CAPÍTULO
12, SEGUNDA PARTE
Cogí
el conjunto de pantalón y camiseta de tirantes negro que había
encima de mi cama. Un cinturón del mismo color con muchos bolsillos
y cintas se encontraba extendido en mi silla. Probablemente sería
para guardar las armas.
Recuerdo
mi sorpresa cuando a Wen y Heliah se les ocurrió la idea de empezar
a entrenarme.
"Tiene
que aprender a defenderse", dijeron.
Para
mí al principio fue extraño, me había criado en un ambiente donde
las funciones de la mujer consistían en complacer a su marido y
realizar las tareas domésticas, nada de luchar o aprender a
defenderse. En ángeles y demonios esto es distinto, las mujeres
pueden luchar tan bien como los hombres, y no están obligadas a
hacer las tareas domésticas durante todo el día. De hecho, van a
entrenarme dos chicas, Gabriella y Eren. Menudas caras pusieron James
y Erick cuando se enteraron de que ellos solo se encargarían de
supervisar el entrenamiento de vez en cuando. Según Heliah, si me
entrenan mujeres me centraré más. Probablemente tenga razón.
Una
vez puesto el traje de entrenamiento, me dispuse a echarme un rápido
vistazo en el espejo.
Era
raro. Ese atuendo se ajustaba a partes de mi cuerpo que normalmente
con un vestido pasarían desapercibidas. Me gustaba como el negro
contrastaba con mi piel pálida. En el espejo se encontraba el
reflejo de una joven valiente, decidida, luchadora y eso me
encantaba.
Salí
de mi habitación y me dirigí hacia la sala de entrenamiento. Por el
camino me topé con Erick y James. Estos me recorrieron de arriba a
abajo con la mirada. James sonrió con descaro, mientras que Erick se
sonrojó y apartó rápidamente la mirada de mis piernas para mirarme
a los ojos.
Sonreí
satisfecha, por una vez era yo la que les hacía sonrojar a ellos. Me
giré dispuesta a continuar mi camino, cuando me encontré con
Gabriella, quien me dirigía una sonrisa amistosa.
Me
reuní con ella y la saludé. Antes de continuar nuestro camino, me
giré para despedirme de James y Erick. Estos al ver que me giraba,
apartaron la mirada de mis piernas para despedirse de mí y se
internaron rápidamente en una de las habitaciones.
"
¿Me estaban mirando el trasero?" pensé, mientras seguía a
Gabriella por los largos corredores.
Esta
rompió el silencio soltando una risita.
-¡Dios
mío! ¿Has visto cómo te miraban? Tendrías que haber visto como
los dos idiotas aprovechaban para mirarte el trasero cuando estabas
de espaldas.- las palabras del ángel confirmaron mis pensamientos.
-No
creo que ellos...- murmuré, algo incómoda.
-No
digas tonterías. Tendrías que verte ahora mismo, el traje te sienta
realmente bien. Estás más sexy y todo.- me interrumpió el ángel,
dándome un codazo amistoso.- Ahora conocerás a Eren. Ella al
principio puede que te parezca algo borde. Lo que le pasa es que es
tímida, con el tiempo su carácter se suavizará, créeme.
-Mmm...
Vale...- dije , mientras entrábamos al fin, a la sala de
entrenamiento.
Era
una enorme habitación.
La
pared del fondo estaba recubierta de arriba a abajo por armas de
colores vivos, grandes espadas, brillantes cuchillos de mangos
dorados, arcos con flechas de punta afilada,etc.
Una
joven pelirroja con el cabello recogido en una trenza se encontraba
en el centro de la sala. Su mirada se oscurecía mientras apuntaba a
la diana, no le temblaba la mano mientras sujetaba el cuchillo y, con
una increíble precisión, acertaba de lleno en el centro.
Contemplé
alucinada como lanzaba un cuchillo tras otro y siempre acertaba en el
centro de la diana.
Gabriella,
a mi lado, carraspeó, haciendo que la joven mirara a su compañera
con hostilidad, enfadada de que la interrumpieran.
-¿Qué?-
gruñó, sin soltar el cuchillo.
-Tenemos
que entrenar a Lena, ¿no lo recuerdas?- dijo, mientras se cruzaba de
brazos plantándole cara a su amiga.
Me
sorprendió que, a pesar de la forma en la que le hablaba Eren,
Gabriella seguía mirándola con ternura. Debían de estar muy
unidas.
-Ah...-
dijo Eren con desinterés, mientras tiraba el cuchillo de espaldas,
acertando de nuevo, en el centro de la diana.
-¿Cómo
lo haces?- le pregunté, con curiosidad.
-Coges
el cuchillo y lo lanzas. Fin.- dijo, hablando despacio, como si yo
fuera una especie de retrasada mental.
Apreté
los puños y me mordí la lengua para no contestarle. Aquella tipa
tenía bastante genio y no conseguiría nada siguiéndole el juego.
-Venga
Eren no seas así.- le regañó Gabriella.
-¿Qué
no sea así? Si James y Erick tuvieran dos dedos de frente y supieran
controlar sus necesidades masculinas al estar cerca de una chica, no
haría falta que nosotras estuviéramos aquí malgastando nuestro
tiempo.- gruñó Eren cruzándose de brazos.
Ahí
ya sí que no pude aguantar más y contesté, a pesar de la mirada de
Gabriella, que me suplicaba que no le hiciera caso.
-Mira,
a mí tampoco me hace ninguna gracia que una borde de mierda me tenga
que entrenar y, sinceramente preferiría que fueran James o Erick
quienes lo hicieran. A si que, deja de comportarte como una cría y
empecemos a entrenar de una vez. Cuanto más rápido, menos
"malgastarás" tu preciado tiempo.- le respondí con
frialdad, clavando mi mirada en sus grandes ojos grises, que me
contemplaban con sorpresa.
-Está
bien, empecemos.- dijo, ignorando por completo mi contestación
anterior.
Oí
como Gabriella, a mi lado, soltaba un suspiro de alivio.
-Bueno,
Eren y yo hemos oído que un demonio te torturo, con solo mirarte,
¿es eso cierto?- asentí con la cabeza- Bien.- prosiguió
Gabriella.- A esto lo llamamos "tortura mental", los
demonios son expertos en eso.
-Entonces,
¿los demonios pueden torturaros cuándo les plazca con tan solo
miraros?- pregunté alarmada.
-Exacto.
Por eso, los ángeles creamos una especie de escudo "anti-torturas"
en nuestra mente, por llamarlo así. Y eso, es lo que te queremos
enseñar hoy.- explicó Gabriella.- Con este escudo ningún demonio
podrá controlar tu mente o torturarte. Pensamos que sería apropiado
empezar enseñándote esto, debido a lo que te ocurrió.- murmuró-
Pero si no quieres, podemos...
-¡No!-
le interrumpí antes de que pudiera continuar.- Me parece bien que
empecemos con eso.
Eren,
al lado de Gabriella, sonrió maliciosamente mientras estiraba los
dedos de las manos. Un leve resplandor travieso relució en su mirada
de ojos grises.
-Lo
que voy a disfrutar con esto.- comentó.
Gabriella
se giró y la miró cruzándose de brazos.
-Ni
se te ocurra aprovecharte de la situación.- le advirtió, utilizando
un tono serio bastante raro en alguien tan alegre como ella.
Eren
mantuvo la mirada fija en su amiga durante unos segundos,
seguidamente se dirigió hacia mí y me indicó que me sentara en una
silla que se encontraba en el centro de la sala de entrenamiento.
Le
dirigí una rápida mirada a Gabriella, no muy segura de si debía
fiarme de las palabras de su compañera, pero esta asintió con la
cabeza, de manera que me senté en la silla.
Gabriella
se situó detrás mía.
-Vamos
a hacer una pequeña prueba. Eren va a intentar torturarte. Tú, se
lo vas a impedir.- la voz de Gabriella resonaba por toda la estancia,
que estaba sumida en un completo silencio- Cuando empiece la tortura,
sentirás unos fuertes pinchazos en la cabeza, mientras imágenes de
tus seres queridos en peligro aparecerán en tu mente. Gritarán tu
nombre, patalearán, llorarán, pero debes ignorarlos, poner tu mente
en blanco y repetirte a ti misma una y otra vez que no es real, que
solo son simples ilusiones de tu cabeza. Una vez conseguida la parte
más difícil- prosiguió el ángel- Sentirás como un escudo se
forma en tu mente. Déjalo fluir, expandirse libremente. Y entonces,
todo el dolor cesará. ¿Lo has entendido?
Asentí
con la cabeza algo insegura.
-Bien.-
Gabriella miró a Eren- No seas muy dura con ella, torturalá lo más
suave que puedas.
Esta
formó una media sonrisa en su rostro que hizo que se me erizaran los
pelos de la nuca.
-Como
desee.- dijo, con una pizca de sarcasmo en su tono de voz.
Mientras
se inclinaba acercándose a mí, cerré los ojos con fuerza, quizás
así conseguiría concentrarme mejor en mi cometido.
Entonces
el dolor llegó. Sentía una sensación de ardor por todo el cuerpo,
acompañada por los insoportables pinchazos en la cabeza.
Apreté
los dientes con fuerza, concentrándome en mi cabeza.
De
pronto, empezaron a aparecer horribles imágenes en mi mente.
Erick,
ahorcado, con todo el cuerpo bañado en sangre.
James,
clavándose él mismo un cuchillo en el estómago.
Naomi,
sacudiéndose de un lado a otro vomitando sangre.
Christian,
cayendo de lleno en unas afiladas rocas a orillas del mar.
Y,
por último yo, siendo asesinada a manos de una persona con alas de
fuego sin rostro.
Entonces,
no pude evitar que de mi boca escapara un débil sollozo. Todas
aquellas imágenes se repetían una y otra vez en mi cabeza,
acompañadas de aquel constante dolor por todo mi cuerpo. Sentía que
me moría. Iba a morirme.
De
repente, recordé las palabras que me había dicho Gabriella.
"
Todo es una ilusión" me dije a mí misma " No es real".
Y
fue en ese momento cuando lo sentí. El escudo, extendiéndose por mi
mente. Bloqueando la fuerza oscura que intentaba entrar en mi cabeza.
Solté
un suspiro de alivio. Todos mis músculos se relajaron de nuevo y
empecé a abrir los ojos poco a poco, adaptándome a la ténue luz de
la habitación. Me topé con las miradas de Gabriella y Eren, una, me
dirigía una cálida sonrisa, mientras que la otra fruncía el ceño.
-Ha
tardado demasiado.- gruñó Eren.
-Es
su primera vez.- replicó Gabriella- Con el tiempo conseguirá
hacerlo más rápido.
Me
levanté de la silla tambaleándome levemente, de manera que estuve
apunto de caer.
-¿Qué
tal te encuentras?- me preguntó Gabriella amablemente, mientras me
ofrecía una mano para que me apoyara en ella.
-Estoy
algo mareada, pero por lo demás, me encuentro bastante bien.- dije,
mientras aceptaba su mano.- ¿Y ahora qué vamos a hacer?
-Gabriella
y yo tenemos que practicar lanzamiento de cuchillos, podrías ser la
diana.- respondió Eren, sonriendo maliciosamente.
Rodé
los ojos ignorando su contestación.
-Creo
que con esto es bastante por hoy.- dijo Gabriella, dirigiéndole una
rápida mirada de reproche a Eren- deberías descansar un rato.
Pensé
en protestar, diciendo que me encontraba en perfecto estado, y que
podía seguir entrenando, pero entonces recordé que había algo que
llevaba rondando en mi cabeza durante todo el día, y quería hablar
con Erick, por lo que ese tiempo libre no me venía del todo mal.
-Vale,
gracias.- respondí, dirigiéndome hacia la puerta.- Entonces, nos
vemos mañana a la misma hora, ¿no?
Gabriella
asintió con la cabeza, haciéndome un gesto con la mano como
despedida.
Finalmente,
salí de la sala de entrenamiento.
Anduve
por los corredores del refugio mirando en cada una de las
habitaciones con las que me topaba, hasta que di con Erick, que se
encontraba en el salón principal, charlando con dos chicas a las que
no conocía. Me sorprendí a mí misma, dándome cuenta de que estaba
celosa de que esas chicas estuvieran hablando con él en vez de yo.
Entré
tímidamente a la sala, pensando en como llamar la atención de Erick
sin tener que interrumpir su conversación. Pero, no hizo falta que
hiciera nada, ya que este, nada más verme, se despidió de las dos
chicas y avanzó hacia mí, clavando su brillante mirada de ojos
azules en mí, mientras formaba una pequeña sonrisa en su rostro.
-Lena,
¿qué tal tu primer día de entrenamiento?- preguntó con
amabilidad.
-No
ha estado nada mal.- respondí- Eren es algo borde, pero Gabriella es
muy agradable.
-No
te preocupes, Eren es borde con todo el mundo.- dijo el ángel- No
entiendo como Gabriella soporta estar tanto tiempo con ella.
-Erick
yo... Quería hablar de una cosa contigo, pero, si no te importa que
vayamos a otro sitio más...Privado.- murmuré.
Los
ojos de Erick se iluminaron, mientras asentía con la cabeza, algo
sorprendido.
Le
hice un gesto para que me siguiera, y lo guié hasta la pequeña
habitación que me habían asignado en el refugio. Una vez dentro,
cerré la puerta tras de mí y me senté en una de las sillas de
madera que había en la habitación, mientras que Erick se apoyó en
la pared.
-Lena,
sé que esto no tiene nada que ver, pero el traje de entrenamiento te
sienta realmente bien.- comentó el ángel, sin apartar su mirada de
ojos azules de mí.
Sentí
como la sangre subía a mis mejillas, provocando que un pequeño
rubor se formara en estas.
-Gracias...-
murmuré tímidamente.
Pasamos
unos pequeños instantes en silencio, hasta que decidí que era hora
de contarle la razón por la que lo había llamado.
Quiero saber la razón!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Quiero el próximo cap!!!
ResponderEliminarbesos con sabor a zanahoria<3
SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIGUEEEEEEEEE!!!!!!! QUE PASOOOOOOOO???! POR QUE QUERÍA HABLAR CON ÉL?????!! YUJUUUUUUUUUUUUUU, MÁSMÁSMÁSMÁSMÁSMÁSMÁSMÁS!!!!!! QUIERO MÁS CAPÍTUUUUULOS, MÁS HISTORIAAAAA, MÁS COSISHAS ESCRITAS POR TIIIIIIIII!!! PLIIIIIIIIIIIZ, SSIIIGUEEE!!!!! Besitooooos, disfruta de las vacaciones, feliz navidad, próspero año nuevo y que te traigan mucho los Reyeeeees ;)
ResponderEliminarMAS Y MAS Y MAS CAPITULOS!!
ResponderEliminarQue le iba a decir? EHHH EL QUEE?!!!
POR DIOS!
ResponderEliminarPedazo de novela la tuya. Esta genial *w*
Y el cambio del blog también *-*