martes, 24 de diciembre de 2013

Capítulo 13, primera parte

CAPÍTULO 13: PRIMERA PARTE
Miré a Erick fijamente durante unos segundos y, seguidamente carraspeé, dando a entender que iba a decir algo. Este se separó de la pared para sentarse en una silla enfrente de la mía.
-Bien. Probablemente debes de estar preguntándote porque te he llamado.- comencé- El caso es, que una idea lleva rondando por mi cabeza todo el día y, sé que lo más seguro es que no estés de acuerdo, pero...
-Ve al grano.- me interrumpió Erick alzando una ceja.
-Pues verás. Quiero ir a la academia a despedirme de Naomi y Christian.- Erick abrió la boca para replicar, pero hablé antes de que él pudiera hacerlo- Sé que vas a decir que no, y que es demasiado peligroso después de lo ocurrido con Emily y blablabla- me apresuré a añadir- Pero quiero que me escuches antes de negarte rotundamente.- el ángel cerró la boca y se cruzó de brazos, esperando a que hablara- Tengo la impresión de que estaré en este refugio por mucho tiempo y no regresaré a la academia. Me gustaría poder hablar con ellos y, por lo menos, darles una explicación, aunque sea mentira, de mi repentina huida.
Erick se llevó la mano a la cabeza, sacudiéndose el pelo. Un gesto habitual en él cuando no sabía que hacer.
-Nosotros podemos encargarnos de eso.- respondió el ángel, mirándome a los ojos- Podemos mandar a demonios que se metan en las cabezas del director de la escuela y tus amigos. Inventarán una razón por la que te hayas marchado de la academia. Nadie sospechará nada.
-Erick, sabes perfectamente que eso no es lo que yo quiero.- repliqué- Ellos fueron como una especie de familia para mí mientras estuve en la academia. Me gustaría poder verlos una última vez.- susurré- Por favor.
Este giró la cabeza hacia un lado y se mordió el labio inferior, tras unos segundos, volvió a mirarme, soltando un suspiro.
-No sé como lo haces.- murmuró.
-¿Hacer el qué?- pregunté, frunciendo el ceño extrañada.
Este resopló, alzando sus ojos azules hacia el techo.
-Convencerme.- respondió- Con unas palabras tiernas y cara de pena siempre consigues que me derrita.- bromeó él.
Me encogí de hombros, mientras una sonrisa de triunfo se formaba en mi rostro.
-El poder femenino es lo que tiene.- dije.- Entonces, ¿vas a acompañarme a la academia o no?
-Como sé que, aunque ahora me negase, tarde o temprano conseguirías convencerme, está bien, te acompañaré.- dijo, rodando los ojos mientras se levantaba de la silla.
-Voy a ponerme un vestido.- dije, mientras le abría la puerta de mi habitación cortésmente- Te espero en el salón principal dentro de una hora.
    ***

Puntual como un reloj, allí estaba él. El cabello castaño le caía a mechones desordenados sobre la cara. Sus oscuras y largas pestañas creaban una pequeña sombra en sus hermosos ojos azules, que me observaban como si fuera la única persona en la sala. Vestía una casual camisa blanca, arremangada por los codos, acompañada con unos pantalones negros y un par de zapatos del mismo color.
Le hice un gesto con la cabeza, y, en silencio, salimos del refugio. Una vez fuera, puso una mano en mi hombro, provocando que yo me girara para mirarlo. Este clavó sus ojos azules en mí fijamente.
-Si quieres que te lleve a la academia, tienes que prometerme algo. No permaneceremos más de 1 hora allí, por lo que procura no entretenerte con tus despedidas.- dijo seriamente- Y, por supuesto, ni se te pase por la cabeza utilizar tus poderes mientras estemos allí, ya que cualquier ángel o demonio podría localizarnos. ¿Entendido?
Asentí con la cabeza, mostrándome conforme con el plan.
-Una cosa más.- dijo el ángel- Cuando estemos allí te estaré vigilando de lejos. Tus amigos no me verán. La única que podrá verme eres tú.- tras decir estas palabras, Erick se alejó unos pasos de mí.- Yo de ti me apartaba, sé que te molesta la luz blanca que emiten nuestras alas cuando las sacamos.
Di unos pasos hacia atrás y me di la vuelta, cerrando los ojos.
Tras unos minutos en silencio sentí una presencia a mis espaldas y una pequeña pluma que me rozaba la mejilla.
-Ya te puedes girar.- susurró Erick cerca de mi oído de manera que su suave aliento chocó contra mi cuello desnudo.
Me di la vuelta, acabando a escasos centímetros del ángel de ojos azules. Un pequeño hormigueo se formó en mi estómago. Lo tenía tan cerca, que, con solo alargar el brazo unos centímetros podría acariciar sus blanquecinas alas. Me entraron unas tremendas ganas de hacerlo.
-¿Có...Cómo vas a llevarme a la academia?- balbuceé, desviando la mirada hacia un lado.
Este formó una media sonrisa en su rostro.
-Volando, ¿no es obvio?- dijo, alzando una ceja.
Me regañé a mí misma por hacer preguntas tan tontas. Siempre que me ponía nerviosa acababa soltando alguna tontería.
Erick entrelazó sus dedos con los míos y me atrajo hacia él. Estaba tan sumamente cerca, que su nariz rozaba mi frente.
-Pon tus pies sobre los míos.- susurró, cerca de mi oído.
Asentí con la cabeza, y así hice.
-¿Cómo piensas...?- no me dio tiempo a terminar la frase, ya que empezó a batir sus alas fuertemente, provocando que comenzáramos a ascender.
Estuve a punto de caer, pero entonces él me rodeo por la cintura, atrayéndome hacia sí mismo. Me aferré con fuerza a su camisa y undí la cabeza en su pecho.
-Ya estamos estables.- dijo Erick, de manera que decidí despegar mi cabeza de su camisa.
Me atreví a mirar hacia abajo. El refugio de la APU parecía una pequeña casita de muñecas desde tan alto. Los árboles, eran como puntitos verdes esparcidos en un lienzo.
El aire fresco golpeándome en la cara y la sensación de altitud me hacía sentir ligera y libre como un pájaro.
-Esto es increíble.- murmuré.
-No mires solo hacia abajo.- susurró él, mientras alzaba la mirada al cielo lleno de estrellas.
Hice lo mismo que él, admirando el suave brillo de las estrellas y la ténue luz que emitía la luna llena.
-En momentos como este me da por pensar. El universo, el mar, la tierra, el agua, el fuego, los seres vivos... Todo, cosas creadas por Dios. Y yo me pregunto, ¿por qué crear un mundo que luego va estar lleno de caos, destrucción e injusticias?
-Por el amor.- contesté, clavando mi mirada en sus ojos azules.- Pequeños momentos de amor, hacen que toda la destrucción desaparezca durante unos instantes. El amor nos hace fuertes y nos ayuda en los peores momentos.
-Probablemente tengas razón.- dijo Erick, mientras volvía a alzar la mirada al cielo.
-¿Alguna vez lo has visto?- le pregunté- A Dios, quiero decir.- añadí rápidamente.
-Solo los arcángeles tienen el honor de verlo. Yo solo soy un simple ángel guardián.- murmuró- Debería ser un arcángel, pero, después del... Incidente, dudo que lo sea.
-¿Qué incidente?- me apresuré a preguntar.
Este clavó la mirada en un punto detrás de mí, ignorando por completo mi pregunta.
-Ya hemos llegado.- comentó.
Decidí no sacar más el tema, ya que lo más probable es que lo volviera a evitar, como acababa de hacer.
Tras unos instantes de despegue, mis pies tocaron al fin tierra firme.
Eché en falta la sensación de libertad que había experimentado unos segundos atrás.
Miré a Erick, quien me hizo un gesto con la cabeza indicándome que empezara a andar, que él iría detrás mía.
Me adentré en la academia, sintiéndome repentinamente nerviosa. Alcé la mirada hacia el enorme reloj que se alzaba en la pared de la entrada. Eran las tres de la tarde, por lo que deberían estar comiendo.
Me dirigí a grandes zancadas hacia el comedor principal. No podía perder tiempo, tan solo tenía una hora. Sentí la presencia de Erick tras de mí, como si fuera una especie de escudo protector.
" Mi ángel guardián" pensé, provocando que una pequeña sonrisa se formara en mi rostro.
Finalmente llegué al comedor, frené bruscamente, haciendo que casi tropezara con el dobladillo de mi vestido. Sentí como alguien reprimía una risa a mis espaldas.
Fulminé al joven de ojos azules con la mirada, quien hacía tremendos esfuerzos por no soltar una carcajada.
-No tiene gracia idiota.- entonces me di cuenta de que la gente no podía ver a Erick.
" Genial, ahora la gente pensará que estoy loca" pesé, mientras me adentraba en el comedor, buscando a Christian y Naomi con la mirada.
Finalmente los encontré. Ambos hermanos comían en una mesa algo apartada del resto.
Me acerqué a ellos con nerviosismo, secándome mis sudorosas manos en la falda del vestido. No sabía que iba a decirles cuando me encontrara contra ellos. Llevaba todo el camino pensando en eso, y elaborando un pequeño guión en mi cabeza.
En cuanto me encontré frente a ellos, todas mis ideas se esfumaron de golpe.
-Hola.- saludé timidamente.
Estos alzaron la mirada de su plato de macarrones. En cuanto sus ojos se toparon con los míos, sus rostros cambiaron por completo, adquiriendo una expresión de sorpresa mezclada con felicidad.
-¡Lena!- dijeron mientras se levantaban de golpe a abrazarme.
Una vez terminaron de asfixiarme se apartaron de mí. Analizándome de arriba a abajo.
-Estás rara.- comentó Naomi- ¿Has estado haciendo ejercicio, o algo así? Pareces más fuerte.
-Tus ojos, han cambiado.- añadió Christian, frunciendo el ceño.- Antes tenían pequeñas manchas marrones, en cambio ahora, son totalmente verdes.
-Apenas me había dado cuenta.- dije, encogiéndome de hombros con una sonrisa.
-Lena... ¿Por qué estuviste una semana desaparecida?- preguntó Naomi.
Tragué saliva, mientras mi cerebro empezaba a elaborar una respuesta rápida que sonara natural. En momentos como este, agradecía mi parte demoniaca.
-Estuve toda la semana preparando el equipaje y ayudando a mis padres a dejar la casa lista.- contesté- Vamos a mudarnos a la costa de Nordreach. Mis tíos residen allí, por lo que nos quedaremos en su castillo.- gracias a mis dotes de actriz, conseguí que mi voz sonara triste- Hoy he venido para despedirme de vosotros.
-¡Lena no puedes irte! Yo...Esto, nosotros te necesitamos.- exclamó Christian.
-Voy a echarte mucho de menos.- dijo Naomi, abrazándome.
Sentí algo húmedo en la manga de mi vestido.
-Oh Naomi, ¡no llores anda!- dije, mientras le tendía una servilleta para que se secara las lágrimas.
Esta se apartó de mí, y aceptó la servilleta dedicándome una pequeña sonrisa.
-Voy al baño chicos, ahora vuelvo.- se excusó Naomi, fundiéndose entre la multitud de estudiantes.
Me volví hacia Christian. Sus ojos color miel brillaban a causa de las lágrimas comprimidas.
-Christian tú también no...- murmuré, mientras sentía como mi corazón se hacía trizas.
Iba a dejar a mis amigos. Y propablemente no los volvería a ver.
-¿De verdad te vas?- preguntó él débilmente, como esperando a que yo le dijera que todo había sido una broma.
Asentí con la cabeza sintiendo como mis lágrimas amenazaban con salir al exterior.
Noté como Christian, frente a mí, tragaba saliva y avanzaba un paso hacia mí con nerviosismo.
-Lena... Hay, algo que llevaba mucho tiempo queriendo decirte.- comenzó este, frotándose las manos con incertidumbre- Probablemente no sea el mejor momento para hacerlo ya que bueno, tú te vas a ir, pero si no lo hago ahora, sé que no me lo perdonaré jamás.-
Fruncí el ceño mirándolo con curiosidad.
-Christian, ¿qué pasa?- le pregunté preocupada, esperando a recibir una mala noticia por su parte.
-Verás Lena, desde la primera vez que entraste por la puerta de la academia me llamaste la atención. Tu largo cabello dorado contrastado con esos hermosos ojos verdes no pasaron inadvertidos para muchos, incluyéndome a mí. Al principio solo sentía una pequeña atracción hacia a ti, probablemente debida a la hermosura que desprendía todo tu ser, pero luego todo cambio.- se detuvo durante unos instantes, cogiendo aire- Naomi había desaparecido. Te comportaste realmente bien conmigo, ofreciéndome tu apoyo en todo momento. Y ahí fue cuando me di cuenta de que, no solo eres hermosa por fuera, si no que también, por dentro.- el joven de ojos color miel se llevó la mano a la cabeza con nerviosismo.- Lo siento, yo... Probablemente te esté aburriendo. Lo que quería decirte es que... Lena, estoy enamorado de ti.
Abrí la boca para contestar, pero las palabras no querían salir por ella. Sentía mi garganta seca.
Mis ojos, abiertos de par en par, miraban al joven que acababa de confesar sus sentimientos hacia mí, aún sin poder asimilar del todo sus palabras.
Christian a su vez, apretaba los labios cruzado de brazos, esperando una respuesta por mi parte. Pero, ¿qué podía decirle? Él era un buen chico y le tenía una gran estima, pero nunca lo había visto de esa forma, él era como una especie de hermano para mí.
" Lena, estoy enamorado de ti" sus últimas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez.
Me llevé las manos a la cabeza, secándome las gotas de sudor que empezaban a descender por mi frente.
-Si tú no sientes lo mismo, simplemente dilo.- dijo Christian mirándome a los ojos seriamente- No soporto que estés callada, me mata por dentro que no me respondas.
Finalmente recobré el habla.
-Tú... Es decir tú...- balbuceé-¡No puedes estar enamorado de mí! Christian, tú mereces a alguien mejor que yo.
-No lo entiendes, ¿verdad? Yo no quiero a alguien mejor, yo te quiero a ti.- respondió este.
Pude ver la ternura reflejada en sus ojos color miel. ¿Cómo es que nunca me había dado cuenta de lo que él sentía por mí?
Ahora que lo miraba a los ojos, me parecía tan evidente, que me hacía sentir estúpida, el haber estado ciega durante tanto tiempo.
Solo había una manera de solucionar esto evitándome el tener que romperle el corazón.
Lo miré a los ojos, mientras una lágrima de culpabilidad descendía por mi mejilla. Volví a sentir esa sensación de oscuridad cada vez más familiar adueñarse de mi mirada.
-Nunca has estado enamorado de mí.- dije, con voz persuasiva- Me ves como a una amiga.
Este asintió con la cabeza automáticamente como si se tratara de un robot. Una lágrima más escapó de mis ojos.
-Nunca he estado enamorado de ti. Eres solo mi amiga.- repitió.
En cuanto terminé de hacer esto, sentí la presencia de Erick a mis espaldas y me giré rápidamente.
-¡Lena! ¿¡Por qué lo has hecho!?- dijo este, furioso.
-¿Qué pasa?- pregunté extrañada.
Justamente en ese instante Naomi regreso del baño.
-¿Qué pasa con qué?- preguntó esta, frunciendo el ceño.
Miré a Erick, mientras mi cabeza comenzaba a elaborar una respuesta rápida.
-¡Te dije que no utilizaras tus poderes!- dijo este, andando de un lado a otro con nerviosismo- ¡Tenemos que salir de aquí ya!
Me di una palmada en la frente, sintiéndome imbécil. Había estado tan preocupada por no herir los sentimientos de Christian que había olvidado por completo una de las condiciones de Erick para venir: no utilizar mis poderes.
-Pasa que... Me tengo que ir.- dije rápidamente- ¡Adiós!

Dicho esto eché a correr, sintiendo como Naomi, a mis espaldas, pronunciaba mi nombre una y otra vez.

2 comentarios :

  1. SIGUEEEEEEEEE!!!! Aaaaay esa Lena! Sigue sigue sigue! Besitoos

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  2. El capítulo más largo *w* Que me encanto. Esta genial tu nove:)
    Felices fiestas<3

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