viernes, 18 de octubre de 2013

capítulo 10, primera parte

CAPÍTULO 10, PRIMERA PARTE
Me aferré a las sábanas con fuerza mientras me recostaba en la cama. Solté un pequeño bostezo, provocando que mis ojos empezaran a abrirse lentamente. Parpadeé un par de veces hasta abrirlos por completo.
La primera imagen que mis ojos captaron fue la de un enorme cuadro, el cual representaba a una criatura con características propias de un ángel y un demonio. Fruncí el ceño extrañada, ¿desde cuándo yo tenía un cuadro así en mi habitación? Me pellizqué el brazo derecho, asegurándome de que no era un sueño.
Decidí sentarme en la cama, tapándome aún con las sábanas y eché un rápido vistazo a la habitación. Estaba pulcramente ordenada y repleta de cuadros y bocetos sin terminar. Olfateé durante unos segundos, de manera que un agradable olor a lavanda entró por mis fosas nasales. Tenía claro a que persona pertenecía aquella habitación, pero lo que más me inquietaba es que no tenía ni idea de que narices hacía yo allí.
Entonces el manillar de la puerta empezó a girar, hasta que esta se abrió del todo. El jóven de ojos azules entró a la habitación. Llevaba la camisa blanca del uniforme de la escuela sin la corbata, con los dos primeros botones desabrochados, lo que le daba un aspecto informal y elegante al mismo tiempo. Su cabello castaño relucía, lo que hacía que me entraran unas terribles ganas de acariciarlo.
Erick al verme sonrió, mostrando su blanca dentadura.
-Veo que ya estás despierta.- dijo, mientras se sentaba en el borde de la cama.
Advertí en que llevaba una bolsa en la mano, este, al ver que la miraba me la tendió.
-No ibas a llegar al desayuno, a si que te guardé algo para que no te murieras de hambre.- explicó.
Le sonreí agradecida, mientras abría la bolsa para ver lo que había traído. La sonrisa en mi rostro se ensanchó al ver su contenido, bizcocho de chocolate y pastas.
-¡Amo el chocolate!- exclamé en tono infantil, provocando que Erick soltara una pequeña carcajada.
Entonces alzó su mano derecha y retiró un mechón de pelo que caía en mi rostro para esconderlo tras mi oreja. Al retirar la mano dejó una leve caricia en mi pelo, provocando que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo.
Me perdí por unos instantes en sus hermosos ojos azules, los cuales me observaban con dulzura. Sentía como mi corazón latía aceleradamente. ¿Qué me estaba pasando?
Finalmente él carraspeó, mientras retiraba la mirada.
-Entonces, ¿te gusta lo que te he traído?- preguntó.
Asentí con la cabeza.
-Sí, muchas gracias, enserio.- dije, dedicándole una tímida sonrisa.- Erick.- este se giró en cuanto pronuncié su nombre- No quiero parecer grosera pero, ¿por qué estoy en tu habitación?
-¿Recuerdas ayer cuando fuimos a darle la pócima a Naomi?- asentí con la cabeza, de manera que él prosiguió con su explicación- Pues bueno, insististe en quedarte hasta que despertara y, de tanto esperar te quedaste dormida en el sillón de visitas.
Bajé la mirada avergonzada, solo a mí se me ocurriría quedarme dormida en una enfermería.
-Y, como no despertabas, no iba a dejarte ahí durmiendo, así que decidí llevarte a mi habitación.- dijo, dedicándome una media sonrisa.
Me quedé embobada contemplando la forma de sus pómulos cuando sonreía. Sacudí la cabeza de manera que una idea me vino a la mente, ¿quería decir eso que había dormido en la misma cama que Erick toda la noche? Mis mejillas enrojecieron solo de pensar en el suave tacto de su cuerpo contra el mío y, aunque me costara admitirlo, una parte de mí estaba furiosa de no haber estado despierta para disfrutarlo.
-Sé lo que debes estar pensando y, no.- empezó a decir Erick- Dormí en el suelo. No quería que me vieras como uno de esos chicos que se aprovechan de las mujeres cuando no son conscientes. Yo no soy así, supongo que eso es algo más propio de James.- dijo mientras se encogía de hombros.
Solté un pequeño suspiro de alivio y pensé en lo mal que lo debía de haber pasado el pobre durmiendo en el suelo toda la noche. Posé una mano en su hombro, mientras le dedicaba una sonrisa.
-Muchas gracias por todo.- dije- Por cierto... ¿Te dolió?- pregunté tímidamente.
Este alzó una ceja divertido.
-¿El dormir en el suelo?- preguntó, de manera que yo asentí con la cabeza.- Tampoco fue para tanto, solo bichos gigantes de grandes dientes intentaron arrancarme los ojos para darle de comer a sus crías, por lo demás, fue una noche tranquila.- bromeó él.
-Sería una pena.- comenté.
-¿Una pena el qué?- preguntó él extrañado.
-Me gustan tus ojos.- respondí, encogiéndome de hombros.

Después de cambiar mi estropeado vestido por uno totalmente limpio y terminar mi desayuno, me dirigí hacia la enfermería para ver si Naomi ya había despertado. Erick, quien se había ofrecido enseguida a acompañarme, iba junto a mí.
Finalmente llegamos a una puerta. Erick la abrió, haciéndome un gesto para que pasara yo primero. Entré, esperando que él me siguiera, pero se quedó en la puerta.
-¿No vas a acompañarme dentro?- pregunté, sin poder evitar que mi voz adquiriera un tono de desilusión.
El negó con la cabeza, mientras alzaba la mano derecha y dejaba una corta caricia en mi mejilla.
-Es tu mejor amiga, supongo que tendréis muchas cosas de las que hablar.- dijo, encogiéndose de hombros.
Le dediqué una tímida sonrisa y, seguidamente, di media vuelta para internarme en la enfermería. Nada más entrar, oí una voz que se me hizo extrañamente familiar.
-¡Quiero salir de aquí! ¡Hablo enserio enfermera! Me encuentro perfectamente, ¿ve?- esa voz chillona proveniente de detrás de una de las cortinas provocó que una ancha sonrisa se formara en mi rostro.
-Señorita, lleva 12 días en coma, tiene que entender que no puedo dejarla salir así de repente.- decía con impaciencia la voz que debía ser de la enfemera.
-Anda Naomi, haz caso a la enfermera, es su trabajo, ella sabe lo que hace.- esta voz masculina también se me hizo conocida. Christian.
Fui corriendo hacia la cortina tras la que se encontraba mi mejor amiga, ignorando las protestas de una bajita enfermera, que me reñía por correr por la sala.
Descorrí la cortina de un tirón, encontrándome con Naomi sentada en el borde de la cama moviendo las piernas como loca, para demostrarle a la enfermera que se encontraba en perfecto estado. Mientras tanto, Christian estaba de pie, de brazos cruzados, repimiendo una carcajada al ver a su hermana.
Carraspeé, provocando que todos se giraran para mirarme. Naomi abrió los ojos como platos, mientras se levantaba de un salto de la cama y se avalanzaba hacia mí. Me abrazó fuertemente, provocando que casi me quedara sin respiración.
-¡Lena!- chillaba, mientras me apretaba con más fuerza.
Hice una mueca, me estaba dando justamente en el brazo por el que me habían agarrado los guardias el otro día.
-Naomi... Me... Estas aplastando...- dije con dificultad.
Esta al darse cuenta de la fuerza de su agarre me soltó mientras me dedicaba una radiante sonrisa.
-¿Y a mí no me abrazas?- preguntó Christian, poniendo morritos.
Le sonreí y rodeé mis brazos en su cuello, mientras él me atraía hacia su cuerpo cogiéndome por la cintura.
-No sé como lo has hecho... Pero estoy seguro de que has tenido algo que ver en que Naomi despertara, te estaré eternamente agradecido.- susurró cerca de mi oído, de manera que solo yo lo pude oír.
Seguidamente me soltó, guiñándome un ojo. Volvía a ser el Christian que conocí.
Naomi pasaba la mirada de su hermano hasta mí, alzando una ceja.
-¿Me he perdido algo?- preguntó.
La miré algo extrañada, no entendía a que se refería. Le dirigí una corta mirada a Christian de reojo, vi un suave rubor en sus mejillas.
-¿A qué te refieres?- le pregunté, frunciendo el ceño.
Esta hizo un gesto con las manos, quitándole importancia.
-En fin... ¿Nos vamos a comer? ¡Me muero de hambre!- dijo Naomi, mientras se levantaba de un salto de la cama.
Estábamos apunto de salir por la puerta cuando la enfermera que antes había estado atendiéndola se interpuso en nuestro camino.
-Usted se queda aquí señorita.- dijo con firmeza señalando a Naomi con el dedo.
Esta bufó, y volvió enfurruñada hasta su cama de la enfermería mientras murmuraba insultos contra la enfermera.
-¿Te apetece que vayamos nosotros a comer?- le pregunté a Christian.
Él asintió con la cabeza, mientras me dedicaba una pequeña sonrisa.

La comida con Christian estaba resultando realmente agradable. Estar con él hacia que me olvidara de mis problemas raros de ángeles y demonios y que me sintiera como una chica normal.
Acababa de terminar de comer cuando un brazo se posó en mi hombro, provocando que me girara. A mis espaldas se encontraba James, con su carácterística pose despreocupada y con toda la atención de las chicas puesta en él, ya que no le quitaban ojo de encima.
Miró a Christian son suficiencia mientras dejaba una suave caricia en mi largo cabello.
-¿Te importa que te la robe un momento?- preguntó guiñándole un ojo.
Me levanté de la silla antes de que Christian, quien miraba a James enarcando una ceja, contestara.
-Ahora luego vuelvo.- dije, dedicándole una pequeña sonrisa.
Este asintió con la cabeza, frunciendo ligeramente el ceño. Una persona normal se habría sentido culpable al dejarlo allí solo, pero no era mi caso. La culpabilidad era un sentimiento que nunca había sentido, probablemente fuera por mis genes demoniacos.
James andaba unos pasos delante mía, con las manos metidas en los bolsillos mientras silvaba con despreocupación. Salimos fuera de la academia, y se sentó en uno de los bancos que quedaban enfrente del lago.
-Es increíble.- comentó James, rompiendo el silencio.- Tienes al humano totalmente enamoradito de ti.
-¿De qué narices estas hablando?- gruñí, frunciendo el ceño.
-Del humano con el que comías.- explicó- Menuda cara puso cuando te levantaste para ir conmigo.- dijo, mientras reprimía una risa.
-¡Christian no está enamorado de mí!- protesté- Es solo mi amigo.
El demonio formó esa media sonrisa tan propia de él en su rostro. Se levantó del banco y avanzó unos pasos hacia mí. Le devolví la mirada indiferente. No le daría el placer de intimidarme tan fácilmente.
-¿Y él, Lena? ¿Sabe qué es solo tu amigo?- preguntó, alzando una ceja.
-Si es para esto para lo que me has llamado, me iré.- estallé, mientras desviaba la mirada para que no viera el rubor que empezaba a formarse en mis mejillas.- Tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo hablando con un idiota.
Este me cogió del brazo antes de que me pudiera ir, provocando que me girara, quedando a escasos centímetros de él. Sus ojos amarillos me analizaban con atención, consiguiendo ponerme nerviosa.
-No es eso para lo que te he llamado.- susurró, arrastrando las palabras de una manera realmente sexy.
Avanzó un paso más hacia mí, haciendo que la distancia entre nosotros se volviera aún más corta. En cuanto me di cuenta me solté de su agarre, alejándome de él.
-Y bien... ¿Para qué me has llamado entonces?- pregunté, intentando ocultar mi nerviosismo.
-Simplemente quería hablar de lo que hiciste el otro día, cuando nos rescataste a Erick y a mí.- explicó, mientras adquiría una actitud seria demasiado extraña en él- Por lo visto no solo desarrollas poderes angélicos. Tu parte demoniaca está empezando a salir a la luz.
-Mira, si estás hablando de lo que le hice al ángel Hartn ese, prefiero que dejes el tema, solo pensar en que controlé la mente del hombre hace que me sienta culpable.- mentí, intentando que mi voz sonara lo más sincera posible.
La sonrisa en el rostro de James se ensanchó.
-Y encima mentirosa.- comentó en tono burlón, mientras se cruzaba de brazos- Puede que tus mentiras te funcionen con el angelito, pero yo soy un demonio. Miento tanto como tú, o incluso más, diría yo.
-¿Y bien? ¿Qué pretendes que te diga? ¿Qué disfruté controlando la mente de un pobre hombre? Pues mira, es la verdad. ¿Qué no me siento culpable de lo que hice? Totalmente cierto.- bufé, mientras alzaba la mirada.- ¿Contento?
El demonio asintió con la cabeza.
-Eso a lo que tú llamas controlar la mente, nosotros lo llamamos persuadir.- explicó James- Por lo que me han contado, tu madre era realmente buena persuadiendo a la gente, quizás lo hayas heredado de ella.
-Yo no soy buena persuadiendo a la gente y no he heredado nada de mi madre, ¿entendido?- gruñí, mientras daba media vuelta para volver a la academia.
-¿No me digas que aún sigues con el estúpido pensamiento de que los ángeles son los buenos y los demonios los malos?- gritó a mis espaldas- ¿Por qué te niegas en admitir que sangre de demonio fluye por tus venas?
-Porque... Porque...-balbuceé, intentando buscar una respuesta coherente.
Este posó una mano en mi hombro.
-Estoy asustada, ¿vale?- admití, manteniéndome de espaldas a él.- ¿Estás contento? ¿Es eso lo que querías oír?
Noté como sus manos jugueteaban con mi largo cabello. Entonces lo apartó hacia un lado, dejándolo todo sobre el lado izquierdo. Apoyó la cabeza mi hombro, provocando que una suave caricia recorriera mi cuello.
-Todo se arreglará.- susurró.
Me giré una última vez para mirarle a los ojos.
-Siempre decís lo mismo, pero yo sé que nada volverá a ser como antes. Tarde o temprano tengo la impresión de que tendré que irme de aquí, dejando de lado a personas importantes para mí.- dicho esto di media vuelta y me interné en la academia.
Esta vez James no me seguía.

Acababa de terminar de cenar. Fingí tener dolor de cabeza para poder irme a dormir. Me sentía desganada después de mi última conversación con James, al que llevaba evitando todo el día.
Mientras me dirigía de camino a mi habitación me topé con Emily. Quien formó una sonrisa en su adorable rostro en cuanto me vio.
-¡Lena! ¿Te has enterado? ¡Naomi ha despertado!- dijo con emoción.
Le devolví la sonrisa, de manera que quedó algo forzada.
-Sí, es genial...- murmuré desganada.
Tras unos segundos sumidas en un incómodo silencio Emily habló.
-Se me perdió un brazalete en el bosque. Es una reliquia familiar muy importante para mí.- empezó a decir la chica de ojos azules tímidamente- Me da algo de miedo ir sola a estas horas de la noche a recuperarlo. Pero sé que no podré dormir con tranquilidad si no lo llevo puesto. Seguramente no querrás... Pero, ¿te importaría acompañarme a recuperarlo? - me suplicó, poniendo morritos.- Por favor...
-Está bien.- accedí.
¿Cómo negarme a ayudar a Emily? Ella era una de las personas más adorables y tiernas que había conocido en mi vida, siempre me ayudaba cuando podía, por lo que era mi turno de ayudarle a ella.


4 comentarios :

  1. UY..... No me gusta nada eso de que Lena vaya al bosque.... Pero bueno! Por fin Naomi se ha despertado!!!!
    Quiero el siguiente
    Besos con sabor a Zanahoria<3

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  2. Excelente capitulo. Erick es precioso♥
    Besos

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  3. Yo(como siempre) pediré lo mismo: JAAAAACK!!! Venga! Seguro que hay alguna forma, por extraña que sea de meterle en la historia (si es como un angelito mejor) sigue escribiendo!! (pero lo de jack va enserio ;)

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  4. Hello!!!! Hola!!!!!! Wiiiii hace ratos que no te comento!!! asi que me encanto el capitulo!! (aunque me faltan leer unos 2 anteriores jajaja) So! Como estas Maria del perpetuo Socorro? Todo bien? Y se que te debo el regalo de tu cumple asi que lo publique en mi blog... era mucho mas pero no se que paso y como ya he dicho varias veces no se envio el correo... :( o tal vez se envio a tu hotmail? no lo se... Oh! tienes twitter? el mio es @hipstangela por si algo jaja... Nose pero estuve muy feliz escribiendo este comentario jajaja...
    Bye!! Besos!!!

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