te creas que no sé que me estás preguntando todo esto para evitar responder a mi pregunta.- añadió.
Me encogí de hombros.
-Tenía que intentarlo.-
-Ahora enserio Lena.- dijo este, poniéndose serio de golpe- ¿Por qué mentiste?
Me mantuve durante unos largos instantes en silencio, recapacitando que responder. No tenía escapatoria, me encontraba en un callejón sin salida.
-No mentí. Simplemente... Modifiqué algunas cosas. Pero aún así, la historia general es la misma.- dije, escogiendo mis palabras con cuidado.
Si algo tenía claro es que nadie iba a enterarse de lo ocurrido con Erick en mi ilusión. Y menos el idiota engreído de James.
Este frunció el ceño ante mi respuesta y se cruzó de brazos.
-Bien. Si no piensas decírmelo, tendré que sacártelo de alguna manera.- dijo, clavando sus ojos en mí.
Su mirada se empezó a oscurecer, justo de la misma manera en que lo hizo la del demonio que me había torturado. Recordar al demonio hizo que el terror se apiadara de todo mi ser y me alejé de James asustada, dando un paso hacia atrás que provocó que cayera al suelo.
Este se arrodilló junto a mí preocupado, y me ofreció una mano para ayudarme a que me levantara. Pero la rechacé, retrocediendo en el suelo, hasta que mi espalda chocó contra la pared.
Notaba el acelerado latir de mi corazón y mi respiración agitada. Recuerdos de la dolorosa tortura se formaban en mi cabeza. La oscura mirada del demonio en mí. Mi rostro, lleno de lágrimas a causa del sufrimiento. La sangre, descendiendo por todo mi cuerpo.
Hundí la cara en mis manos, mientras empezaban a formarse pequeñas lágrimas en mis ojos.
Entonces sentí como James se sentaba a mi lado y apartaba las manos de mi cara con delicadeza.
Sus ojos amarillos brillaban como nunca antes los había visto. Acarició mi mejilla, secando las lágrimas que resbalaban por ella.
-Joder... Lena... No me hagas esto, por favor...- susurró, mientras me atraía hacia él.
Hundí la cabeza en su pecho, dejando que él me acariciara el pelo.
-Cuando me miraste... Tú... Me...Me recordaste al demonio que me torturó.- tartamudeé- No sé que me pasa...
Este me alzó la barbilla, obligándome a mirarle a los ojos.
-Lena... Yo jamás te haría daño.- dijo, sin apartar su mirada amarillenta de mí- Que Lucifer me torture eternamente si alguna vez oso dañarte de cualquier forma.
Sentía como mi respiración empezaba a tomar su habitual ritmo. James se levantó del suelo y me ofreció una mano cortésmente para que me levantara yo también.
Caminamos en silencio durante unos segundos, hasta que no pude aguantarme la pregunta que llevaba rondando en mi cabeza toda la tarde.
-James...-murmuré tímidamente, haciendo que este girara la cabeza para mirarme- ¿Tú y Janissa...?- le pregunté, refiriéndome a la demonia con la que se había besado.
Este al oír mi pregunta se echó a reír. Yo lo miraba con el ceño fruncido, sin comprender su extraña reacción.
-Si era eso lo que te preocupaba, ya puedes estar contenta. Soy un espíritu libre.- dijo, guiñándome un ojo.
Rodé los ojos decidiendo ignorar su contestación. Casi se me había olvidado lo muy idiota que era.


4 comentarios :

  1. Me ha encantado!
    No me dejes tan intrigada andaaaa!
    Ya puedes sacar el capitulo 12 la segunda parte porque estoy ansiosa por leerlo.
    :)

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  2. Jajaja, me ha gustado el capi, sobretodo la parte final.
    Besos con sabor a zanahoria<3

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  3. " ¿Tú y Janissa...?- le pregunté, refiriéndome a la demonia con la que se había besado.
    Este al oír mi pregunta se echó a reír. Yo lo miraba con el ceño fruncido, sin comprender su extraña reacción.
    -Si era eso lo que te preocupaba, ya puedes estar contenta. Soy un espíritu libre"

    JAJAJAJAAJA idiota xD y pobre Lena, tendra que vivir con el recuerdo de tan fuerte tortura durante mucho tiempo. Muy buen capítulo, tengoa ganas de que sigas.

    Nos leemos ^_^

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  4. MARIA<3
    Tu nos detestas, ¿verdad? ¡el capítulo estuvo demasiado genial y asombroso! Muero pro sguir leyendo. Je, espero que no te hayas olvidado de mi:').
    Besos♥
    desde: locurasdeunaespecial.blogspot.com

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