lunes, 16 de diciembre de 2013

Capítulo 12, segunda parte

CAPÍTULO 12, SEGUNDA PARTE
Cogí el conjunto de pantalón y camiseta de tirantes negro que había encima de mi cama. Un cinturón del mismo color con muchos bolsillos y cintas se encontraba extendido en mi silla. Probablemente sería para guardar las armas.
Recuerdo mi sorpresa cuando a Wen y Heliah se les ocurrió la idea de empezar a entrenarme.
"Tiene que aprender a defenderse", dijeron.
Para mí al principio fue extraño, me había criado en un ambiente donde las funciones de la mujer consistían en complacer a su marido y realizar las tareas domésticas, nada de luchar o aprender a defenderse. En ángeles y demonios esto es distinto, las mujeres pueden luchar tan bien como los hombres, y no están obligadas a hacer las tareas domésticas durante todo el día. De hecho, van a entrenarme dos chicas, Gabriella y Eren. Menudas caras pusieron James y Erick cuando se enteraron de que ellos solo se encargarían de supervisar el entrenamiento de vez en cuando. Según Heliah, si me entrenan mujeres me centraré más. Probablemente tenga razón.
Una vez puesto el traje de entrenamiento, me dispuse a echarme un rápido vistazo en el espejo.
Era raro. Ese atuendo se ajustaba a partes de mi cuerpo que normalmente con un vestido pasarían desapercibidas. Me gustaba como el negro contrastaba con mi piel pálida. En el espejo se encontraba el reflejo de una joven valiente, decidida, luchadora y eso me encantaba.
Salí de mi habitación y me dirigí hacia la sala de entrenamiento. Por el camino me topé con Erick y James. Estos me recorrieron de arriba a abajo con la mirada. James sonrió con descaro, mientras que Erick se sonrojó y apartó rápidamente la mirada de mis piernas para mirarme a los ojos.
Sonreí satisfecha, por una vez era yo la que les hacía sonrojar a ellos. Me giré dispuesta a continuar mi camino, cuando me encontré con Gabriella, quien me dirigía una sonrisa amistosa.
Me reuní con ella y la saludé. Antes de continuar nuestro camino, me giré para despedirme de James y Erick. Estos al ver que me giraba, apartaron la mirada de mis piernas para despedirse de mí y se internaron rápidamente en una de las habitaciones.
" ¿Me estaban mirando el trasero?" pensé, mientras seguía a Gabriella por los largos corredores.
Esta rompió el silencio soltando una risita.
-¡Dios mío! ¿Has visto cómo te miraban? Tendrías que haber visto como los dos idiotas aprovechaban para mirarte el trasero cuando estabas de espaldas.- las palabras del ángel confirmaron mis pensamientos.
-No creo que ellos...- murmuré, algo incómoda.
-No digas tonterías. Tendrías que verte ahora mismo, el traje te sienta realmente bien. Estás más sexy y todo.- me interrumpió el ángel, dándome un codazo amistoso.- Ahora conocerás a Eren. Ella al principio puede que te parezca algo borde. Lo que le pasa es que es tímida, con el tiempo su carácter se suavizará, créeme.
-Mmm... Vale...- dije , mientras entrábamos al fin, a la sala de entrenamiento.
Era una enorme habitación.
La pared del fondo estaba recubierta de arriba a abajo por armas de colores vivos, grandes espadas, brillantes cuchillos de mangos dorados, arcos con flechas de punta afilada,etc.
Una joven pelirroja con el cabello recogido en una trenza se encontraba en el centro de la sala. Su mirada se oscurecía mientras apuntaba a la diana, no le temblaba la mano mientras sujetaba el cuchillo y, con una increíble precisión, acertaba de lleno en el centro.
Contemplé alucinada como lanzaba un cuchillo tras otro y siempre acertaba en el centro de la diana.
Gabriella, a mi lado, carraspeó, haciendo que la joven mirara a su compañera con hostilidad, enfadada de que la interrumpieran.
-¿Qué?- gruñó, sin soltar el cuchillo.
-Tenemos que entrenar a Lena, ¿no lo recuerdas?- dijo, mientras se cruzaba de brazos plantándole cara a su amiga.
Me sorprendió que, a pesar de la forma en la que le hablaba Eren, Gabriella seguía mirándola con ternura. Debían de estar muy unidas.
-Ah...- dijo Eren con desinterés, mientras tiraba el cuchillo de espaldas, acertando de nuevo, en el centro de la diana.
-¿Cómo lo haces?- le pregunté, con curiosidad.
-Coges el cuchillo y lo lanzas. Fin.- dijo, hablando despacio, como si yo fuera una especie de retrasada mental.
Apreté los puños y me mordí la lengua para no contestarle. Aquella tipa tenía bastante genio y no conseguiría nada siguiéndole el juego.
-Venga Eren no seas así.- le regañó Gabriella.
-¿Qué no sea así? Si James y Erick tuvieran dos dedos de frente y supieran controlar sus necesidades masculinas al estar cerca de una chica, no haría falta que nosotras estuviéramos aquí malgastando nuestro tiempo.- gruñó Eren cruzándose de brazos.
Ahí ya sí que no pude aguantar más y contesté, a pesar de la mirada de Gabriella, que me suplicaba que no le hiciera caso.
-Mira, a mí tampoco me hace ninguna gracia que una borde de mierda me tenga que entrenar y, sinceramente preferiría que fueran James o Erick quienes lo hicieran. A si que, deja de comportarte como una cría y empecemos a entrenar de una vez. Cuanto más rápido, menos "malgastarás" tu preciado tiempo.- le respondí con frialdad, clavando mi mirada en sus grandes ojos grises, que me contemplaban con sorpresa.
-Está bien, empecemos.- dijo, ignorando por completo mi contestación anterior.
Oí como Gabriella, a mi lado, soltaba un suspiro de alivio.
-Bueno, Eren y yo hemos oído que un demonio te torturo, con solo mirarte, ¿es eso cierto?- asentí con la cabeza- Bien.- prosiguió Gabriella.- A esto lo llamamos "tortura mental", los demonios son expertos en eso.
-Entonces, ¿los demonios pueden torturaros cuándo les plazca con tan solo miraros?- pregunté alarmada.
-Exacto. Por eso, los ángeles creamos una especie de escudo "anti-torturas" en nuestra mente, por llamarlo así. Y eso, es lo que te queremos enseñar hoy.- explicó Gabriella.- Con este escudo ningún demonio podrá controlar tu mente o torturarte. Pensamos que sería apropiado empezar enseñándote esto, debido a lo que te ocurrió.- murmuró- Pero si no quieres, podemos...
-¡No!- le interrumpí antes de que pudiera continuar.- Me parece bien que empecemos con eso.
Eren, al lado de Gabriella, sonrió maliciosamente mientras estiraba los dedos de las manos. Un leve resplandor travieso relució en su mirada de ojos grises.
-Lo que voy a disfrutar con esto.- comentó.
Gabriella se giró y la miró cruzándose de brazos.
-Ni se te ocurra aprovecharte de la situación.- le advirtió, utilizando un tono serio bastante raro en alguien tan alegre como ella.
Eren mantuvo la mirada fija en su amiga durante unos segundos, seguidamente se dirigió hacia mí y me indicó que me sentara en una silla que se encontraba en el centro de la sala de entrenamiento.
Le dirigí una rápida mirada a Gabriella, no muy segura de si debía fiarme de las palabras de su compañera, pero esta asintió con la cabeza, de manera que me senté en la silla.
Gabriella se situó detrás mía.
-Vamos a hacer una pequeña prueba. Eren va a intentar torturarte. Tú, se lo vas a impedir.- la voz de Gabriella resonaba por toda la estancia, que estaba sumida en un completo silencio- Cuando empiece la tortura, sentirás unos fuertes pinchazos en la cabeza, mientras imágenes de tus seres queridos en peligro aparecerán en tu mente. Gritarán tu nombre, patalearán, llorarán, pero debes ignorarlos, poner tu mente en blanco y repetirte a ti misma una y otra vez que no es real, que solo son simples ilusiones de tu cabeza. Una vez conseguida la parte más difícil- prosiguió el ángel- Sentirás como un escudo se forma en tu mente. Déjalo fluir, expandirse libremente. Y entonces, todo el dolor cesará. ¿Lo has entendido?
Asentí con la cabeza algo insegura.
-Bien.- Gabriella miró a Eren- No seas muy dura con ella, torturalá lo más suave que puedas.
Esta formó una media sonrisa en su rostro que hizo que se me erizaran los pelos de la nuca.
-Como desee.- dijo, con una pizca de sarcasmo en su tono de voz.
Mientras se inclinaba acercándose a mí, cerré los ojos con fuerza, quizás así conseguiría concentrarme mejor en mi cometido.
Entonces el dolor llegó. Sentía una sensación de ardor por todo el cuerpo, acompañada por los insoportables pinchazos en la cabeza.
Apreté los dientes con fuerza, concentrándome en mi cabeza.
De pronto, empezaron a aparecer horribles imágenes en mi mente.
Erick, ahorcado, con todo el cuerpo bañado en sangre.
James, clavándose él mismo un cuchillo en el estómago.
Naomi, sacudiéndose de un lado a otro vomitando sangre.
Christian, cayendo de lleno en unas afiladas rocas a orillas del mar.
Y, por último yo, siendo asesinada a manos de una persona con alas de fuego sin rostro.
Entonces, no pude evitar que de mi boca escapara un débil sollozo. Todas aquellas imágenes se repetían una y otra vez en mi cabeza, acompañadas de aquel constante dolor por todo mi cuerpo. Sentía que me moría. Iba a morirme.
De repente, recordé las palabras que me había dicho Gabriella.
" Todo es una ilusión" me dije a mí misma " No es real".
Y fue en ese momento cuando lo sentí. El escudo, extendiéndose por mi mente. Bloqueando la fuerza oscura que intentaba entrar en mi cabeza.
Solté un suspiro de alivio. Todos mis músculos se relajaron de nuevo y empecé a abrir los ojos poco a poco, adaptándome a la ténue luz de la habitación. Me topé con las miradas de Gabriella y Eren, una, me dirigía una cálida sonrisa, mientras que la otra fruncía el ceño.
-Ha tardado demasiado.- gruñó Eren.
-Es su primera vez.- replicó Gabriella- Con el tiempo conseguirá hacerlo más rápido.
Me levanté de la silla tambaleándome levemente, de manera que estuve apunto de caer.
-¿Qué tal te encuentras?- me preguntó Gabriella amablemente, mientras me ofrecía una mano para que me apoyara en ella.
-Estoy algo mareada, pero por lo demás, me encuentro bastante bien.- dije, mientras aceptaba su mano.- ¿Y ahora qué vamos a hacer?
-Gabriella y yo tenemos que practicar lanzamiento de cuchillos, podrías ser la diana.- respondió Eren, sonriendo maliciosamente.
Rodé los ojos ignorando su contestación.
-Creo que con esto es bastante por hoy.- dijo Gabriella, dirigiéndole una rápida mirada de reproche a Eren- deberías descansar un rato.
Pensé en protestar, diciendo que me encontraba en perfecto estado, y que podía seguir entrenando, pero entonces recordé que había algo que llevaba rondando en mi cabeza durante todo el día, y quería hablar con Erick, por lo que ese tiempo libre no me venía del todo mal.
-Vale, gracias.- respondí, dirigiéndome hacia la puerta.- Entonces, nos vemos mañana a la misma hora, ¿no?
Gabriella asintió con la cabeza, haciéndome un gesto con la mano como despedida.
Finalmente, salí de la sala de entrenamiento.
Anduve por los corredores del refugio mirando en cada una de las habitaciones con las que me topaba, hasta que di con Erick, que se encontraba en el salón principal, charlando con dos chicas a las que no conocía. Me sorprendí a mí misma, dándome cuenta de que estaba celosa de que esas chicas estuvieran hablando con él en vez de yo.
Entré tímidamente a la sala, pensando en como llamar la atención de Erick sin tener que interrumpir su conversación. Pero, no hizo falta que hiciera nada, ya que este, nada más verme, se despidió de las dos chicas y avanzó hacia mí, clavando su brillante mirada de ojos azules en mí, mientras formaba una pequeña sonrisa en su rostro.
-Lena, ¿qué tal tu primer día de entrenamiento?- preguntó con amabilidad.
-No ha estado nada mal.- respondí- Eren es algo borde, pero Gabriella es muy agradable.
-No te preocupes, Eren es borde con todo el mundo.- dijo el ángel- No entiendo como Gabriella soporta estar tanto tiempo con ella.
-Erick yo... Quería hablar de una cosa contigo, pero, si no te importa que vayamos a otro sitio más...Privado.- murmuré.
Los ojos de Erick se iluminaron, mientras asentía con la cabeza, algo sorprendido.
Le hice un gesto para que me siguiera, y lo guié hasta la pequeña habitación que me habían asignado en el refugio. Una vez dentro, cerré la puerta tras de mí y me senté en una de las sillas de madera que había en la habitación, mientras que Erick se apoyó en la pared.
-Lena, sé que esto no tiene nada que ver, pero el traje de entrenamiento te sienta realmente bien.- comentó el ángel, sin apartar su mirada de ojos azules de mí.
Sentí como la sangre subía a mis mejillas, provocando que un pequeño rubor se formara en estas.
-Gracias...- murmuré tímidamente.
Pasamos unos pequeños instantes en silencio, hasta que decidí que era hora de contarle la razón por la que lo había llamado.


4 comentarios :

  1. Quiero saber la razón!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Quiero el próximo cap!!!
    besos con sabor a zanahoria<3

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  2. SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIGUEEEEEEEEE!!!!!!! QUE PASOOOOOOOO???! POR QUE QUERÍA HABLAR CON ÉL?????!! YUJUUUUUUUUUUUUUU, MÁSMÁSMÁSMÁSMÁSMÁSMÁSMÁS!!!!!! QUIERO MÁS CAPÍTUUUUULOS, MÁS HISTORIAAAAA, MÁS COSISHAS ESCRITAS POR TIIIIIIIII!!! PLIIIIIIIIIIIZ, SSIIIGUEEE!!!!! Besitooooos, disfruta de las vacaciones, feliz navidad, próspero año nuevo y que te traigan mucho los Reyeeeees ;)

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  3. MAS Y MAS Y MAS CAPITULOS!!
    Que le iba a decir? EHHH EL QUEE?!!!

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  4. POR DIOS!
    Pedazo de novela la tuya. Esta genial *w*
    Y el cambio del blog también *-*

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